Histórico encuentro el que se ha dado esta mañana en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en la que han quedado fuera los temas tan complejos como urgentes, por decir, migración, soberanía, derechos humanos o acciones dictatoriales. Una decisión que se comprende por la prioridad y urgencia de consolidar acuerdos regionales para la recuperación post-COVID19.
El canciller Marcelo Ebrard nuevamente recupera los reflectores en las agendas noticiosas unas horas después de que Claudia Sheinbaum rindiera su tercer informe de gobierno, el más emotivo y profundo en ideología política.
La organización, prácticamente impecable, lanzó varios mensajes muy interesantes. Primero, el de la crisis política vigente en América Latina, con la ausencia de Argentina por el fracaso electoral que enfrenta el partido del presidente; la negativa de Brasil con un presidente que se siente nombrado por Dios y rechaza cualquier intento de colaboración; Nicaragua y Venezuela con fuertes cuestionamientos: por una parte, el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez declarando tajantemente que el gobierno que representa por ningún sentido o circunstancia reconoce la administración de Nicolás Maduro y acotó que “es de caballeros decirlo de frente”, durante la Cumbre. Igual que Nicaragua, cuyo representante repudió al canciller y presidente de Argentina por haberse posicionado en alianza con Estados Unidos para intervenir ante la crisis de gobernabilidad que ha enfrentado. Argentina aspirando a presidir la CELAC.
En el dispenso, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle, también dio lecciones de ética política al decir que “cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la división de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para callar las protestas, cuando se encarcelan opositores, cuando no se respetan los derechos humanos, nosotros en esta voz tranquila pero firme que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
Por encima de todas las diferencias, de la propia situación de Nicolás Maduro, acusado de “narcoterrorismo”, tráfico de drogas, posesión de armas y con una oferta de 15 millones de dólares por su captura, la CELAC tiene una misión inédita planteada por el presidente Andrés Manuel López Obrador: construir en el continente americano algo parecido a lo que fue la comunidad económica que dio origen a la actual Unión Europea.
Cuando el Tratado de Libre Comercio se impulsó, las ideas del ex presidente Salinas de Gortari eran similares: la construcción de economías regionales con acuerdos profundos para impulsar competitividad a nivel mundial. Pero la apuesta del obradorismo por construir una comunidad económica desde el respeto y la igualdad con el sur de América es y seguramente será detonadora.
La gran pregunta es si aquellas diferencias serán superadas como para construir un proyecto económico de bloque o, por el contrario, si es que las inestabilidades políticas de cada país serán las que protagonicen un fracaso para el plan de colaboración que es más urgente que nunca.
Si evaluamos el encuentro desde los asistentes, los antagonistas confiaron en una mesa de igualdad, con voluntad de cooperación, para asistir a Palacio Nacional sin embargo, aunque Maduro divide hasta a los mexicanos, se ha confiado en que nuestro país brinde seguridad para todos los asistentes:
-Un encuentro de alto nivel con la mayoría de 17 presidentes o jefes de gobierno
-2 vicepresidentes
-12 cancilleres y otros funcionarios
Si evaluamos por agenda:
-La declaración sobre el bloqueo a Cuba con un mensaje de solidaridad.
-La condena por el actuar de la OEA y las alternativas para la cooperación
-La coordinación técnica de la CEPAL y con la prioridad para avances de vacunación, acceso igualitario, combate a la desigualdad, cambio climático y alternativas contra COVID19.
-Las declaraciones sobre las Islas Malvinas, la COP26, sobre generaciones futuras, lenguas y pueblos indígenas, equidad de género y por supuesto,
-Las bases para negociar una economía de bloque
Quien pretenda minimizar la CELAC con la presencia de Maduro o Díaz-Canel, simplemente, no tiene visión de amplia perspectiva pues el acercamiento de hoy podría traducirse en una transformación de la política internacional en la que México y América Latina sean un brazo fuerte ante el embate capitalista y sistémico que azota al mundo.