Después de cinco años de repetir el discurso que le dio resultado en su larguísima campaña por la presidencia de la república, finalmente se terminó el encanto y la narrativa de Andrés Manuel, cae a pedazos, ya no puede sostener las mentiras, las agresiones y demás fraudes que cada mañana protagoniza en su conferencia.

Sus asesores mediáticos Epigmenio Ibarra, Jesús Ramírez o Verónica Velasco, emulan la estrategia de comunicación de Joseph Goebbels, pero ya no le encuentran la cuadratura al círculo, no supieron cambiar a tiempo el discurso del presidente o de plano, AMLO se negó.

Lo cierto es que, ante la irrupción de Xóchitl Gálvez y de una sociedad civil que se movilizó históricamente en defensa del INE, y en un país que se debate entre la ingobernabilidad, la violencia y la corrupción, el discurso mañanero ya no tiene cabida. A la narrativa presidencial le falta credibilidad y los ”otros datos” se desvanecen ante una realidad que lo increpa, con una soberbia que lo alejó hasta de sus asesores.

Las mentiras

Según SPIN, firma de Luis Estrada, en 4 años en las “mañaneras” de López Obrador se han dicho 101,155 mentiras. Más de 100 mentiras por día.

Una cantidad brutal de opiniones dolosas en contra de sus adversarios, reales o imaginarios y de manipulaciones y contradicciones que lo pintan de cuerpo entero y ya parece que pierde la cordura.

Recientemente el periodista Ciro Gómez Leyva, nuevamente blanco de los ataques de AMLO, lo exhibió al mostrar la dedicatoria de su libro, dejándolo como un mentiroso e hipócrita, o en los casos de Liébano Sáenz y Federico Berrueto, donde tuvo que presentar sus disculpas, aunque el daño ya estaba hecho.

Las incongruencias

AMLO aún sigue con su cantaleta de que fue atacado por los gobiernos anteriores por ser opositor y repite que eso no pasaría en su gobierno, sin embargo, hace lo mismo, y peor, cuando ataca a Xóchitl Gálvez, la acusa por “no ser” indígena, por tráfico de influencias, por pasar de “vender gelatinas” a empresaria exitosa y por vivir en Las Lomas (como si eso fuese delito) pero, la hidalguense con los propios discursos donde Andrés se queja de Fox y de otros, dio respuesta a cada ataque de forma precisa e irrefutable.

Perdió en calumniar

En cuanto al tráfico de influencias, con lo dado a conocer, para empezar, ahora sabemos que Xóchitl nunca ha tenido problemas fiscales y que sus empresas crecieron por contratos privados, no por favores con el gobierno. Que, para poder inscribirse en el proceso del Frente Amplio por México, tuvo que presentar su “tres de tres” y que no hay nada mal en sus declaraciones, es decir, AMLO en su desesperación, falló e hizo pública información que la ley protege.

Para no dejar duda de quiénes sí trafican con influencias, Xóchitl, preguntó cómo es que en menos de tres años la empresa de sus hijos, “Chocolates Rocío” logró facturar más de 300 millones de pesos y cómo esta empresa cuenta con el respaldo de uno de los principales programas de AMLO, “Sembrando Vida”; o cómo su hijo mayor, simula trabajar para Vidanta, cuando el dueño es asesor de su gobierno, o cómo es que una empresa petrolera le paga la renta en Houston y La Jornada, en Coyoacán.

Perdió en atarla al pasado

Dice AMLO que Xóchitl representa un viraje al pasado, a recobrar “los privilegios”, pero la realidad es otra, no la que él interpreta.

Efectivamente, Gálvez pretende que las madres trabajadoras recuperen sus “privilegios” reabriendo las estancias infantiles; quiere que los mexicanos mantengan sus “privilegios” en política social y recobren sus “privilegios” en el sistema de salud, con acceso a servicios médicos y medicamentos, los que por las reformas de Andrés perdieron. Xóchitl también habla de regresar a los ciudadanos el “privilegio” de salir a carretera o de salir acaminar sin el temor de no volver con vida, algo que se perdió con los “abrazos no balazos”.

Perdió al ser jefe de campaña y no presidente

El presidente nada más no asume su responsabilidad de gobernar, ha seguido en una interminable campaña y el tiempo se le agota, sin acciones de gobierno ni soluciones, solamente ataques, injurias, mentiras y ocurrencias.

Para él, el escenario ideal para la elección es el terreno del conflicto y de la polarización y no el de debate de ideas o propuestas. Sus corcholatas tienen prohibido proponer, debatir o hablar de su visión de país, saben que cualquier intento generaría el escrutinio puntual de su líder.

Tal parece que ya ni siquiera le hace caso a Epigmenio, cuando le recomendaron que dejara de atacar a Xóchitl Gálvez, lo reconoció, pero también aclaró que no haría caso. Está fuera de sus casillas, su enojo y obsesiones crecen en la medida que lo hace la oposición, todo en perjuicio del país.

El proceso electoral avanza y en estos momentos, cuando al fin parece que la oposición se enfila en la competencia, podrían ocurrir dos cosas: la primera, que en términos de la competencia democrática, los estrategas de AMLO logren contrarrestar la ofensiva opositora y “desinflar” a Xóchitl, o bien, que AMLO se radicalice y utilice toda la fuerza del Estado para, incluso, llegar a provocar un Estado de excepción.

Lo cierto es que aún es muy temprano para que la oposición cante victoria, deben sumar la pluralidad, corregir errores, ser tolerantes e inclusivos y cuidarse de traidores dentro y fuera del frente.

Twitter: @diaz_manuel