“Si queremos un mundo de paz y de justicia, hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.”
Antoine de Saint-Exupéry
“La paz es hija de la convivencia, de la educación, del diálogo.”
Rigoberta Menchú
“Conviene que combatan las ideas, para que no tengan que combatir las personas.”
Karl Popper
28 de septiembre
Imaginaba un 28 de septiembre inédito: lleno de júbilo porque en nuestro sistema legal se reconoce al fin que la interrupción del embarazo es un derecho fundamental de todas las mujeres en territorio mexicano y que por tanto, todas esas entidades que lo siguen criminalizando, están violando flagrantemente la Constitución.
Imaginaba la alegría de salir a marchar demostrando que todas las mujeres que nos precedieron exigiendo aborto legal, habían tenido la razón. Imaginaba que los nombres de las liberadas por abortar serían consigna, que los que se han opuesto a reconocer nuestros derechos serían exhibidos y cancelados; que las niñas con sus caritas pintadas de verde con diamantina estarían marchando, pero en toda la ilusión, jamás imaginé ver a una de las nuestras martillando cabezas y tirando mujeres.
¿Qué necesidad de usar la violencia este 28 de septiembre? ¿Cuándo tenemos conquistada una batalla en una guerra por nuestros propios cuerpos que parecía interminable? Creo que en todos los actos donde se reclaman feminicidios, la acción directa como forma de protesta en los muros y paredes, en las calles, oficinas omisas, comercios explotadores e instituciones omisas es legítimo y necesario.
Mujeres policía
Pero ejercer violencia contra las mujeres policías que además de ser mujeres del pueblo uniformado, son mujeres, me parece una bajeza. Durante el análisis en transmisión de la noche anterior, una activista a la que respeto decía que eso “no era la nota” y que las mujeres que ejercieron violencia no tenían por qué acaparar la noticia. También decía que la nota era el gran número de mujeres que salieron a marchar. Y ciertamente, hoy más que nunca, con pandemia o lluvia, las mujeres escriben la historia, la hacen, se apropian de los espacios y se encuentran para luchar.
Sin embargo, no hay manera de negar el saldo rojo de la marcha en CDMX:
√ 37 heridas
√ 27 compañeras policías
√ 1 de la Secretaría de Gobierno
√ 9 civiles de las que 5 fueron mujeres y 4 hombres, uno de ellos con el cráneo taladrado, mismo que era un hombre en situación de calle.
Posicionarse sobre la violencia es un acto político y a pesar de la sororidad que nos ha hermanado tantas veces para gritar que “Fuimos todas” no es cierto: No fuimos todas. Causar terror no es feminismo. No podemos guardar silencio ante la injusticia de dañar, primero, a las mujeres policías.
Desde su espacio, ellas enfrentan triple violencia: la económica de los raquíticos sueldos que continúa priorizando a los hombres policías para ascensos, liderazgo y mejores ingresos; la estructural de estar inmersas en una institución donde pulula el acoso por parte de sus compañeros al igual que por parte de los ciudadanos; la patriarcal de integrar una institución que ejecuta el monopolio de la fuerza y define sus acciones diarias con la violencia.
Su instrucción: no reaccionar, no dañar y contener.
Me parece que además de ser una triste nota que 27 de ellas no hayan podido llegar sanas y salvas a casa, haya 4 mujeres trasladadas para su valoración médica. Y si no seremos las propias feministas las que cuestionemos las prácticas que nos ponen en riesgo a todas, no podemos exigir respeto a nuestra autonomía.
Es hora de terminar con la idea romantizada de que violentar así como nos han violentado, con martillos y palos, es justa. De hecho, me parece patriarcal que seamos las feministas de la generación que más puede disfrutar de los logros de las que llegaron antes, las que hoy hagamos esto.
No: golpear policías no hará legal el aborto en todas las entidades que faltan. Desde 2007, la Ciudad de México logró reconocer este derecho. Muchas de las que marcharon menores de 30 años estaban en la infancia o pubertad. Y ninguna de las mujeres que en aquel momento impulsaron ese derecho, lograron formalizarlo martillando cráneos.
El único camino para transitar al aborto legal es presionando en todos los congresos faltantes, descentralizando las acciones, dialogando y por supuesto, exhibiendo a quienes se opongan a reconocer lo que ya se estableció como un derecho.