Ambas, Sheinbaum y Gálvez consiguieron las más codiciadas candidaturas de sus respectivas organizaciones políticas, pero esa solo era una etapa, la más sencilla. Lo que ha seguido para las dos es lo más complejo: resistir los ataques que lógicamente les iban a lanzar propios y extraños: golpes de los aliados para presionarlas por posiciones de poder, golpes de los rivales para debilitarlas.
Xóchitl se encuentra ahora en un bache incierto que afecta sus expectativas electorales; la aspirante del Frente Amplio por México ha sido tocada por dos misiles que nadie en su equipo pudo anticipar: las supuestas irregularidades en la construcción de su casa roja y los párrafos copiados de su trabajo para titularse como ingeniera, dos asuntos que le han incrementado sus negativos sin que los partidos que la apoyan hayan hecho nada para defenderla.
Claudia, por su parte, está por enfrentar el principal reto previo al arranque formal de su campaña: la inconformidad de la gente más identificada con la izquierda entre la militancia de Morena por la posible candidatura de Omar García Harfuch a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México; si la rebeldía de Ebrard parece haber sido ya controlada y no ha generado mayor división en el oficialismo, el enojo de quieres no quieren a un policía como gobernante en la capital sí podría dividir al oficialismo.
Los equipos
Quienes colaboran con ambas han sido impuestos por cuota, por instrucción del/los mandamases o por compromisos que ellas no hicieron. Lo peor, en el grupo de los aliados morenistas se están dando con todo y los frentistas solo piensan en que le alcance a Xóchitl no para ganar la presidencia, sino para que a ellos les toque hueso.
Morena
Para muestra, la gobernadora del Estado de México que ostenta el cargo, pero su gabinete lo conformaron desde presidencia y atendiendo a los grupos de interés de Morena, lo que dificulta conciliar intereses por ello, lo sucedido en el arranque de la gira de agradecimiento de la gobernadora, que acabó en un encontronazo a golpes entre el personal de seguridad del alcalde Fernando Vilchis y gente del Frente Popular Independiente (FPI), expresión que lidera el experredista Octavio Martínez, y que tienen su propia disputa por la candidatura a la alcaldía del municipio más poblado del país.
En sus primeros días Delfina no le encuentra la cuadratura al círculo, porque hay muchos hilos de los que penden demasiados intereses.
En el círculo de Claudia ya se notan las diferencias entre los equipos de la ungida, del presidente y sus descendientes, de Adán Augusto y los amagos de disidencia tanto de parte de Ebrard como de la izquierda más radical, además de que Claudia no es una candidata carismática, no ha construido un discurso propio y en ocasiones es grosera con ciertos públicos y medios de comunicación, parece que llegó a su techo y que para tratar de subir se vea necesitada de que sus huestes golpeen a Gálvez para sumarle negativos o buscar la división de la oposición vía Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado que gustoso se está prestando al papel de esquirol.
La partidocracia
Del lado del frente opositor, las cosas tampoco están nada bien. A pesar de que Xóchitl Gálvez emergió con fuerza y enfrentando con inteligencia la narrativa presidencial, al grado de ganarle varios rounds al presidente y obteniendo simpatías y consiguiendo sacudir la conciencia social, después de alcanzar la nominación no levanta más y parece que poco a poco gana terreno la partidocracia.
Aunque por sí sola logró poner los pelos de punta al presidente y parecía que había logrado poner en sintonía a los partidos políticos de su coalición, nuevamente estamos viendo lo mismo de siempre, los acuerdos cupulares, luchas por mantener sus posiciones y dietas y que, por sobrevivir, muchos están dispuestos a venderse al mejor postor, personajes como Jorge Carlos Ramírez Marín en Yucatán o en el Estado de México, Enrique del Villar.
Envueltos en intereses personales, los partidos se han olvidado de hacer lo que les corresponde, influir en grupos y en sus bases para generar el movimiento territorial.
Los datos duros
En México la cultura política obedece mucho más a un tema de conveniencia y oportunismo y no de conciencia, por eso coincido plenamente con la explicación hecha por Pascal Beltrán del Río, señalado que a pesar de que unos 97 millones de mexicanos estarán en posibilidades de votar el año entrante, la decisión de quién gane la presidencia recaerá en menos de cinco millones, restando el abstencionismo y el voto duro de las dos coaliciones que protagonizarán el proceso, y del apoyo al resto de las fuerzas políticas.
Considera que la concentración del sufragio que se dará en las dos principales candidaturas, que ha sido, en promedio, de 75% desde el año 2000, se llevará 43.8 millones de los 58.5 millones de votos válidos que se depositen en las urnas en 2024, si se da una participación de 62 por ciento. En caso de que el voto duro de las dos coaliciones sume, como parece, 39 millones de votos —los 20 millones que se depositaron a favor de Morena y sus aliados en las elecciones legislativas de 2021, más los 19 millones obtenidos por los actuales partidos del Frente Amplio por México en ese mismo proceso—, los sufragios que realmente estarán en disputa no pasarán de cinco millones.
Esto es en números duros, pero falta mucho tiempo y estos se mueven, no por las campañas ni la oferta de los candidatos y sus organizaciones a la sociedad, sino de los acomodos políticos que se tengan. De ahí que los dos bandos estén jugando a la partidocracia, al reacomodo de las fuerzas de elite y reacomodo por intereses de grupo y personales, olvidándose nuevamente de la masa ciudadana.
Si el presidente y su movimiento logran reagruparse y ofrecer, como en 2018 los incentivos suficientes como candidaturas, cargos de la alta burocracia, contratos y canonjías, y la oposición, como vemos, se duerme en sus laureles y están a la espera de que se les aviente un lazo, de parte del oficialismo, Xóchitl poco o nada podrá hacer.
Si, por el contrario, la oposición logra reagruparse y los partidos se alinean a la propuesta que prepararon personajes, intelectuales y sociedad civil más otras mentes brillantes, mueven a sus bases y su estructura territorial y defienden los programas exitosos del pasado y apelan, no a los cinco millones de ciudadanos libres que votarán sino a muchos más que les gana la apatía y el conformismo, tendrán posibilidades.
Por lo pronto, Xóchitl está en problemas porque su control de daños ha sido deficiente, mientras que Claudia está por enfrentar su prueba de fuego con la candidatura de Harfuch, que no se ve sencillo transite sin dificultades. El ambiente político se enrarece, ni duda cabe.
X: @diaz_manuel