En un mundo donde las conversaciones más relevantes ocurren en tiempo real y a través de una pantalla, el papa Francisco entendió desde el inicio de su pontificado que no podía dejar de estar presente en el espacio digital. En poco más de una década, logró construir una de las presencias institucionales más sólidas en redes sociales, abriendo una nueva etapa en la historia de la comunicación del Vaticano.

Aunque fue Benedicto XVI quien envió el primer tuit papal en 2012, fue Francisco quien verdaderamente expandió la huella digital del papado. A solo 30 minutos de su elección en 2013, se publicó el ya histórico: “Habemus Papam Franciscum”. Desde entonces, sus cuentas no han parado de crecer. En 2025, la cuenta oficial del papa en X (antes Twitter) operaba en nueve idiomas y sumaba más de 53 millones de seguidores, convirtiéndose en una de las más influyentes del mundo. En Instagram, donde fue el primer papa en abrir una cuenta, superó los 10 millones de seguidores, mientras que el canal de YouTube del Vaticano ronda los 850 mil suscriptores.

Francisco no solo habló desde sus cuentas personales. Durante su pontificado, impulsó una estrategia integral de comunicación que involucró al Dicasterio para la Comunicación, creado en 2015, desde donde se articuló la presencia digital del Vaticano en plataformas como Facebook, X, YouTube e Instagram a través de “Vatican News”. Esta renovación incluyó también una visión pastoral de la tecnología, que puso énfasis en el encuentro humano y el diálogo, incluso en entornos digitales.

Pero más allá de los números, lo interesante fue cómo Francisco utilizó las redes: con un lenguaje sencillo, cercano y directo. En lugar de limitarse a publicar mensajes institucionales, sus publicaciones buscaban conectar con la audiencia, especialmente con los jóvenes. Los animaba a usar las redes con “creatividad y valentía”, a construir puentes y no muros, y a evitar caer en la adicción a la vida virtual. “La verdadera riqueza está en las relaciones humanas vividas a diario”, decía.

No obstante, también advirtió sobre los peligros del entorno digital: la desinformación, la polarización y la pérdida del contacto humano. En 2024, durante la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, afirmó: “Está en nuestras manos decidir si seremos pasto de los algoritmos o alimentaremos nuestro corazón con libertad y sabiduría”.

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Gracias a esta visión, el papa Francisco transformó las redes sociales en un canal no solo de comunicación institucional, sino de impacto global. Su presencia digital permitió que su mensaje cruzara fronteras, idiomas y generaciones. En un contexto en el que muchos líderes aún ven las redes con recelo o superficialidad, él supo aprovecharlas como una herramienta poderosa de conexión.

Hoy, tras su fallecimiento, las cuentas del papa han pasado a llamarse Sede Vacante, como dicta el protocolo vaticano. Pero el legado digital de Francisco ya está marcado: el de un líder que entendió que para influir en el mundo, hay que estar donde el mundo conversa.