Tengo cuatro hijos de 8, 6 y 4 años de edad, que van a la escuela (la recién nacida no va). Dejaron de ir a clases desde marzo de 2020. Completaron ese curso escolar en línea e iniciaron el otro en septiembre de 2020 igual, por computadora. Los primeros meses fueron “un juego” se divertían con el hecho de no ir a clases, pero los dos más grandes estaban preocupados y no entendían qué estaba pasando con ese virus del Covid. Tenían miedo, dormían mal y de plano no aprendieron nada estando así a distancia.
Mi hijo mayor empezó a desarrollar problemas en la espalda; primero pensábamos que era por estar en la computadora todo el día o la silla no era la correcta; después de terapias y radiografías salió que fisicamente no tiene nada, se concluyó (después de meses con expertos) que su estrés lo sacaba así: con una contractura muscular.
El menor, Carlitos, si está sin cubrebocas se tapa la cara con las manos y no quiere caminar hasta que tenga uno. Piensa, con toda razón después de este año y medio de pandemia, que hay que estar tapados para que no te ataque el virus. A veces en casa, usa una máscara de Spiderman y me dice que con eso no le entra el virus.
Mis hijos tienen la suerte de tener internet en casa, sus maestras se han aplicado en hacer las clases lo mejor que pueden, tienen iPad y hasta la computadora de mi trabajo que me tuve que llevar a la casa. No les falta nada para poder tomar sus clases en línea. No es la realidad en México.
Entiendo al presidente cuando dice que es importante el regreso a clases. El presidente, con esa sensibilidad que tiene con la que se explica su altísima aprobación a nivel nacional, entiende y siente por lo que están pasando las familias mexicanas. Niños sin contacto con otros niños, niños estresados, niños tomando clases por televisión, es un cócktail para un futuro de jóvenes ausentes.
En Europa nunca se dejó de ir a clases (solo al inicio de la pandemia, cuando nadie sabía nada del virus). Para el curso que iniciaba en septiembre del 2020, los niños regresaron a clases y no han dejado de ir. La economía española, por ejemplo, no se podía permitir que el papá y la mamá donde ambos trabajan, estuvieran al pendiente de las clases en línea. Todo cerró: restaurantes, bares, centros comerciales y oficinas, pero los niños seguían yendo a clases. Los contagios no fueron peor que en México.
Es cierto, no podemos comparar a Europa con las escuelas mexicanas del sur del país. Allá no faltan los cubrebocas, el jabón ni los geles hidroalcohólicos, aquí la realidad de contagios va a ser otra. Tampoco existía la variante Delta y todo lo demás estaba cerrado, la capacidad de contagio era muy baja.
El presidente tiene razón: hay que volver a clases
¡El gobierno incluso da una opción! Pueden no ir a la escuela, si los papás así lo desean. Las quejas por el regreso a clases ya no son justificadas: todos tenemos opción.
La variante Delta de Covid ha demostrado ser tan virulenta que ayer en la CNN leí que casi toda la humanidad va a estar expuesta a esta nueva cepa. Haya regreso a clases o no. Pero no podemos permitir que la niñez, esta generación de niños, crezca sin educación, con estrés y traumados por un virus que, al parecer, les dará en algún momento de este año escolar con o sin el regreso a clases presenciales.
Todas las decisiones de este gobierno están enfocadas en ayudar a los pobres; específicamente en reducir las brechas de oportunidades que se dan entre la clase media y alta (en este caso las de internet, computadoras y maestras que manejan bien los paquetes informáticos) y las clases bajas (las que se educan con los programas de la SEP por televisión).
Aquí el presidente Andrés Manuel López Obrador decide entre dejar que las clases bajas sigan perdiendo clases y por lo mismo oportunidades en un futuro, o asistir a clases de manera OPCIONAL.
El riesgo es alto, ya que las clases bajas son las que más van a sufrir con el regreso a clases si se presentan brotes de contagios; ya que al estar en zonas apartadas la salud será menos óptima que en las grandes ciudades.
Es una gran apuesta del presidente, pero no es un riesgo tonto, es ver hacia el futuro, confiar que las vacunas aplicadas funcionan y salir de este bache.
Apoyo al presidente y apoyo su estrategia
Sí al regreso a clases presenciales. Gobernar significa tomar decisiones difíciles, para eso queremos autoridad y librarnos de este tipo de decisiones, con las que nunca vamos a estar de acuerdo en consenso. El presidente hace lo difícil.
Gracias Andrés Manuel.