Se cumple la voluntad del pueblo de México. Había razones muy poderosas para declarar la invalidez del proyecto del ministro González Alcántara Carrancá, que, todavía ayer, intentó frenar algunos cambios a la reforma del poder judicial. De hecho, Norma Piña, en ese afán de desesperación, llegó al punto de querer imponer un número de votación para anular algunas concepciones del decreto. Fue una estrategia o maniobra que, al final de cuentas, no resultó fructífera a la hora de llevar el tema a la votación. En concreto, se pondrán en marcha los ajustes que se establecieron en la carta magna a través del constituyente: máximo órgano para tomar decisiones en el legislativo federal. Por consiguiente, no hay nada que el conservadurismo pueda hacer al respecto, máxime con las penosas resistencias que pusieron en práctica.
Lo dijimos hace poco: no se trata de medir fuerzas, sino de respetar el poder constituyente que, dicho sea de paso, delegó al pueblo de México a través del mandato popular. Siendo así, el instinto de algunos ministros fue, ni más ni menos, conservar el techo financiero tan excesivo y, de paso, seguir truncando la participación de justicia, especialmente a los sectores más vulnerables del país. Precisamente por ello, Andrés Manuel López Obrador diseñó el proyecto de modificación al poder judicial. La intransigencia del ministro González Alcántara Carrancá, por ejemplo, estaba totalmente desacreditada y fuera de una legalidad constitucional. Hay muchas razones para pensar que fueron intentos desesperados por los cambios que se avecinan. Es más, con la reforma de inimpugnabilidad de adiciones o reformas a la constitución que está aprobada, se generarán más mecanismos para salvaguardar al constituyente.
A todo esto, hay que reconocer la labor que está abanderando la fracción parlamentaria de Morena, especialmente los coordinadores de ambas cámaras legislativas. De hecho, el grupo parlamentario de Morena, coordinado por Ricardo Monreal, no cedió a las fuertes presiones de los ministros de la Corte. Como punto de referencia, tuvo el respaldo del pueblo de México; es decir, esa participación social, a gran escala, fue parte esencial de la defensa. Ayer, en efecto, el propio zacatecano, pieza medular en este andamiaje constitucional, dijo que, al final de cuentas, el tiempo les ha dado la razón. Él, doctor en derecho, siempre dejó claro cuál es la función en la división de poderes. Para ello, tomaron precauciones con el decreto de inimpugnabilidad que, en parte, fue obra de él.
Se ha reconocido, por tanto, el quehacer importante que varios legisladores han llevado a la práctica en el tema de la reforma al poder judicial. Justo al lado del coordinador, en cada posicionamiento, aparece el diputado de Baja California, Fernando Castro Trenti. Él, lo dijimos, es otra de las piezas cruciales en el armado político de San Lázaro. O sea que, además de la interlocución y mediación, Trenti es un eficiente operador de temas legislativos. Su liderazgo, a dos meses del arranque, se hizo muy visible. Con frecuencia, de igual manera, sube a tribuna a defender las iniciativas que ha enviado la presidenta constitucional de México, Claudia Sheinbaum. Para muchos puede parecer muy prematuro, sin embargo, todo ese trabajo, en aras del proceso electoral que se avecina en 2027, lo coloca en los reflectores como un prospecto para la gubernatura de Baja California, eso sí, bajo el vehículo de participación de la coalición Seguimos Haciendo Historia.
Mientras ese instante llegue, estamos viviendo un momento histórico en la vida pública de nuestro país. Además de qué triunfó la congruencia, se han sentado las bases de la democratización, especialmente en la división de poderes. Es, ni más ni menos, los elementos inherentes al plan C que diseñó Andrés Manuel López Obrador. Ayer, luego de declararse improcedente el proyecto del ministro González Alcántara Carrancá, venció el mandato popular que manifestó su cariño al programa de transformación el pasado 2 de junio. De hecho, no sirvió de nada la irrupción de la oposición al Senado, ni mucho menos la fuerte presión de los conservadores. Para ellos, en efecto, no les queda más que respetar al poder constituyente luego de realizar todo lo necesario para invalidar los ajustes a la carta magna.
La oposición, por ejemplo, hizo hasta lo imposible; elevó el discurso beligerante y, en el peor de los casos, hizo el ridículo con una resistencia muy minina de simpatizantes que, sabemos, provienen de las filas del PRIAN. De igual forma, falló el golpismo del expresidente Ernesto Zedillo, que, como vocero del conservadurismo, ha quedado evidenciado. Hoy, para fortuna de la democracia de México, se ha hecho valer la soberanía. Habrá un proceso transparente para elegir a magistrados, jueces y ministros. Temas tan medulares como este, se llevarán a cabo el próximo año. Lo que corresponde, en este preciso momento, es resaltar el poder del constituyente y la capacidad autónoma para tomar decisiones. Ganó la congruencia.