Salvador Camarena, columnista de El Financiero —publica sus artículos también en El País— es un periodista serio.

O eso es lo que yo pensaba, a pesar de que él hubiese dirigido la unidad de periodismo de investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.

Hasta hoy estaba convencido de que, como en el poema, el plumaje de Camarena había cruzado sin mancharse el pantano del fascismo mexicano.

Y es que, en mi opinión, es todo un fascista el fundador de Mexicanos contra la Corrupción, Claudio X. González Guajardo.

No obstante lo anterior, me parecía que la relación que Claudio X. y Camarena tuvieron —seguramente estrecha— no había echado a perder al periodista.

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Tristemente, me equivoqué.

Para Salvador Camarena es puro chisme una revelación de enorme trascendencia.

¿Cuál? La del detalle de lo que gastó el empresario Alonso Ancira para corromper políticos prestándoles sus aviones.

Eso, que dio a conocer Andrés Manuel en la mañanera, contribuirá sin duda —bastante más que prácticamente todo lo realizado en los gobiernos anteriores— a acabar con la corrupción en México. Cito al columnista:

“Este jueves Andrés Manuel López Obrador contó un chisme. No lo hizo en un pasillo, ni en una charla privada. Se lo dijo a la nación… El chisme del día es que Alonso Ancira, empresario que ahora no quiere pagar ni lo que se comprometió a cubrir para que lo dejaran salir de la cárcel, le prestaba su avión a Rubén Moreira y a Manlio Fabio Beltrones”.

Salvador Camarena, columnista

¿Chisme que el empresario gastara casi 60 millones de pesos para que algunos políticos volaran como potentados?

No creo que Camarena sea un multimillonario en dólares a quien, por su enorme fortuna, le resulten irrelevantes las siguientes cantidades que Ancira entregó a gente de poder:

  • A Rubén Moreira, exgobernador de Coahuila, no pocos vuelos con un costo de 31 millones 509 mil pesos.
  • A Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, no pocos vuelos con un costo de12 millones 492 mil 718 pesos.
  • A Manlio Fabio Beltrones, exlíder del PRI, no pocos vuelos con un costo de 8 millones 213 mil 8 pesos.
  • A Carolina Viggiano, esposa de Moreira y política ella misma, no pocos vuelos con un costo de 2 millones 536 mil 651.
  • A Carlos Navarrete, exdirigente del PRD, dos o tres vuelos con un costo de 1 millón 850 mil 33 pesos.
  • A Gabino Cué, exgobernador de Oaxaca, dos o tres vuelos con un costo de 823 mil 710 pesos.
  • A Amaya Lozoya, hija de Emilio Lozoya, dos o tres vuelos con un costo de 813 mil 600 pesos.

Como Alonso Ancira, otros empresarios durante muchos años han corrompido políticos prestándoles aviones, que son carísimos.

En fin. Dado que Camarena no es un rico entre los hombres ricos, es decir, alguien que por su gigantesco patrimonio vea como poca cosa, como un chisme vulgar, 60 millones de pesos para comprar la voluntad de políticos, entonces estamos ante un caso terrible de normalización de la corrupción.

Corrupción, sí, porque todos los préstamos se pagan, con contratos o con devoluciones de impuestos… o con las dos cosas.

¿También le parecerá chisme a Salvador Camarena lo que hoy dijo el presidente López Obrador en la mañanera, acerca de que los gobiernos de Peña Nieto y Calderón condonaron a 58 empresas más de 189 mil millones de pesos?

No sé si algunos, la mayoría, unos cuantos o quizá ninguno de los patrocinadores de la asociación civil de Claudio X. González Guajardo en la que Camarena colaboró, estén entre quienes se han beneficiado con condonaciones de impuestos por participar en el juego de las complicidades entre los magnates y los políticos.

Si MCCI transparentara con lujo de detalles el origen de sus recursos —lo que no hace, no en su página de internet, o no con absoluta claridad— sería posible saber si a sus auspiciadores se les condonaron impuestos, o no. Pienso que sí, pero este es otro debate.

No hay que buscar en los privilegios de quienes financian a MCCI lo verdaderamente triste de que Camarena vea como simple chisme una denuncia tan fuerte como la que hizo Andrés Manuel.

Lo lamentable de la opinión de Camarena radica en que demuestra que lo más respetado del periodismo mexicano ha normalizado la corrupción. Qué jodida cosa.

En 2018, una exdiputada española de Podemos, María Espinosa, dijo, en un articulo publicado en eldiario.es, que la corrupción en su país era tan familiar y cotidiana que había provocado “una de sus peores consecuencias: la normalización del fenómeno y la aceptación de la corrupción como una parte del sistema”.

Es lo que ha ocurrido con el periodista Salvador Camarena, quien considera a la peor corrupción como hablilla irrelevante.

Posdata

Mañana, penúltima etapa de la Vuelta a España. El domingo, la última. Sin el Giro, el Tour y la Vuelta, ¿cómo torearé el aburrimiento? Se aceptan sugerencias.