Comencemos por la tragedia 

“Me afligen todos los dramas”, dijo en una ocasión Juan José Arreola. Es decir, no es posible evadir la consternación y aun el dolor ante la tragedia. El drama de Genaro Salinas Carmona es, a la distancia, uno de los más tristes. Imaginen a un joven artista que ha salido constantemente de su país en búsqueda del éxito, de trabajo e incluso de la mera sobrevivencia, morir en las calles de una ciudad lejana, ajena, solo, víctima muy probablemente de un atentado a causa de una pasión amorosa.

El 28 de abril de 1957, apenas a los 38 años de edad (1918-1957), el tenor originario de Tampico, Tamaulipas, fue encontrado moribundo debajo de un puente en una avenida de Caracas, Venezuela, con el cráneo abierto y múltiples heridas y contusiones, sin poder hablar aunque, según los registros, parecía querer decir algo. Fue trasladado a un sitio de atención y falleció poco más de una hora después. Hay varias versiones sobre su muerte y aún no hay certeza aunque se sospeche de una de ellas como la más factible: 1. Que se trató de un accidente donde un auto atropelló al cantante. 2. Que alcoholizado y sentado al borde del puente, se habría precipitado al asfalto. 3. Que desesperado por su condición económica (y quizá emocional) se habría suicidado tirándose de cabeza. 4. Que los deseos de venganza de una mujer casada con un general peruano, rechazada por Salinas, ordenaron su asesinato. 5. Pasado un tiempo y bajo un régimen de gobierno distinto al dictatorial de cuando sucedieron los hechos, en 1958 el caso fue reactivado y se denunció en tribunales que el intérprete mexicano había sido asesinado por la policía a causa de intrigas pasionales vinculadas por una mujer. Las investigaciones arrojaron una versión distinta a las iniciales promovidas por el gobierno:

“El 29 de abril de 1957, a las siete y cuarenta y cinco de la noche, Genaro Salinas fue encontrado agonizando, con el cráneo fracturado y en un pozo de sangre, en el pavimento del túnel que une la avenida Victoria con la Urbanización Los Chaguaramos, en Caracas. Una patrulla policial lo recogió y lo llevó al puesto de emergencia de Coche, en donde murió hora y media después, sin pronunciar palabra, pero tratando de decir algo” (Omar Martínez Benavides cita a Oscar Yanes en Amores de última página; tomado de la biografía del cantante en el sitio, Genaro Salinas, el tenor de la voz de oro, una página muy bien organizada, mas sus archivos ya no contienen la información que ofrecen: Audioteca, Hemeroteca, Galería, Discografía…).

Esta última versión es la más aceptada, porque Salinas había regresado a Venezuela por tercera vez en condiciones artísticas no muy gratas comparada a las dos anteriores y quiso restablecer o restableció relaciones con la actriz Zoe Ducós, con quien en 1946 había mantenido una relación extramarital. Pero en 1956, la actriz había cambiado su suerte: era la esposa o amante (existen las dos versiones) de uno de los jefes de la policía de seguridad nacional del dictador Marcos Pérez Jiménez. En consecuencia, ese hombre celoso habría ordenado su asesinato o, cuando menos, una golpiza en la que los emisarios se propasaron arrojándolo del puente a la avenida y pasándole por encima un automóvil; así fue como lo encontraron. 

Después de la versión inicial extendida por la dictadura venezolana, del desinterés del gobierno mexicano y de la Asociación Nacional de Artistas de México, Salinas fue llevado no sin problemas a Buenos Aires, donde aún vivía su segunda esposa con sus hijos (incluyendo los de su primer matrimonio en Tamaulipas); allí permanecen sus restos.

Las columnas más leídas de hoy

[“Un gran amor”, de Gonzalo Curiel]:

Dos pasiones

Según se mira su trayectoria y biografía, a Genaro Salinas le dominaron, más que la pasión por el canto y su carrera profesional, el amor y/o la pasión por las mujeres y su afición por el alcohol, dos elementos suficientes como para arruinar a cualquiera en cualquier ámbito de acción humana: no el elemento en sí sino el exceso. 

Hay cuando menos tres mujeres reconocibles en la vida de Salinas que influyeron de alguna manera u otra en su trayectoria: 1. María de la Luz Herrera Lazo, con quien se casó en Tampico en 1940. Tuvo dos hijos con ella, se mudaron a la Ciudad de México en 1941, pero en 1943, pretextando mayor espacio para sus actividades artísticas, los regresa a Tampico, asunto que concluye en divorcio; cuando él se fue a vivir a Argentina con su segunda esposa, se llevó a sus dos hijos mexicanos, allá vivieron y allá murieron también. 2. Después de los éxitos tempranos y las primeras grabaciones (1941; RCA), realiza una gira a Cuba. Ahí conoce a la cantante de tangos Malena de Toledo (María Elena Tortolero; inspiradora del buen tango “Malena”, de Homero Manzi), con quien entabla una relación sentimental y se va con ella a vivir y trabajar a Argentina; se casan y tienen dos hijos (algunos dicen que no son sino los dos de Tampico). 3. Una vez en Buenos Aires, los éxitos continúan y Salinas se apasiona por una tercera mujer, la actriz de cine y teatro venezolana Zoe Ducós, la sigue incluso en un primer viaje a Venezuela; esta pasión le costará la vida (atendiendo la versión más esparcida como creíble); ella negó a posteriori esa relación, pero los diversos registros la reiteran. 4. Hay la posibilidad de una cuarta mujer: “Se habló también de que Genaro Salinas había confiado a unos amigos que la esposa de un alto militar peruano vivía un ‘affaire’ con él, en Venezuela, y le había invitado para que se fuera con ella para Lima, en donde continuarían las relaciones clandestinas y no tendría ningún problema económico. Una amiga de Salinas reveló que el artista rechazó a la mujer y le recordó que él era un hombre casado y tenía esposa e hijos en Buenos Aires. Añaden que la dama despechada lo amenazó: ‘te puedo hacer cambiar de criterio, porque tengo amigos en la Seguridad Nacional’”; ¿fue acaso esta la verdadera causa de la muerte?

[Una versión de “Buscando”, que se anuncia como en vivo en la XEW en 1941]:

El alcohol fue una debilidad para Salinas, los diversos testimonios lo confirman. Ya en su estancia final en Venezuela se embriagaba con frecuencia, tuvo presentaciones de no muy buena calidad, fue estafado por el empresario que lo había contratado, según la cláusula de su contrato con Radio Caracas, no podía contratarse con ninguna otra empresa en un lapso de tres meses, no pudo continuar pagando el hotel en que se hospedaba y la cantante Graciela Naranjo lo recibió en su casa. Esta mujer (no necesariamente en relación amorosa) dio testimonio del último día que vio a Genaro: “La última vez que ella lo vio fue el día anterior a su muerte, el sábado en horas de mediodía. El inmueble donde vivía Graciela se levanta aún a unos cuatrocientos metros del túnel en donde fue encontrado agonizando Genaro Salinas, en la Avenida Victoria, Edificio San Bosco:

“Se despidió de mí –expresa la mujer entristecida– pero no me dijo para dónde iba. Él acostumbraba entretenerse con sus amigos en sitios cercanos, pero yo nunca llegué a preguntarle con quiénes se reunía. Yo no le conocía enemigos porque él era muy pacífico y cariñoso, indicó Naranjo” (Martínez Benavides y otros sitios). 

Naranjo y el periodista Arístides Bastidas quisieron investigar la verdadera causa de la muerte pero recibieron un mensaje: “mejor dejen eso así, porque les puede ocurrir lo mismo que Genaro Salinas” (en “Los ojos abiertos de Genaro Salinas”; Lil Rodríguez, 14-02-22).

Parece no tan infrecuente que este tipo de vida suceda en el ambiente de la música y la actuación, donde creadores e intérpretes (incluyendo a los de éxito sobresaliente) se ven atrapados o se entregan inadvertidamente a una vorágine de pasiones y vicios que les propicia ya sea el éxito temprano, la misma oferta de la posibilidad del éxito, o el fracaso.

[“Cosas del ayer”, de Jesús Rodríguez]:

La voz y el canto

Hay tras las leyendas para la promoción de los cantantes de la época que hemos venido estudiando en los últimos meses, un intento natural por vender al artista: “El tenor de las Américas”, “El tenor continental”, “El samuray de la canción”, “El tenor de la voz de seda”, “El Caruso del Mayab”, “La sensación jarocha”, “La voz luminosa de México”, “La reina del bolero”, “El mejor dueto de América”, etcétera (mayormente, se atribuye estos bautizos al locutor de la XEW, Pedro de Lille), y en general pero no siempre se cumple la expectativa, lo cual también es normal. Lo absurdo es que no sólo el público sino también los supuestos analistas de tiempos posteriores las repiten acríticamente. 

El tenor de la voz de oro”, le llamaron a Genaro Salinas. Y he leído con frecuencia que los comentaristas, especializados o no, lo ponen por encima de magníficos cantantes como Ortiz Tirado, Arvizu, Mojica, Vargas, Urcelay, Rodríguez…, tanto en términos de la voz como de la interpretación. En primera, es un absurdo establecer un rango sin argumentar el porqué, sobre todo, porque cada uno de esos cantantes tiene particularidades muy personales en su voz e interpretación. En segunda, porque si se quiere analizar cualidades concretas hay que comparar la homogeneidad o no del canto, el fraseo, la línea o “legato”, el volumen de la voz (aunque en disco es complicado), el registro alcanzado por cada voz, la manera en que un tenor domina o no el famoso paso o “passaggio” entre el registro medio y el agudo, qué dinámicas usa, etcétera.

[“Si tú vuelves a mí”, del cubano Ángel Luis Alday Lafauri]:

He percibido que en Salinas hay una buena voz, sin duda, pero tiene un problema básico: con frecuencia falta consistencia en la tensión dinámica que otorga una línea de canto sobresaliente. Esto hace que el fraseo no se sostenga de manera constante, insistente, que no desarrolle de manera orgánica una dinámica forte-piano. Esto lleva a que el total del registro no se perciba homogéneo, que su falsete no esté integrado del todo a la voz orgánica, e incluso –algo que presumen quienes lo comparan con Beniamino Gigli y Tito Schipa–, que su “do de pecho” sólo esté grabado en una canción, “Novillero”, de Agustín Lara, y francamente no es sino lo que se llama un falsete reforzado. No poco de estos comentarios apasionados están condicionados por la muerte joven de Salinas, es entendible (curioso dato, dos años después de la muerte de Genaro, fallecía de un infarto en su trayecto a Tamaulipas, el tenor Nicolás Urcelay, a los 39).

[“Granada”, de Lara, una pieza con mayor demanda para los tenores]:

Lo anterior no es para desconocer los méritos de Salinas sino para tratar de establecer criterios más cercanos a lo correcto. Él mismo quiso superarse como cantante, no sólo estudió canto en Tampico, “como adolecía de algunas dificultades para abordar las entradas y salidas con las orquestas, decide, tomar cursos de vocalización y ejecución musical, en la escuela de canto que tenía el compositor Mario Molina Montes, enfrente de la XEW” (Martínez Benavides).

Sobre todo, porque muchos de esos comentaristas dicen reiteradamente que en México, Salinas fue bloqueado, le fue negado el apoyo y por eso tuvo que salir del país una y otra vez. No se puede negar del todo lo dicho por Amparo Montes, “que uno de los personajes que más se opuso a la carrera de Genaro Salinas aparte de Pedro Vargas y Néstor Chaires, fue Jorge Negrete; quien desde su liderazgo en la ANDA interfirió en la carrera de muchos artistas” (Martínez Benavides), pero también es cierto que Salinas muy pronto tuvo éxito en la radio y que grabó para importantes compañías como la RCA y Peerless; ¿padeció en realidad de un bloqueo o es que se impuso en él la competencia y su deseo de salir, de ser un artista internacional?, y todo lo que ello trae como consecuencia

La muerte truncó lo mejor que potencialmente habría de ofrecer Genaro Salinas, pero así de brutal es la existencia como una y otra vez se confirma. De todas maneras ha dejado un buen testimonio en no pocas grabaciones. Diré que la interpretación que más me agrada de él fue la realizada en México para la RCA después de su primer viaje a Cuba y a Sudamérica, “Mis noches sin ti”, una canción del paraguayo Demetrio Ortiz que es una curiosa y rara combinación, o parece ser, de una introducción de mariachi con acordeón tanguero, coro femenil pop y desarrollo orquestal de bolero (tal vez a ello se refiera Wikipedia al decir que grabó entre 1952-53 con el Mariachi Vargas de Tecalitlán y el Sexteto Fantasía); un estilo que se le ha llamado “guarania”. 

Biográficamente, está dicho lo esencial: Después de sus inicios como intérprete en Tampico, donde había estudiado en una academia de canto, se trasladó en la Ciudad de México en 1941, tuvo éxito inmediato en la radio y en los discos, sus admiradores dicen que su desarrollo fue constantemente detenido en México por intrigas y envidias de los colegas de profesión, que la falta de oportunidades le hizo salir a Cuba en 1945 (debería de darse más mérito a su ambición artística por expandir su carrera, no tratar el punto como una mera expulsión del país), a partir de ahí, y vinculado con su trabajo y sus relaciones amorosas, se embarcó en largas estancias y giras latinoamericanas: Argentina, Colombia, Venezuela, Perú y Chile. Tras uno o dos regresos a México (para grabar en 1952 con RCA), volvió siempre al sur. Y allá habría de fallecer trágicamente y allá está sepultado, en el Panteón de los Artistas del cementerio de la Chacarita en Buenos Aires, sin ninguna muestra de simpatía de los gobiernos mexicanos, o el Estado mexicano, desde entonces hasta la fecha.

Una última extraña acotación. Una fotografía muestra el cadáver de Genaro en su féretro con los ojos abiertos, algo impresionante. Dadas las dificultades de su traslado a Argentina (ante la ausencia mexicana), el cuerpo estuvo embalsamado por una semana. Varios testimonios relatan el hecho. Pero lo más extraño es lo que hizo el cantante puertorriqueño Daniel Santos para cerrar sus ojos. Aquí dos versiones:

A. “El 5 de mayo, durante el séptimo día de velatorio, ocurrió un hecho insólito, reseñado en diferentes medios. El artista quedó con los ojos abiertos, cosa que impresionaba. Víctor Morillo, conocido declamador, reveló que mientras hacía guardia junto al féretro, se presentó el conocido cantante puertorriqueño Daniel Santos, quien sacó de sus bolsillos un puñal, lo colocó en la frente de Salinas, y para asombro de la concurrencia se cerraron los ojos del malogrado cantante. Santos se acercó y besó la frente de Salinas, en una suerte de tributo final al amigo” (en el sitio de la asociación civil, Cámara de Caracas).

B. “No son pocos los testimonios que hablan de Daniel Santos acercándose al féretro, y con valentía y fe sacar de su cintura un puñal con la cacha haciendo Cruz para posarlos sobre el rostro de Genaro Salinas. Y Genaro, para asombro de todos cerró los ojos, con tranquilidad. Entonces ‘El Inquieto Anacobero’, inclinándose ante el amigo, lloró sobre él. Sabía que por fin Genaro Salinas descansaba en paz después de tantos días de una inexplicable muerte, porque, ciertamente había fallecido siete días antes, el domingo 28 de abril y había sido embalsamado, pero seguía en una suerte de agonía (¿espiritual?), según la interpretación que hizo Santos antes de emprender su poderoso ritual. A partir de ese momento se fueron desatando los nudos y fluyó todo para el traslado de los restos del tenor al lugar de su reposo eterno” (Lil Rodríguez).

[“Mis noches sin ti”, guarania de Demetrio Ortiz]:

Genaro Salinas

Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo