Bienvenidos amantes de la gastronomía. Este 6 de enero, con la llegada de los Reyes Magos -o Sus Majestades, como suelen referirse a ellos en España-, damos por terminada una “bonita tradición” gastronómica y enológica de nuestro país.

Ese maratón que nos tiene casi todo diciembre degustando una gran variedad de platillos, entre los tradicionales buñuelos de viento, tan típicos en esta temporada invernal, como los buñuelos bañados en miel de piloncillo, pasando por sinfín de platillos para las cenas de Nochebuena, y ¿cómo dejar fuera el sagrado ritual del recalentado de sobras en el día de Navidad? y si ustedes son de las personas muy solicitadas por amigos y familiares, el abanico de opciones a probar diversos guisos es más que evidente.

Llegamos a la Noche Vieja, ya sea en familia o con amigos, y volvemos a repetir la comilona de una semana anterior, y así podemos seguir comiendo durante una semana más, “las sobras” de la cena.

Este maratón lo culminamos (es un decir) con la partida de la famosa rosca de reyes. Que solemos acompañar con un rico chocolate caliente, o con un delicioso café de olla, o de un atole calientito. Más adelante detallaré las consecuencias de este evento, por lo que no podemos considerarlo un verdadero “cierre”.

La Rosca

¿De dónde viene esa tradición? Podemos decir que su origen se remonta a la antigua Roma, exactamente está relacionada con las saturnales romanas, fiestas relacionadas al dios Saturno en las que se llevaban a cabo sacrificios en su templo (El Foro Romano), así como un gran banquete; además se intercambiaban regalos, se encendían velas y se decoraban las casas con plantas ¿les parece similar al festejo de la navidad?

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Los antiguos romanos preparaban una especie de panes redondos que iban adornados de higos, dátiles y miel, y era común repartirlos a toda la gente por igual, sin importar si eran ciudadanos del Imperio Romano, tutelados, emancipados o esclavos. Un dato importante es que durante el Siglo III antes de Cristo, se introdujo a esta preparación dulce un haba seca.

Quien encontrase el haba seca, sería nombrado “rey de reyes” por un corto periodo. Esta tradición tuvo tal arraigo en la época en que la península Ibérica era parte del Imperio Romano, que se sigue celebrando hasta nuestros días.

Fueron los españoles que muchos años después (Siglo XVI) se hicieron a la mar y se establecieron en estas tierras del nuevo continente, los que trajeron esta tradición, y que aquí, concretamente en la Nueva España, adoptaron con sus claras diferencias y consecuencias.

Mientras que en España no se le llama rosca de reyes sino “Roscón”, y su forma es completamente circular, suele venir rellena de nata, que trae “un haba”, y quien lo encuentre, ese día podrá hacer lo que quiera.

En una de mis estancias por aquel país me tocó estar en el día de “Sus Majestades”, y fui convidada a degustar un pedazo de roscón, que resultó ser muy diferente a la rosca mexicana, pues el pan es “más aireado” (con más alveolos), lo que lo vuelve más suave; el relleno de nata, que es la más tradicional, provoca que el pan no se sienta seco, y “resbale” con más facilidad, sin necesidad de tener una bebida que ayude a deglutirla.

El sabor no se parece a la rosca mexicana, ya que lleva fruta confitada, como naranja, calabaza teñida de verde, melón (del verde), sandía y cereza, y se escarcha totalmente con azúcar glass. La mezcla de colores se debe a que es un requisito que el Roscón de Reyes lleve “joyas” de color verde, amarillo y rojo.

En nuestro país la rosca no es redonda, sino que es un óvalo alargado, en el que la masa se prepara con ralladura de naranja, y a diferencia de la española, suele tener una textura más “apretada”; se decora con ates de guayaba (amarillo), membrillo (rojo) y perón (verde), así como con higos cristalizados y cerezas marrasquino.

El ate va en sustitución del acitrón que proviene de la biznaga, una planta -más bien un cactus- que está en peligro de extinción y que actualmente está prohibido comercializar en nuestro país.

Se integran en la masa varios “muñecos” que suelen ser la representación de Niño Jesús, y son varios, porque en nuestra tradición, hace alegoría al pasaje bíblico cuando los niños se escondieron de Herodes, que tenía en sus planes acabar con el “hijo de Dios”, efectuando una matanza. Aunque esta justificación histórica se asemeja a otra matanza de niños, la que se hizo en tiempos de Moisés, cuando el pueblo de Israel era esclavo de los egipcios.

Para no entrar en vicisitudes históricas, diremos que las figuras dentro del pan son la representación de Jesús, y a diferencia del haba española, aquí “sacarse el niño” en la rosca significa que lo tienes que presentar en el templo el 2 de febrero, el día de la Candelaria y hacerle una fiesta, pero ahora con tamales, y debe invitarse a los que estuvieron presentes en la partida de rosca.

Este año, por roscas “no paramos”; es tan exitosa esta tradición que ya tenemos varios años en los que incluso se hacen temáticas; las hay con Baby Yoda de la saga de Star Wars, de Spiderman, de Toy Story, de unicornio, de Jack, el personaje de “Pesadilla el día de navidad” de Tim Burton, y si hablamos de este cineasta, la fiebre por el personaje Merlina ha llevado a la creación de su propia rosca temática; tenemos también de Hello Kitty, Harry Potter y hasta de los BTS.

Ya sea que la hayas comprado tradicional, de algún sabor, con o sin relleno, temática, o hecha en casa, comer la rosca de reyes da por terminada la temporada de fiestas navideñas y nos deja con la expectativa a iniciar un nuevo año, esperando los nuevos sabores, olores y colores que nos traerá el 2023.

¡Bon appétit!

Cat Soumeillera en Twitter: @CSoumeillera