El que se aplauda y entusiasme el uso faccioso del SAT como herramienta inquisidora del régimen, únicamente refleja la usurpación de conciencias que ha logrado el obradorato. Hoy el problema ya no es estar jodido. El problema es que otros no lo estén. ¡Bravo! Su máquina de hacer rencor funciona.

Es penoso que los simpatizantes del lopezobradorismo celebren más la persecución política, de lo que les debería indignar la incompetencia e ineptitud criminal gubernamental que a diario le arrebata vidas y seres queridos a las familias mexicanas.

Me parece ignominioso, un oprobio, encomiar un gobierno autoritario, militarista, reaccionario, conservador, retrógrada, inquisidor, populista, reaccionario, demagogo, torpe, incapaz y moralino.

Sin embargo, se entiende que no queden ni vestigios de las conciencias arrebatadas. Por eso los ecos de los gritos de dolor de las madres no hacen mella en los criterios. El discurso oficialista tiene secuestrada la inteligencia en este país.

Por eso no hay crítica ni mucho menos autocrítica. Los únicos textos que se leen sin furia son los panegíricos al oficialismo. Es zalamería o calumnia. Estamos ante el funeral del pensamiento.

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Es triste que en este país el odio sea la plataforma emocional más lucrativa para granjear simpatías.

Comprendo que los sinvergüenzas del pasado hayan causado aflicciones incurables a la mexicanidad. No obstante, creo que ha llegado el momento de salir de nuestros interminables laberintos de soledad, complejos, odio y frustraciones. La reconciliación nacional se ha tornado de una urgencia intensa. O esto se irá a una chingada que trascenderá de la filosofía al plano terrenal.

Quizás la irrupción de Xóchitl Gálvez como antítesis a la rabia, sea un llamado cósmico a nuestro pueblo para sanar nuestras heridas a través de la conciliación. La violencia imperante es reflejo de la perentoriedad latente para avenirnos. Si no nos curamos hoy, quizás mañana sea demasiado tarde.

La fuente de cólera es el palacio virreinal. Está identificada. Y el oxímoron lo encarnan Andrés Manuel López Obrador y Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz. Tenemos un año para irnos acomodando de un lado o del otro de la historia.