Tanto se ha escrito sobre el gobernador electo de Nuevo León Samuel García, que ya no hay mucho que agregar: Una campaña que hizo escuela; una esposa que trabajó más que nadie, que cambió la manera de comunicar en la política, Mariana Rodríguez; y una oportunidad de ser el líder de la oposición en el país.
Nuevo León es el estado eternamente optimista, ese que a pesar de los engaños y decepciones sigue ahí como quinceañero de la telenovela de las 4 de la tarde, esperando que llegue su gran amor. En la historia reciente, desde el año 2000 para la fecha, el estado ha tenido de gobernadores a:
- Fernando Canales Clariond, que su único logro fue hacer un puente atirantado arriba de un río seco y que en el más puro estilo charro de ejercer el poder se robó del afamado arquitecto Calatrava.
- José Natividad González Parás, quien llegó en conjunto con los descabezados, los bloqueos y las balaceras al estado. Pero probablemente nada más grave que el hecho de ponernos a un jovencito ambicioso (aspiracionista) como:
- Rodrigo Medina de la Cruz, el que no necesita introducción. Su foto, para ser breve, debería aparecer en el Real Diccionario de la Lengua Española para ilustrar la palabra: Corrupto.
- Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco, el que llegó como un verdadero rayo de esperanza. Listo para cambiar la política regia. El que se había enfrentado a balazos con los “malos” y les había ganado. Su gobierno terminó siendo una decepción.
Nuevo León no ha tenido, recientemente, un gobernador grande. No ha habido un personaje, alguien con el que los demás se midan. Carajo, “El Bronco” hizo un buen gobierno solo porque hay que compararlo con Rodrigo Medina; y solo así se puede decir que sí, “El Bronco” tuvo una calificación aceptable.
Es por eso que un amigo mío, medio en juego medio en broma, dice que “Nuevo León es tan grande, tan eficiente y tan productivo, que podemos tener a quién sea y seguiremos siendo el estado líder en México”.
Y es por esto que este joven, enamorado irredento que es Nuevo León, no se rinde.
Y estamos a punto de que esta novela deje de ser un drama y se convierta en una comedia, ya que, sigue creyendo en que puede llegar alguien a cambiarlo todo.
Samuel García tiene una gran oportunidad, quizá la ultima que acepten los regios, de cambiar las cosas.
Creo que la capacidad de Samuel está a prueba de todo: Buen estudiante, varias maestrías (una la está cursando este año en medio de la pandemia y de la campaña electoral), y una capacidad de trabajo que dan ganas de seguir. Dan ganas de creerle. Incluso su juventud es un atributo que le viene bien al estado.
El problema es que su partido no obtuvo ni un solo diputado local de elección. Creo que los regios diferenciaron su voto de una manera poco eficiente, ya que creyeron en Samuel García, pero no le dieron las armas para lograr nada sin llegar a la vieja escuela de hacer política o de comprar voluntades en la cámara.
La única salida que tiene es de tratar al estado de Nuevo León, el más empresarial del país, como una empresa.
Samuel García le va a los Tigres en el fútbol mexicano, así que mi consejo va con esa analogía:
Cuando Cemex llegó a manejar a los Tigres este era un equipo perdedor. Sin dinero, sin figuras (se recuerda con cariño al Diablo Nuñez, pero la verdad es que era un jugador del montón), y en segunda división.
Llegó el dinero, y subieron, pero la historia fue de malos manejos, grillas internas, una directiva que cambió muchísimo (Domene, Garza Zambrano…) y unos directivos que se volvían locos por manejar a Tigres. De la noche a la mañana se convertían en famosos, iban a fiestas, invitaban a los jugadores a las piñatas de sus hijos. Pura frivolidad. Nada funcionó hasta que Rogelio Zambrano puso a Mauricio Doehner, un directivo de Tigres muy dedicado a las relaciones con el gobierno y al trato con la sociedad, como las relaciones publicas con los medios.
Este se puso a trabajar y finalmente los logros llegaron. Tigres tuvo una época dorada, la mejor que se recuerde de un equipo mexicano, pero esta no empezó con Cemex (que llevan 30 años manejando a los felinos). Empezó cuando se puso a los mejores a manejar las contrataciones, la comunicación, y las relaciones con el jugador. Lo más importante es que se acabó la corrupción. También, se acabaron las piñatas con “El Matador” haciéndola de payaso; se acabaron las contrataciones donde todos se llevaban moches y el jugador no rendía. El dinero alcanzó hasta para traer a Gignac, Nahuel y un sin numero de estrellas más.
Samuel no tiene 30 años para cambiar a Nuevo León, no tiene ni 10. En un sexenio tan ingrato como los de la política mexicana, en realidad se tienen 4 años, porque los últimos dos la elección de sucesión empieza y se acaban los proyectos, se dividen los equipos.
Desde el minuto 1 el gobernador Samuel García tiene que poner a los mejores, tiene que dejarse de empresarios que le van a pedir grandes proyectos a costa de desfalcar el erario de Nuevo León y tiene que dejar a un lado los vicios con los medios de la vieja política: Todos esos medios que solo son una llave para hacer negocios más grandes.
Lo escribí hace una semana: debe empezar con saber qué hacer con la gran Mariana Rodríguez. La comunicóloga no debe quedar fuera, no debe ir al DIF.
Mariana tiene que ser la gran asesora del gobernador.
De ahí para adelante. Que nadie le diga a quién poner, que no cumpla cuotas. Y sobre todo, Samuel se tiene que dejar asesorar por gente en la que confíe. Asesorar a veces significa decir la verdad, y muchas veces la verdad duele. El gobernador García Sepúlveda tiene que aguantar vara y saber que esa gente en la que confía, que lo ayuda, se lo dice para ser mejores, para hacer un mejor gobierno.
En un estado como Nuevo León si se acaba la corrupción los moches y el “amiguismo” alcanza para traer grandes proyectos, esos que traen dinero para crecer el estado. Alcanza para Gignac y Nahuel…y hasta para Florian.
SI no se deja llevar por los vicios de la vieja política, esperemos que eso no se quede solo en slogan de campaña, Samuel García tiene la oportunidad de ser el gran líder de la oposición en México.
La vacante ahí está, ese México, el aspiracionista, quiere voltear a ver una baraja nueva.