He militado contra el lugar común, los dichos, las frases hechas y las metáforas; militancia para impedirme su uso inadvertido o deliberado. Pero por más deliberado que sea el lenguaje oral o escrito, difícilmente escapa el usuario de caer en la “trampa” o la inevitabilidad de esos usos. Así lo demostraron con el lenguaje metafórico Lakoff y Johnson en Metáforas de la vida cotidiana (1986): ¡es imposible escapar de ellas! Lo explican mediante el Concepto Metafórico Sistemático, una estructura que analiza los conceptos que usamos a diario, alimentados de lenguaje metafórico inadvertido, al tiempo que arrojan, vomitan o expulsan de su núcleo nuevos metaforismos: El habla cotidiana está dañada (o hermoseada; según cada quien) de metáforas, porque en su raíz o núcleo nace y sale al mundo oral la metáfora; en consecuencia, también en el escrito, y no sólo en la poesía que tiene fama de ello, ¡en todo!
Debido a esa militancia contra los usos comunes del lenguaje alguna vez reproché a una persona por utilizar una frase que se lee todo el tiempo, en particular alrededor de esa anomalía que es el día de la música o del músico (22 de noviembre): vivir sin música sería un error o algo parecido (equivalente en cierto sentido a la vulgaridad política: vivir fuera del presupuesto, el erario, es un error, y usualmente para sus practicantes, un horror). Frase atribuida al filósofo, músico y poeta alemán, Friedrich Nietzsche. Como ha sido usada por años de manera inocente o descarada por gente que seguramente no ha leído al autor, por gente que utiliza frases hechas que copia de los muros ajenos en las redes sociales, o de las listas de frases a propósito de tal o cual cosa en los diarios digitales, he tendido a desdeñar esas costumbres y a recriminar, cuando es posible, a sus usuarios; tal vez un error. Son semejantes a aquellos que citan el poema “Instantes” nunca escrito por Borges o las cartas apócrifas de un moribundo García Márquez que jamás redactó, y así sucesivamente.
Pero la gente es sentimental, romantiza todo y se precipita sin indagar. Así que la sentencia de Nietzsche reiterada hasta el hartazgo me ha parecido sospechosa. Sí coincide con su pensamiento filosófico en la medida que antepone la música incluso a la poesía (porque la poesía lírica, en concepto nietzscheano, es una imitación de la música), pero he dudado de que la hubiera escrito de manera literal. Así que hace un par de años busqué y encontré; hasta ahora lo escribo.
[Acompañemos este texto con algunas piezas compuestas por Nietzsche, sobre todo “Lieder” (canciones), que es una de las expresiones artísticas alemanas más logradas, la integración de música y poesía; aquí “Gern und Gerne”, en la voz del barítono Dietrich Fischer-Dieskau]:
Inicié una revisión de las obras del filósofo del eterno retorno. Y di con un primer hallazgo que confirma la frase en cuestión como compatible con las ideas de Nietzsche. La encontré en “El arte en el ‘origen de la tragedia’” del Libro tercero, Fundamentos de una nueva valoración, de Voluntad de poder, obra póstuma sobre la cual se cierne la sospecha de haber sido alterada o intervenida por Elizabeth Nietzsche, la hermana:
“El arte y nada más que el arte. ¡Es el que hace posible la vida, gran seductor de la vida, el gran estimulante de la vida!
“El arte es la única fuerza superior opuesta a toda voluntad de negar la vida, es la fuerza anticristiana, la antibudística, la antinihilista por excelencia.
“El arte como redención del hombre del conocimiento, de aquel que ve el carácter terrible y enigmático de la existencia, del que quiere verlo, del que investiga trágicamente. El arte es la única fuerza superior opuesta a toda voluntad, que no solamente percibe el carácter terrible y enigmático de la existencia, sino que lo vive y lo desea vivir: del hombre trágico y guerrero, del héroe.
“El arte es la redención del que sufre, como camino hacia estados de ánimo en que el sufrimiento es querido, transfigurado, divinizado: en que el sufrimiento es una forma del gran encanto”.
Si se sustituye la palabra música por arte o se piensa en la música como el arte del que habla el texto anterior, tenemos absolutamente la idea de la famosa frase, pero no la frase en sí. Así que, entre contento y escéptico, continué la búsqueda. Y encontré:
“¡Qué poco se requiere para ser feliz! El sonido de una gaita. Sin música la vida sería un error. ¡El alemán se imagina a Dios mismo cantando canciones!”
La frase se halla explícitamente en las “Sentencias y flechas” del Crepúsculo de los ídolos. La número 33: “Sin música la vida sería un error”. Pero no sólo eso, en la versión de Alianza Editorial, el traductor Andrés Sánchez Pascual señala dos anotaciones/apariciones más de la frase en dos cartas: “En una carta a Peter Gast del 15 de enero de 1888, dice Nietzsche: ‘La vida sin música es sencillamente un error, un trabajo penoso, un exilio’. Y en la dirigida a G. Brandes el 27 de marzo de 1888, lo repite: ‘Sin música la vida sería para mí un error’”.
