En 1984, dedicado a su hijo León —entonces de 9 años de edad—, Enrique Krauze publicó el célebre ensayo Por una democracia sin adjetivos. A pesar del tono benevolente respecto del entonces presidente Miguel de la Madrid, ese texto me parece ya un clásico, desde luego bastante recomendable.

Pero ayer, en el Financial Times, Krauze dio a conocer un artículo lamentable por oponerse a la democracia, Mexican democracy hangs in the balance, que Google traduce como La democracia mexicana está en juego, aunque gente que sabe me decía que la mejor traducción sería La democracia mexicana está en la cuerda floja.

¿Democracia en juego? ¿En la cuerda floja? Es decir, democracia en peligro. Enrique Krauze considera que nuestra democracia morirá si Claudia Sheinbaum gana la presidencia de México, y que lo contrario ocurrirá —florecerá el sistema democrático de nuestro país— si Xóchitl Gálvez logra la victoria el próximo mes de junio.

Que quede claro, Krauze en ningún momento dice que Sheinbaum vencerá por un fraude electoral. El historiador simple y sencillamente apunta que el triunfo de la candidata de Morena “ahora parece probable”. Se refiere a los pronósticos probabilísticos de todas las encuestas serias: Claudia supera ampliamente a Xóchitl.

Que “ahora parezca probable” la victoria de Claudia Sheinbaum significa —Krauze no dice otra cosa— que, si las tendencias se mantienen, la candidata de Morena conseguirá en tres semanas muchos más votos que la aspirante de oposición. Hasta donde entiendo, de eso tratan las elecciones democráticas: gana quien logra la mayoría al momento de contar papeletas de votación. Pero, para Krauze, si la mayoría decidiera a favor de Sheinbaum, la democracia estaría en riesgo. Claro está, si ocurriera lo que parece improbable, el triunfo de Xóchitl Gálvez, entonces la democracia mexicana sería maravillosa. ¿No es esto un exceso antidemocrático de parte del destacado intelectual?

En Por una democracia sin adjetivos Enrique Krauze cita a Benjamin Disraeli: “Al demonio con los principios: aférrese a su partido”. La expresión al diablo en buen mexicano significa mandar a la chingada. ¿Es correcto que una persona dedicada al pensamiento mande tan lejos sus ideas fundamentales solo por apoyar una causa política? No lo es, naturalmente, pero eso pareciera un diagnóstico de la propia situación de Enrique: si no gana su candidata, rechazará por completo los principios democráticos que durante décadas ha defendido.

Cuando la contienda pase y resulte evidente que la democracia no se ha dañado, sino fortalecido, tendrá tiempo Enrique Krauze de analizar fríamente las causas de la más que probable derrota de la candidata que apoya. Aquí apunto dos.

La primera causa de la derrota de la candidata X:

En el Financial Times el historiador acepta que Xóchitl Gálvez “puede que esté rezagada en las encuestas”, pero confía en que “el margen podría reducirse a medida que se acercan las elecciones”, particularmente por lo que podría suceder en el tercer debate presidencial, que la derecha apoyará con marchas en distintas ciudades mexicanas.

Creo que Krauze pone excesivas esperanzas en el último debate y en la “ola rosa” de ese mismo día, que no creo sea un ensayo golpista, pero se asemeja a la antidemocrática sedición . ¿Ola rosa? En efecto: otra marcha de gente de oposición con camisas o gorras de ese color. El historiador ha participado por lo menos en una de tales manifestaciones en la vía pública y lo ha presumido en redes sociales.

Los de la marea rosa han sido eventos sin duda multitudinarios y, por lo tanto, cuantitativamente exitosos. Pero al mismo tiempo han fracasado en alcanzar su propósito principal: que la mayoría de la gente se aleje de Claudia Sheinbaum para preferir a Xóchitl Gálvez.

Pienso que la marea rosa no ha conseguido convencer a la mayoría de la población por la mezcla calamitosa de quienes la han encabezado: priistas impresentables, como Alito Moreno y Rubén Moreira, marchando al lado de panistas inútiles como Marko Cortés o Santiago Creel, o lunáticos corruptos como Vicente Fox.

En Por una democracia sin adjetivos, Krauze recuerda la esencia del PAN, la característica que no pocas veces ha hecho de este partido un chasco político: “Carece de líderes nacionales y grandes figuras… No ha producido ideólogos, sino hombres de choque ideológico —que es distinto—. El PAN es el anti-PRI”.

El PAN pudo crecer por presentarse como el instituto político opuesto a la gran corrupción del PRI. Pero hoy marchan juntos. Es tan absurdo. El demencial matrimonio de tales partidos explica que se trate de una alianza que no suma, sino resta.

La segunda causa de la derrota de la candidata X:

Krauze elogia a Xóchitl: “De origen humilde y en parte indígena, Gálvez es una mujer hecha a sí misma que estudió ingeniería, fundó una empresa especializada en edificios inteligentes y se incorporó al sector público como funcionaria preocupada por los problemas sociales”.

Como leí en los comentarios de lectores y lectoras, no quiso Enrique Krauze mencionar el superior currículum de Claudia Sheinbaum —el historiador tenía el derecho de no ser objetivo en el Financial Times, y no lo fue—. Si lo hubiera hecho, habría encontrado rápidamente otra de las razones de las ventajas tan grandes de Claudia en las encuestas: esta mujer, científica de primer nivel la mayor parte de su vida, claramente está más preparada como política que su rival. Podría ser que Enrique no mencionara el pasado científico de Claudia y su descollante presente en el sector público para no invitar a pensar al público europeo en un perfil muy similar, que el mundo extraña: el de la alemana Angela Merkel.

En Por una democracia sin adjetivos, Enrique Krauze dice que “una pregunta recorre las calles de México, ululante como la Llorona: ¿qué haremos con el PRI? Seguramente es prematuro —y ojalá nunca sea necesario— recitarle el mejor poema de Manuel Acuña: Ante un cadáver”.

Ese poema, que no pienso sea el mejor de Acuña, era prematuro para el PRI de 1984 e impensable para el PAN de aquella época. En menos de un mes será tan grande la derrota de estos partidos y de su candidata “en parte indígena” —Máynez y MC ya les disputan el segundo lugar en las encuestas— que quizá ya es hora de declamar en su honor uno de los versos de Ante un cadáver: “El ser que muere es otro ser que brota”.

Algo deberá nacer de la extinción, el próximo junio, del PRI y el PAN como partidos competitivos. Personas talentosas, como Enrique Krauze, tal vez deberían estar más ocupadas en el diseño de la nueva oposición —más liberal, menos dogmática— y menos interesadas en seguir intentando a cualquier costo derrotar a Claudia Sheinbaum y a Morena. Si no por otra cosa, porque en su desesperación niegan la democracia solo porque el cómputo de votos muy probablemente, casi con certeza no favorecerá a la candidata que apoyan.