Llegó finalmente la decisión del jurado en el proceso contra Genaro García Luna, en una corte de Nueva York. El veredicto, que ciertamente se da antes de lo pronosticado al comenzar el juicio, fue lapidario: ¡CULPABLE! de todos los cargos que se le imputaron. Como para que quedara muy claro que los fiscales norteamericanos lograron probar, más allá de toda duda razonable, que el ex super policía de Felipe Calderón es un delincuente y que encabezó el brazo armado del narco-gobierno panista de 2006 a 2012.

Debo admitir que la decisión unánime de los doce miembros del jurado acerca de los cinco cargos me sorprendió. Personalmente tenía el mal presentimiento de que el proceso judicial entero terminaría siendo un enorme fiasco, habiendo tantos intereses del propio gobierno de Estados Unidos que podrían verse afectados de salir a la luz todo el entramado criminal que los propios gringos ayudaron a construir, gracias al respaldo “moral” y al apoyo logístico, en armamento, y por supuesto económico que los gobiernos de Bush y Obama dieron a la administración calderonista en su momento con la pantalla de la “guerra contra el narcotráfico”. Llegué incluso a pensar que el caso “se caería” por falta de pruebas contundentes, y que García Luna podría hasta ser dejado en libertad, en una suerte de pacto de complicidad con las autoridades del vecino país.

Pero sí, el veredicto me sorprendió, lo que de plano me dejó atónito es el cinismo y la desfachatez de todo el espectro opositor mexicano ante lo acontecido en Brooklyn. De todos es sabido que tenemos la oposición política más imbécil y miserable del mundo, y a nadie extraña el grado de mezquindad y de ridículo al que pueden llegar aquellos que viven, respiran y existen para atacar al presidente AMLO y a la 4T. Lo vimos cuando los medios corporativos de comunicación a su servicio primero ignoraron olímpicamente el juicio, para luego mencionarlo a regañadientes en sus espacios y finalmente, de plano, embarcarse en una ardorosa y grotesca defensa del acusado, a quien hasta quisieron pintar como “un esposo enamorado”, hablando de los besos que le aventaba a su mujer desde el banquillo de los acusados en vez de hablar de los muertos a quienes él mandó asesinar por órdenes del crimen organizado.

A todo ese vómito televisivo, cibernético e impreso ya nos estábamos acostumbrando, cuando la fachiza nos sorprendió al alcanzar un nuevo nivel de bajeza, segundos después de conocerse el veredicto. En perfecto nado sincronizado, salieron a vociferar que tal resolución judicial de nada vale, o para poco sirve, porque “la justicia tuvo que hacerse en otro país”, en vez de en México. En este mismo espacio digital que es SDP Noticias, uno de estos garcialunáticos de closet incluso llegó al extremo de tildar a quienes festejamos que se haya hecho justicia, de “lacayos del imperio”, concepto que además de idiota delata la chavorruquez de quien lo utiliza: esa mariguanada del “imperio” no la usamos en la izquierda por lo menos desde la década de los setenta.

Pero nadie se ensañe con el buen Manuelito, que a él me refiero como ejemplo de estos garcialunáticos que parecen sentir por GGL lo que Óscar Wilde llamó “el amor que no se atreve a decir su nombre”. Él, y tantos otros, sólo están expresando su frustración, su impotencia, su enojo, porque saben perfectamente que el veredicto de culpabilidad no sólo es para García Luna, sino para el sistema político y el régimen de privilegios que ellos añoran y que con tanto ardor defienden y quisieran que volviera. Saben muy bien que en la corte de Nueva York se puso el último clavo al ataúd político del Partido Acción Nacional, la última apuesta que tenían para intentar retomar el poder en los años venideros, luego del colapso del PRI víctima de su propia corrupción y la de su clase dirigente, y de que Movimiento Ciudadano parece haber llegado a su techo y no tener para cuándo despegar.

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Por eso están tan enojados estos fans de García Luna. Por eso ayer los diputados panistas, en un alarde de cinismo grotesco abandonaron el salón del Pleno en la Cámara apenas se conoció el resultado del juicio. No tuvieron pantalones para quedarse a escuchar lo que seguramente les iba a decir Gerardo Fernández Noroña, que los habría hecho trizas recordándoles que el hoy declarado culpable fue la mano derecha de su ídolo de barro, el carnicero genocida Felipe Calderón. Prefirieron los diputados del PAN correr como cucarachas a esconderse en alguna alcantarilla, y de paso confirmaron lo que todos ya sabíamos: que ellos, los panistas, forman parte de un grupo criminal que cuando tuvo el poder por doce años lo que hicieron fue construir un mega cártel del narcotráfico y que bañaron en sangre a este país. Ni para reconocer eso tuvieron agallas.

Pasarán todavía largas semanas antes de que el juez Cogan dicte la sentencia que corresponda a la gravedad de los cargos por los que García Luna fue hallado culpable. Pero sea cual fuere la pena que se le imponga al ex policía estrella, la auténtica condena deberá ser no sólo para Genaro, sino para el narco-partido al que representa y para el narco-gobierno al que sirvió. Esa condena debe ser que nunca más, por el bien de México, vuelvan a tener el poder. No queremos otro narco-presidente.

Twitter: @Renegado_L