Algunas personalidades hoy en día han estado en el ojo del huracán en las redes sociales por distintos motivos: ya sea por videos que los evidencian haciendo conductas inapropiadas o ahora, en el caso de Galilea Montijo, reconocida conductora mexicana que su nombre y persona aparecen en el libro de Anabel Hernández titulado “Emma y las otras señoras del Narco”, en donde se dice que fue la amante de uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo: Arturo Beltrán Leyva, fallecido a tiros en el 2009 en Cuernavaca, Morelos.
”Emma y las otras señoras del Narco” explora cómo las cabecillas de la droga han amoldado el perfil machista para abusar, manipular o explotar a las mujeres, incluso hacerlas cómplices y operadoras en sus negocios ilícitos, enamorándolas y seduciéndolas con el inmenso poder que adquieren.
Evidentemente Galilea Montijo ha salido ya a desmentir esto entre lágrimas, y ha dicho y asegurado que es una difamación en su contra y que tomará cartas legales en el asunto.
Mientras tanto y con total tranquilidad, la autora del libro ha dicho que sostiene lo dicho y que no se retracta. Que lo que ahí menciona de Montijo no fue un rumor que le hubiera llegado a ella o un mero chisme , sino fue de fuentes confidenciales e íntimas, muy cercanas a Beltrán Leyva.
Puedo entender a Galilea y su postura de negar todo: tiene un niño de 9 años al que a toda costa como madre querrá defender, porque al exponerse esta información, el niño estará expuesto al bullying interminable de sus compañeros y a un dolor y vergüenza constantes.
¿Galilea tenía que negarlo?
Mi sugerencia hubiera sido un rotundo NO.
Hemos visto cómo personajes importantes que han sido descubiertos en alguna situación comprometedora han negado la situación cuando esta es ya insostenible de negar y entonces viene un “sí fue verdad”.
Galilea en lugar de llorar frente a cámaras, tendría que reconocer que esto fue verdad, que ella era muy joven, una mujer libre y que pudo ser presa fácil de Beltrán Leyva para hacer de ella lo que quisiera: Juventud y belleza en una encontró Beltrán en ella y no sabemos qué encontraría Galilea en este narcotraficante. Tampoco creo que tengamos que condenarla al paredón. Quizá se equivocó, quizá la deslumbraron, quizá se enamoró.
Pero negar que existió ese vínculo con este señor es muy difícil de creer. Anabel Hernández, creo yo, no se hubiera atrevido a escribir un libro poniendo nombres y apellidos de varias mujeres sin tener el sustento para defenderse, porque era esperable que vendrían las demandas y los juicios contra ella.
Por lo que, insisto, lo mejor era haber aceptado que hubo un amorío con el, que esa etapa es parte de su pasado y que eso no la hace una mala mujer.
Pero de seguir en esta línea de negación y victimización de celebridades que son señaladas con pruebas por algún tropezón en su vida, no llevaría a nada más que al escarnio público por esta falta de honestidad que escasamente encontramos en los señalados.”Sí, yo fui” o un “sí, esto pasó”, serían suficientes para volver a recuperar la poca credibilidad que les queda. Los humaniza y acerca a la gente de nuevo.
Pero llorar e inventarse que todo y todos están en su contra y que es un complot para dañarlos, ese cuento ya nadie lo cree. En fin, ¿qué opinan?