Pocas personas más cercanas al presidente López Obrador que Gabriel García, hasta hoy jefe de los llamados superdelegados —oficialmente coordinador de los Programas de Bienestar del Gobierno Federal.
El propio García dijo que abandona tal cargo para retomar su lugar en el Senado. ¿Y cuál es la jugada?
Es decir, ¿tanto así? Y más, mucho más. García era senador, pero no había ejercido su función de legislador porque el presidente AMLO le había pedido trabajar a su lado en Palacio Nacional como responsable principal de los superdelegados.
En lugar de Gabriel García en el Senado ocupaba el escaño su suplente, Alejandro Peña.
Ahora Peña se integra a la estructura directiva de Morena, y por tal motivo obliga a García a ir al Senado.
Malas noticias para el todavía mero mero de los senadores morenistas, Ricardo Monreal: con la llegada a la cámara alta de Gabriel García, el zacatecano perderá mucho de su poder.
Se la ganó Monreal por haberle llevado las contras a Morena en la Ciudad de México durante el pasado proceso electoral.
Ni Claudia Sheinbaum ni el partido gobernante ni, mucho menos, Andrés Manuel merecían una traición como la diseñada y ejecutada por Ricardo Monreal.
De ahí que a Gabriel García se le haya encargado la misión —ni tan— imposible de impedir que Monreal acumule más poder, no vaya ser que se le ocurra usarlo contra AMLO y Morena en las presidenciales de 2024.