Se dice que es de sabios cambiar de opinión y ciertamente, existe una conducta reflexiva que, en la política, pocas veces puede encontrarse ya que la soberbia a menudo prevalece. Reconocer un error, cambiar en perspectiva la manera de entender un acontecimiento o rectificar el pensamiento propio implica un acto valiente y creo que debe reconocerse.
Me parece un paso importante que una voz con tanto alcance como la de Lilly Téllez, nuestra compañera de medio, se haya retractado de su propia vinculación con el partido ultraconservador Vox. Es sensato evitar los extremos, es sensato reconocer errores y es aplaudible que, siendo una firmante tan visible, se haya atrevido a fijar una postura equilibrada ante los ojos de la “Iberósfera”. Mi reconocimiento profundo a su rectificación.
Sin embargo, hay un problema de origen y es que ciertamente, no todos los panistas son homofóbicos, intolerantes, xenófobos, racistas y clasistas. Me ha tocado escuchar en programas de debate a mujeres panistas como la ahora diputada Ana Villagrán con mensajes a favor del derecho a decidir, a jóvenes como Alejandro Alba defender a la comunidad LGBTTIQ, a servidoras públicas como Marisabel García o activistas políticos como Arzú Saucedo combatir la desigualdad y construir espacios para la participación popular. Los he visto recorriendo calles y a otros, sintiendo en su corazón el dolor ajeno, pero ellas y ellos son bastante jóvenes ante los confundidos líderes entre los que se debate el rumbo del PAN.
Ese problema de origen es el vacío ideológico y el triunfo pragmático en el que nos hemos clasificado pensando que los partidos políticos tan solo son vehículos para llegar a servir. Ese olvido por los orígenes partidistas, por la lectura amplia de los momentos históricos o hasta por la mínima acción de conocimiento estatutario, tiene sumidos a todos los partidos en aquella crisis. Y es que sin uno o varios liderazgos ideológicos, el rumbo se pierde y de pronto, los panistas rechazan a los panistas: los más conservadores le critican al blanquiazul asumirse feminista; las más apegadas a la familia le reclaman a las liberales de promover que la despenalización del aborto; los más socialdemócratas le critican a sus líderes que sean elitistas y sus ejemplos a seguir no hayan un rumbo común, ni proyecto, ni nada.
Anoche que Christian Camacho fue cesado injustamente como operador de redes sociales del PAN en el Senado por promover la reunión con Vox, encontré estos interesantes tuitazos:
Héctor Larios, presidente del PAN, fue uno de los que decidieron llevar a Vox al Senado mexicano:
Jorge Triana, panista progre y pro derechos, le tiró con todo a un aliado político de su partido:
El PAN, como el país, está terriblemente fragmentado y ni siquiera tiene claridad sobre lo que pretende como partido:
A quiénes sí representan esos firmantes, es a esos militantes humanistas que ven como su partido se está convierte en un partido pragmático y progresista.
{username} (@ccamacho88) September 5, 2021
El discurso de los derechos progresistas ha conquistado la razón y eso es lo que algunos no pueden comprender:
En especial a quiénes creen (con razón) que el PAN está abandonado las ideas de Castillo, Morín y Clouthier para usar las de Simone de Beauvoir.
{username} (@ccamacho88) September 5, 2021
Ya ni Calderón es reconocido por el panismo, y eso que es ultra conservador:
{username} (@EVerastegui) September 4, 2021
Finalmente, al PAN le urge llamar a todos sus militantes y definirse. Porque a pesar de respetar a mis amistades y no amistades que piensan distinto, la coincidencia ideológica de VOX y el PAN es tan clara como asegura Camacho:
Así de simple.
{username} (@ccamacho88) September 3, 2021
Me preocupa que los deslindes de múltiples panistas se deba principalmente a la sanción y desprecio social que recibieron, no tanto a una reflexión profunda y convencimiento serio de lo que representa VOX, el yunque, el franquismo y los totalitarismos que nadie anhela. Pero lo más importante: es claro que las izquierdas en México son mayoritarias; que en democracia, las minorías tienen voz, que el discurso de odio no debe dejarse crecer y que el debate democrático está en qué tipo de izquierda queremos vivir: una izquierda conservadora, evangelista que somete los derechos a consulta popular y desconoce profundamente derechos a la libre recreación de la personalidad o a la interrupción legal del embarazo, que militariza las calles y golpea migrantes o una izquierda progresista basada en las libertades, en la repartición de la riqueza y las economías circulares, solidarias, feministas, diversas.
Ahí está el verdadero debate. Y como dice el caído que recibió las consecuencias desvergonzada de un partido tibio:
{username} (@ccamacho88) September 3, 2021
Puede descansar el Presidente pues el único partido que le amenazaba, hoy está en autocanibalismo. Claramente, no pasarán.