La presidenta, como una mujer de ciencia, tiene la visión de que la educación, la ciencia y la tecnología serán -que son de hecho- motores de cambio.
Por eso, su puntual instrucción de mandar a revisión los libros de texto de primaria, a un centro de investigación especializada del Instituto Politécnico Nacional (el CINVESTAV), alentó una genuina esperanza en la mayoría de los mexicanos.
Y es que es el ala más radical situada a la izquierda de esa composta de esa amalgama de corrientes que integran al movimiento Morena y que llevó al poder por la vía democrática, tanto a López Obrador como a Claudia Sheinbaum, la que ha venido metiéndose con la naturaleza de los planes de estudio y con el modelo educativo nacional, pretendiéndolo transformar -según su propia visión o interés- y despojándolo de su tradicional apego al estudio inductivo de materias como Matemáticas, Lectura, Ortografía y Ciencias Naturales entre otras. Todas tenían una visión positivista y con apego al método científico tradicionalmente conocido para llevarlo en una brutal como agresiva propuesta llamada “la nueva escuela mexicana”, al estudio -más que inductivo, “casi forense”, dirían algunos críticos- de temas como la práctica de la sexualidad, la equidad de género desde la visión de moda llamada “woke”, que implica el cuestionamiento de los roles del hombre y la mujer en la “sociedad contemporánea”, entre otras “novedades”.
Así, entonces, en este nuevo modelo de escuela contenido en los libros de texto gratuitos que, afortunadamente la presidenta Sheinbaum mandó a revisión, un niño de siete años -hombre o mujer- podía escoger, en acuerdo con el(la) maestro(a) y tan solo el consentimiento de uno de los dos padres o tutores, si llevaba faldita o pantaloncito a clases, como parte de su uniforme. Igualmente, a los doce años podría iniciar la criaturita un procedimiento, tutelado por sus mayores padres y maestros- para escoger, con su “gran criterio ya formado y con la maduración orgánica suficiente” ¿verdad?... el sexo que podría ostentar o detentar en este caso. Igualmente, los maestros, formados en modelos educativos “alejados de la demagogia ideológica comunista” (la gran mayoría, egresados de Normales Rurales y escuelas de ese tipo) tendrían la facultad de decretar el tan socorrido y nocivo “ocho general para todo el grupo”. Por aquello de fomentar el “trabajo colectivo, en equipo y atacar los individualismos que solo propician personas propensas al capitalismo”, seguramente.
Así pues, en esas condiciones, no valdría la pena que ningún alumno se esforzara ni conociese la sana competencia ni la competitividad. Un sistema así solo alienta la mediocridad. De hecho, la “normaliza”. En este modelo sujeto a revisión (más bien con tintes clientelares o electoreros) ningún niño repite año. Y la escuela es “una pachanga” donde no hay disciplina, no hay sanciones y tan solo hay que acudir obligatoriamente para alcanzar los grados.
¡Viva la anarquía como forma de vida!… ¡Prohibido prohibir! (como dijo “el clásico”) … Íbamos a llegar muy lejos con estas genialidades “seguramente”.
Sin embargo, fue el pasado 11 de marzo en que, por orden presidencial, fueron sometidos a revisión los libros auxiliares de matemáticas correspondientes a primero y segundo grado de primaria y se pretenden someter también a revisión los de Lecto-escritura y Ciencias, según ha difundido el propio titular de la SEP, Mario Delgado; libros que provocaron polémica en el sexenio pasado, por “carecer de rigor y sustento pedagógico”.



Tal decisión despertó la ira de un sujeto de nacionalidad venezolana que vive en México desde hace poco más de siete años y que quiere enseñar a los niños mexicanos un auténtico modelo de educación “de avanzada”… como el que llevan en su país de origen; es Marx Arriaga, el responsable de los libros de texto gratuitos que propuso la administración de López Obrador y de los cuales hoy algunos, ya están sujetos a revisión. Por eso quizá, el sudamericano se quejó en las redes sociales, con un mensaje que decía:
“¿Será que tuvieron que llegar doctores del Cinvestav a arreglar los Libros de Texto Gratuitos? ¡Se me hace que esos doctorcitos no curan ni un pulque! Que no los distraigan magisterio... Hoy, la lucha no es en los Libros de Texto, sino en recuperar la dignidad magisterial”, escribió.
Es un síntoma del encontronazo al interior de Morena como lo son también las manifestaciones tipo plantón del Zócalo, que durarán tres días a partir de hoy. Es evidente que hay diferencias al interior de Morena, en el tema educativo. Y eso es sano para cualquier instituto democrático.
Y es que Morena no es un ente compacto es una aglutinación de “pedacitos”, algunos de ellos tan pequeños tan utópicos pero igualmente importantes para la conformación del movimiento en general.
Y por eso también a mediodía de este miércoles, López Dóriga, al cuestionar al secretario de Educación federal, el impresentable Mario Delgado, quien estaba visiblemente nervioso y errático, solo pudo defender parcialmente al ya célebre Marx Arriaga y explicar con formulismos, más parecidos a los argumentos de un miembro del gabinete de Echeverría o de un político setentero pues, con muletillas, ataques de tos súbitos, imposturas de voz y nerviosismo evidente, que Marx Arriaga se queda porque ha dado resultados, pero que la orden de la presidenta Sheinbaum era categórica: Los nuevos libros de texto gratuitos han sido enviados a revisión a un área científica por excelencia, como es esa del IPN, “donde tienen especialidad no en matemáticas, sino en enseñanza de matemáticas” y eso demuestra el talante científico y firme de Claudia Sheinbaum, con respecto a su idea de modelo educativo que necesita el país, de cara a la modernidad y a la necesidad de los mexicanos, por alcanzar la competitividad con los demás países con los que interactuamos cotidianamente.
Ahora vamos a ver “cuánto le dura el corrido” al propio Mario Delgado, quien “está en capilla” por muchas razones desde tiempos de la reciente campaña electoral.
Por lo pronto, es una muy buena señal, que la presidenta Claudia Sheinbaum escuche el clamor de la sociedad, para que no se impongan libros de texto gratuitos sin consenso social ni la calidad requerida mínima por los estándares internacionales.
Héctor Calderón Hallal en X: @CalderonHallal1
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