Si alguien ha tenido una carrera intachable y un actuar serio es Ildefonso Guajardo. Durante su desempeño como Secretario de Economía Federal en el sexenio de Enrique Peña Nieto, fue un hombre recto, decente, preparado. Integró un equipo eficiente con altas capacidades y manejo transparente, bajo un liderazgo estricto.
En su poder hubo un centenar de operaciones millonarias en las que, me consta, realizó negociaciones para que el Gobierno de México tuviera los menores costos con las máximas utilidades y beneficios, sin recibir absolutamente nada. Las operaciones están documentadas en los informes que obran en poder de la Secretaría de la Función Pública, sin observaciones o irregularidades.
Desconozco la carpeta con la que algún hecho con apariencia de delito haya tenido elementos suficientes como para vincular a proceso a un funcionario que, según contratistas y colaboradores, era una persona sencilla.
Sin embargo, vaya que debe haber desesperación entre los arquitectos de las estrategias de comunicación que han encontrado como único contragolpe al “Martinazo” abrir de última hora un expediente contra Guajardo:
Un caso que no se sostiene solo
Alejandro Gertz Manero, el fiscal carnal obradorista tiene más fracasos que éxitos: Entre el desprecio a las víctimas con la Ley Gertz y la falta de justicia en casos criminales como Guardería ABC, Caso Cienfuegos, se vincula a proceso por supuestas obras de arte cuyo valor no fue declarado.
Si es que ese es el expediente “más fuerte” contra funcionarios anteriores, que se preocupen periodistas, feministas y activistas porque ahí estarán los próximos escándalos construidos para dejar de hablar sobre qué hace un funcionario del gobierno dando “préstamos” a uno de los hermanos del presidente.
Obras de arte
Ciertamente, desde la Ley para Prevención de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita, las obras de arte fueron identificadas como un medio de operaciones sospechosas. Eso significa que probando Ildefonso Guajardo el origen del dinero con el que se adquirieron aquellas obras, o en su caso, el acto con el que llegaron a sus manos, se confirmará su inocencia. Una acusación absurda.
Tristemente, la Fiscalía General de la República se ha caracterizado por lanzar vinculaciones e iniciar carpetas que no logran llegar a nada. Los esfuerzos han sido principalmente enfocados en construir nuevas legislaciones restrictivas y castigadas hasta por defensores obradoristas como Alejandro Encinas.
No hay casualidades, hay causalidades
Es curiosa la sincronización de voceros y obradoristas para manchar el nombre de Ildefonso Guajardo como si tuviese una sentencia culpable en vez de una simple acusación, pero es más curioso el silencio sobre los pactos de impunidad evidentes con quienes sí tienen bastantes elementos para ser perseguidos, como Emilio Lozoya y la tranquilidad de su arresto domiciliario. Por cierto ¿Alguien sabe dónde está?
Al menos su defensa, que fue la misma que la del Fiscal Federal, sí lo sabe. Desde junio del 2019, Animal Político documentó que la defensa de Emilio Lozoya, investigado por presunta corrupción, y la defensa del Fiscal General, que supuestamente investiga a Lozoya, es la misma. O sea, tanto el Fiscal que persigue como el perseguido eran defendidos con el mismo abogado (Coello).
Si lo que ofende son las críticas de Ildefonso Guajardo, que se cuiden todos los críticos. Si es una advertencia para el próximo diputado en el papel que jugará, ojalá esto lo reafirme inquebrantable en la moral del servicio público. Al menos Ildefonso Guajardo , con todo y la no coincidencia en el proyecto obradorista, tuvo un papel clave en que los términos del nuevo Tratado de Libre Comercio beneficiaran a México.
No diré que son cobardes acusaciones, pero una cobarde distracción sí es: ¿Se han acabado ya los verdaderos corruptos del régimen anterior o la cacería es para desacreditar a los únicos opositores honestos que bien podrían ser un sano contrapeso?