Otro día, otra tragedia que se acumula para el atribulado gobierno de Joe Biden.
Cuando no es una explosión de huelgas en varias empresas importantes, es la renuencia de amplios sectores de la sociedad norteamericana a vacunarse, anaqueles vacíos o aumentos en los precios de la gasolina.
En una localidad de California, que se distingue por tener la gasolina más cara de los Estados Unidos, el galón de gasolina alcanzó los 8 dólares. Es decir, cada litro de gasolina cuesta cerca de 20 pesos, de acuerdo con el tipo de cambio actual.
En los supermercados, además de anaqueles vacíos, se prevé una inflación de hasta el 10% en los precios de los productos. Un escabroso incremento en precios de doble dígito, que en un principio se ocultó mediante tretas tales como reducir el peso o el contenido de algunos productos cómo cereal o papel sanitario, un hecho reportado desde el año pasado en supermercados estadounidenses.
Además de los “cuellos de botella” en los centros de distribución estadounidenses, los aumentos en el precio del combustible y la llamada “gran renuncia”, en donde muchos trabajadores están cambiando de empleo buscando mejores horizontes, la realidad es que el gobierno encabezado por Biden está paralizado tanto por su centrismo radical que le impide tomar medidas fuertes para volver a reactivar (o al menos intentarlo) la economía de EU, cómo para abandonar el “bipartidismo” innecesario en este momento, cuando los demócratas dominan las tres principales ramas del gobierno (Senado, Congreso y Presidencia).
La cereza en el pastel es el declive en el índice de aprobación de Biden, lo cual se suma a la popularidad que aún mantiene Trump, quién podría volver por sus fueros en 2024 buscando lo que sería una peligrosa revancha.