“Love for sale
Appetizing, young love for sale
Love that's fresh and still unspoiled
Love that's only slightly soiled
Love for sale
Who will buy?
Who would like to sample her supply?
Who's prepared to pay the price
For a trip to paradise?
Love for sale.”
Tony Bennet / Lady Gaga, ‘Love for Sale’
“Too many broken hearts have fallen in the river
Too many lonely souls have drifted out to sea
You lay your bets and then you pay the price
The things we do for love, the things we do for love
Communication is the problem to the answer
You've got her number and your hand is on the phone
The weather's turned and all the lines are down
The things we do for love, the things we do for love.”
10cc, ‘The Things We Do for Love’
Algo huele a podrido en Dinamarca. No, de hecho algo huele a podrido en nuestro país. Muy podrido. Las cosas que hacemos por poder, por dinero…
Amparados en un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, el cual informaba de la ocupación temporal inmediata a favor del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec S.A. de C.V. —empresa de participación mayoritariamente estatal—, poco más de cien kilómetros de vías férreas amanecieron tomadas por la Marina de México.
Dichas vías a la fecha han estado concesionadas a Germán Larrea, el segundo hombre más rico del país. Y, bueno, la acción del gobierno genera muchas preguntas.
López Obrador rompió una promesa más: expropió. Algunos lo vislumbran como un enojo presidencial —producto, entre otras cosas, de los recientes reveses “sufridos” a manos de la Suprema Corte— que ha ido demasiado lejos en contra de Larrea. Otro como el resultado de una negociación pragmática —así, como cuando se habla de dineros— entre ambos personajes. Como sea, la conclusión es mala para México.
¿Por qué? Verán ustedes: si esta “toma” fue pactada con Larrea, mal. Si no fue pactada y hay genuino pleito, peor. ¿Hay entre Larrea y López Obrador algo parecido a “trabajo en equipo”? Lo pregunto en sinceridad dado que la expropiación ya se veía venir (había sido anunciada en diversos momentos por conocidos columnistas) y Larrea es todo menos un novato en estos menesteres.
Total, que con un gobierno y una clase empresarial tan pequeños, nada bueno se puede esperar. Reformulemos aquel dicho: “la clase empresarial tiene al gobierno que se merece” (y viceversa).
De una u otra forma, con la ayuda o en contra de la clase empresarial, el panorama se torna cada vez más delicado en el país; mal terreno y malas compañías para quienes de verdad quieren invertir.
¿Estamos enfrentando una ‘Bolivarización’ versión 4t o se trata de un pacto de “caballeros”?
Pronto lo sabremos. Si el empresario continúa con la compra de Banamex; habría habido negociación forzosamente con respecto a Ferromex, pues ¿cómo querría Larrea comprar dicho banco, si perdió la confianza en el gobienro obradorista? Y es que, CitBanamex es, después de todo, un negocio mucho más grande que trenes y minas.
Espero que esta “ocupación temporal” no haya sido a cambio del visto bueno del gobierno para la adquisición de Banamex. Se supone que debemos ir dejando atrás el capitalismo de cuates y cuotas, no entregarse a ello.
¿O será que la 4t después de todo no le pone cara de asco al capitalismo en lo oscurito —en obra gris, pues—?
En esos “enjuagues” (AMLO dixit) se nos va la vida en este país. Clase empresarial y gobierno muy chiquitos. No hay pleitos de verdad entre unos y otros. No ha habido y no hay ahora una separación real entre política y economía por más que unos y otros lo digan.
Es que es una pena que en México, a estas alturas, sigamos debatiendo en estos términos cuando lo que debería suceder es que tanto gobierno como empresarios transitaran a ser mejores.