Claudia Sheinbaum presentó su estrategia de seguridad y construcción de la paz. Por el bien del país, esperamos que funcione. Omar García Harfuch —impecablemente vestido y peinado, sin duda el secretario de seguridad tiene la imagen de lo que debe ser la nueva policía mexicana— presentó los cuatro ejes que guiarán las acciones para prevenir y combatir la delincuencia.

Los cuatro ejes de la estrategia de seguridad son: atención a las causas; la consolidación de la Guardia Nacional en la Sedena; fortalecimiento de la inteligencia y la investigación; y más coordinación entre estados y el gabinete de seguridad. Además, la presidenta dijo que no volverá a la guerra contra el narco de Felipe Calderón.

Me parece que la estrategia de la presidenta Claudia Sheinbaum es adecuada; sin duda es un buen principio. Agregaría dos aspectos como parte de sus ejes o como nuevos pilares de la estrategia. El primero, el fortalecimiento de las policías estatales. Todos sabemos desde hace años que una gran parte de la inseguridad es producto de la debilidad de las policías estatales.

De poco serviría fortalecer la investigación si toda ella tuviera que realizarse desde la Federación o las instituciones militares. El fortalecimiento de las fiscalías de los estados resulta fundamental.

La coordinación de la Federación con los estados en materia de seguridad es clave, pero el problema surge cuando nos enfrentamos a la realidad en varias entidades. Por ejemplo, en estados como Colima, donde su policía estatal tiene alrededor de 20 patrullas y la mitad están descompuestas, ¿qué tipo de coordinación o colaboración puede darse en esas circunstancias?

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Después de afirmar que no regresará la guerra contra el narco —en lo cual coincido—, el segundo aspecto con el que debe fortalecerse la estrategia de Claudia Sheinbaum, lo puede decir o simplemente hacer, es el uso proporcional y racional de la fuerza, con estricto apego a los derechos humanos. El Estado no puede renunciar al monopolio de la violencia, pero es su obligación ejercer esa facultad de manera responsable y racional.

También sería importante que la presidenta o el secretario de seguridad detallaran qué representa la consolidación de la Guardia Nacional.

En el papel y en la voz de Omar García Harfuch, la estrategia suena bien. El asunto es conocer su aplicación en el territorio. Sabemos cómo opera el tema de la prevención, y creo que se avanza por el camino correcto; en este eje hay ejemplos de éxito en la Ciudad de México y en otras entidades federativas.

La incógnita, el gran reto, es saber —y sobre todo ver— cómo se aplicará esta estrategia y sus ejes en municipios como Culiacán, Sinaloa, que lleva un mes de enfrentamientos entre los Chapitos y Los Mayitos, con un saldo de más de cien asesinatos; León y Celaya, en Guanajuato, que ocupan los primeros lugares en muertes violentas; o Chilpancingo, Guerrero, donde el crimen organizado decapitó al presidente municipal recién electo, en un mensaje que eriza la piel.

¿Qué esperamos? Pues, simple y sencillamente, que en estos municipios, en un tiempo razonable, vuelva la paz y sus habitantes puedan hacer su vida sin temor a ser asesinados, secuestrados o asaltados. Simplemente, que se restablezca el derecho de los habitantes de Culiacán, Chilpancingo, León, Celaya o del resto del país a vivir sin miedo. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.