Confieso que soy fan de Carlos Loret de Mola. Por lo general, sacude a la 4T con garra, pero sobre todo con la verdad. ¡Eso me encanta!

Ahora, sin embargo, me quedó a deber y gacho. Él y Raymundo RivaPalacio y los que se acumulen. Eso me tiene triste y algo desconcertada.

Dicen en redes sociales que @LoretUS es como una Secretaría de la Función Pública ‘anti chaira’. Y le doy la razón a quien haya pensado en tan ingenioso símil. Mas, en este caso que me ocupa, NO coincido en el sentido que el inventor quiso darle y que ustedes, estimadísimos lectores, estarán pensando. Por cuanto al “reportaje” sobre las propiedades que posee Alfonso Durazo y su familia, Loret y Compañía se desempeñaron igual que la SFP, sí, pero igual de SESGADOS e INEFICIENTES que lo hace comúnmente esa dependencia.

“& Co”

Ahora bien, se preguntarán porqué hablo en términos de “& Co”. Pues, verán ustedes, porque parte del chasco que me han provocado los mencionados periodistas es que se notó a leguas cómo actuaron en sincronía. Y eso, mis respetables —sobre todo a dos semanas de celebrarse las elecciones— arroja un tufito más de golpeteo político que de investigación con objeto de arribar a la verdad de las cosas.

¿Dónde quedaron los periodistas que se metían en las entrañas del registro Público de la Propiedad? ¿Qué escarbaban en los catastros?

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¿Qué investigan el verdadero valor de mercado de los bienes raíces? Nada más no los ‘hallo’, y eso me atribula.

¡Caray! Aquí se le quiso dar un “Madrazo a Durazo!”, así con M mayúscula.

¿Instrucción política para golpear a AMLO?

Los versados en política me entenderán. Los que no, aquí les traduzco: el reportaje de Carlos Loret y la columna de Raymundo RivaPalacio obedecieron a una instrucción política. Y más que para darle duro a Durazo, el objetivo es golpear al presidente López Obrador.

Eso resulta particularmente obvio cuando los supuestamente “colmilludos sabuesos” que por lo usual la hacen de periodistas ni siquiera optaron por consultar las declaraciones patrimoniales de Durazo y constatar que todas los bienes inmuebles de él y su familia —según consta en los registros de la propiedad— están declarados; como también están ahí detallados bien clarito los conflictos de interés, el historial de las adquisiciones y desinversiones, sus participaciones en negocios propios y familiares, el valor en el que se adquirieron cada una de las propiedades, y un largo etcétera. Total, que ni 18 ni 9; en las declaraciones está todo lo que tiene que estar. Y, sí, son varios bienes inmuebles y terrenos.

Los perspicaces reporteros reprodujeron tal cual la información que les filtraron sus jefes. Material incompleto, desactualizado, engañoso y claramente falseado. Con decirles que le adjudican a Durazo, a su familia y a la compañía que se dedica... ¡a los bienes raíces!, propiedades que no tienen y se les escaparon otras de los que sí son dueños.

Lo que es más, a estos analistas les gusta adjudicarles a conveniencia determinado valor comercial a las propiedades. En este caso, al arbitrio de los anquilosados grupos políticos que han venido monopolizando Sonora por ya mucho tiempo.

No me detengo a mencionarlos por nombre y apellido; todos sabemos a quienes me refiero.

Con esa clase de juicios subjetivos, más que de investigaciones periodísticas bien sustentadas, tenemos invenciones puras.

Fake News ¿Y...la borregada?

Así, si a mí se me antoja decir que mi departamento en CDMX vale en el mercado 5 millones de dólares en lugar de 10 millones de pesos, pues lo puedo hacer y quizá, en una de esas, engañe al lector. Pues bien, lo mismo ocurre cuando estos formadores de opinión sueltan que un terreno desértico de miles de hectáreas debe de valer cientos de millones de pesos. La verdad —de nuevo, si ese hubiese sido el objetivo de los reportajes— es que su valor no llega ni a los 3 millones de pesos.

Se preguntarán ustedes: ¿cómo lo sé? Pues bien, porque yo sí me tomé la molestia de estudiar un poco cuánto vale la hectárea sin agua y sin servicios de ningún tipo en distintos parajes de Sonora.

Por eso, cuando digo que los afamados periodistas me desilusionaron, lo digo literalmente.

Decepciona también el candidato opositor, Ernesto Gándara, y toda “su borregada”. Y en esta incluyo a la hoy senadora que fue acogida por el panismo pero que hasta hace poco había sido compañera de fórmula de Durazo en Sonora.

Si fuera ético y honorable “El Borrego” Gándara, ¿no querría ganar por las buenas y no mediante guerra sucia? ¿No desea vencer al candidato de Morena y aliados a la gubernatura con propuestas, con acciones, comparando trayectorias de desempeño en los distintos cargos que uno y otro han ocupado?

Ernesto Gándara, Lilly Téllez, legisladores de Morena, del PRI y del PAN, todos sin excepción, debieran ser los primeros en no dejar pasar reportajes y columnas que difunden información mentirosa. En fin, al menos eso creo yo...

¿Y los Bribiesca?

El que de plano no decepciona, pues siempre ha sido una burla, es el ex presidente Vicente Fox. Miren que para acusar de corrupción a Durazo —quién todo ha declarado (mismo apenas ayer nuevamente, con motivo de dar cumplimiento a la legislación electoral y de transparencia, el candidato de Juntos Haremos Historia presentó su 3 de 3; único candidato por la gubernatura de Sonora que lo ha hecho)— se requiere tener desfachatez o poco cacumen o ambas cosas.

Ya vendría siendo hora que Fox y su esposa declararan todo lo que poseen. Que la familia de Martita Sahagún (me refiero a sus hijos de apellido Bribiesca) hiciera lo mismo. Durazo denunció el enriquecimiento ilícito que surgía y se reproducía en el seno de estos dos círculos que ahora menciono y eso fue el motivo para que el ahora candidato dejara el puesto que venía ocupando en la oficina de Presidencia de aquel sexenio. Señor Chente: aprovechar la coyuntura para atacar a quien en su momento le exhibió sus corruptelas, las de su mujer y las de su familia es deleznable.

Mucha mota hace daño. Más le valdría contemplar que pasar de “pillín”, a canallín (como su co religionario), a Cepillín, a ser payaso cualquiera, como lo es usted, hay solo un paso.

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