[Una de mis piezas preferidas de Nietzsche es este melodrama, “Das zerbrochene Ringlein”]:
Naturalmente, fui vencido al fin en este punto. Reitero, no en cuanto al concepto pero sí en relación a la existencia literal de la frase o no. Sin embargo, el problema de fondo seguía siendo el mismo, cuando al leer la frase por aquí y allá venía acompañada del enlace a alguna canción de poco valor. Esto significa un choque. La vulgarización de una bella frase. Porque la música en que el autor de ella está pensando es de carácter, digamos, elevado. En el sentido de su concepción y realización. Esto no significa desdén a lo que podría considerarse música “popular”, que en caso de estos tiempos hay que preguntarse si por popular no se está hablando en realidad de “comercial”, la que se promociona y vende en los medios masivos, que se repite obsesivamente hasta convertirla precisamente en “masiva”, antes que en verdaderamente popular. Se trata de una música con raíz en el pueblo pero que se desarrolla a los más altos niveles de las posibilidades de la creación inventadas por la humanidad. A ello se refiere Nietzsche, por ejemplo, con la tragedia griega y la música de su tiempo.
En El nacimiento de la tragedia establece con claridad la raigambre popular de la tragedia griega: “el drama antiguo floreció a partir de una epidemia popular de ese tipo [el salto, el baile, el canto en masas cada vez mayores], y que la desgracia de las artes modernas es no haber brotado de semejante fuente misteriosa”; es decir, la efusión espontánea se fue transformando hasta crear un escenario y un público: las festividades dionisias.
Y en “Sentencias y flechas” número 22 encontramos la causticidad ejemplificando la interrelación entre raíz popular y música de valor: “Los hombres malvados no tienen canciones. - ¿Cómo es que los rusos la tienen?”. Sánchez Pascual informa que la primera frase es un verso, muy popular en Alemania, de “Los cánticos” (1804), de Johann Gottfried Seume. Nietzsche la usa en un fragmento inédito (julio-agosto, 1883) para explicar que “La música rusa saca a la luz, con una simplicidad conmovedora, el alma del mujik, del pueblo bajo. Nada habla más a mi corazón que las suaves melodías de esa música, todas las cuales son melodías tristes… Mas, ¿cómo es que las clases dominantes de Rusia no están representadas en su música? ¿Basta con decir ‘los hombres malvados no tienen canciones’?”.
[”Lied mit Rosen”]:
La consideración nietzscheana de la tragedia griega y la música rusa arrojan claridad sobre la naturaleza del arte del que habla el filósofo: su espontáneo y natural desarrollo hasta alcanzar los niveles más altos posibles de la creación. Se trata de ejemplos que contradicen el supuesto elitismo de Nietzsche. Elitismo, en todo caso, contra la ignorancia y el sentimentalismo puesto en las “verdades absolutas” que acogen al individuo al nacer y que este no es capaz de romper. Elitismo contra la “romantización” de los sentidos.
Y es que la música, en particular la que no tiene texto, encarna el arte más elevado que exista por su virtud de abstracción y universalidad. La canción, recurre a una lengua, lo mismo que la poesía, de limitada comprensión. En cambio, la abstracción instrumental es susceptible de ser comprendida por todos los seres humanos sin necesidad de una oralidad o de una traducción. En el apartado “Seis”, de El nacimiento de la tragedia –libro que debiera leer todo artista–, establece esa superioridad de la música sobre la palabra, aunque esta sea poesía:
“Todo este análisis se atiene al hecho de que, así como la lírica depende del espíritu de la música, así la música misma, en su completa soberanía, no necesita ni de la imagen ni del concepto, sino que únicamente los soporta a su lado. La poesía del lírico no puede expresar nada que no esté ya, con máxima generalidad y vigencia universal, en la música, la cual es la que ha forzado al lírico a emplear un lenguaje figurado. Con el lenguaje es imposible alcanzar de modo exhaustivo el simbolismo universal de la música, precisamente porque esta se refiere de manera simbólica a la contradicción primordial y al dolor primordial existentes en el corazón de lo Uno primordial, y, por tanto, simboliza una esfera que está por encima y antes de toda apariencia. Comparada con ella, toda apariencia es, antes bien, sólo símbolo; por ello el lenguaje, en cuanto órgano y símbolo de las apariencias, nunca ni en ningún lugar puede extraverter la interioridad más honda de la música, sino que, tan pronto como se lanza a imitar a ésta, queda siempre únicamente en un contacto externo con ella, mientras que su sentido más profundo no nos lo puede acercar ni un solo paso, aun con toda la elocuencia lírica”.
Como se entenderá, al decir “Sin música la vida sería un error”, Friedrich Nietzsche no está hablando de una “quebradita”, una cumbia o tropical, una de banda o de mariachi sino de un concepto musical elevado (pónganle comilla si gustan, “elevado”) aunque tenga raíz popular, y mejor si la tiene; en México tal vez pueda encontrarse en los compositores posteriores a la revolución mexicana: Revueltas, Chávez, Moncayo… Y lo digo porque dicha frase en las redes sociales suele acompañarse con enlaces a música comercial no necesariamente popular. Cada quien puede decir, escuchar y compartir lo que quiera, que para eso hay libertad, mas un poco de claridad en los conceptos no viene nunca mal. Consideraciones más detalladas, ejemplos específicos, reconocimiento de expresiones artísticas particulares, bien pueden quedar para otra ocasión.
[Finalmente, una pieza que algunos han considerado la obra musical maestra de Nietzsche; como se observan sus composiciones son breves, “Monodie a deux”]:
Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo