Importantes lecciones de diplomacia que la Dra. Claudia Sheinbaum nos ha regalado a todas y a todos. No solo por la contundente y muy digna respuesta dirigida al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y a sus injustificables manifestaciones, sino por el tratamiento que se le ha dado a los hipócritas y racistas comentarios del Gobierno de Justin Trudeau y varios políticos canadienses, porque como ha dicho nuestra presidenta: “¡¡¡A México se le respeta!!!”
Ciertamente cada país experimenta los fenómenos de narcotráfico y migración de manera distinta, sin embargo tiende a lo facineroso y chovinista asumir que nuestro país sea más responsable que sus socios en los problemas causados.
Los grandes cárteles que se dedican al tráfico de drogas y migrantes son, por su naturaleza, transnacionales, teniendo jefes y ganancias en las diferentes fronteras, ó acaso es que se soslaya la ganancia de los distribuidores en las ciudades de nuestros vecinos del norte, sino observemos la descomposición de ciudades como Portland, Los Ángeles, Denver o Filadelfia en los Estados Unidos; o Vancouver, Ottawa, Toronto o Montreal, en Canadá.
La pregunta que nos hacemos es: ¿El problema solo es de quien supuestamente de manera exclusiva envía la droga a los países del norte, cuando la amplia demanda de la misma es exigida por su gente?
Racista e hipócrita es tratar de entender esta lógica criminal como una responsabilidad únicamente mexicana, cuando la mayor parte de las ganancias se “disfrutan” en los Estados Unidos y Canadá.
Tema parecido es la manera en que estos pretenden tratar el tema de la migración, pero cuando se le exponen datos duros, sus argumentos se desmoronan; al caso presentamos algunos ejemplos: a) se calcula que el valor agregado que aporta el factor trabajo relacionado con este fenómeno es mayor en esos países, el 80% de los salarios que los trabajadores mexicanos ganan en Estados Unidos se consumen en ese mismo país; b) si los trabajadores mexicanos dejaran de consumir en el país vecino, su b economía se contraería en 1 punto del PIB; y, c) si se eliminara el consumo de los trabajadores mexicanos, las perdidas serían el equivalente a destruir el valor generado por la totalidad de la agricultura, pesca y silvicultura de ese país, etc.
Es un error tratar siempre de calcular la ganancia de la migración en función de las remesas, ya que estas son solo una fracción, marginal, de los ingresos generados por los trabajadores inmigrantes insertos en la economía norteamericana.
Cuando el gobierno estadounidense amenaza con poner impuestos a las remesas olvida el margen de ganancia amplísimo que dejan los trabajos que emplean intensivamente a las personas migrantes, a veces de manera inmoral y hasta ilegal.
En conclusión, es hipocresía pura acusar a México de negocios que son trilaterales, demagogia política insostenible cuando se mira de frente la realidad. Dicen que no es justo comparar a México con el resto de Norteamérica y tienen razón. Los negocios del fentanilo y la migración son muy superiores, en ganancias, para los dos vecinos del norte, pero el costo mas terrible lo cargamos nosotros, ya que como contundentemente se los dijo la Dra. Claudia en su carta: “Las armas no las producimos nosotros, las drogas sintéticas no las consumimos nosotros. Los muertos por la delincuencia para responder la demanda de drogas en su país, lamentablemente la ponemos nosotros” (sic).
Juan Rubio Gualito, diputado del Congreso de la Ciudad de México