“Cuando el diablo se mezcla en los asuntos humanos para arruinar una existencia o trastornar un imperio, es muy extraño que no se halle inmediatamente a su alcance algún miserable al que no hay más que soplarle una palabra al oído para que se ponga seguidamente a la tarea.”
DUMAS
En este país de machos, tenemos OTRO que, con el pretexto de que ‘dañan su investidura’, ha decidido quitarle reflectores a la presidenta electa ‘al cuarto para las doce’ de que esta rinda protesta. Lo ha hecho en dos frentes. Hoy me referiré al primero de ellos; mañana al segundo. ¿Será que este asunto, el que me ocupa, robe los reflectores a Sheinbaum de aquí al 1 de octubre? Posiblemente. El otro, del que escribiré el martes, seguro. Ojo aquí, Claudia.
Veamos: a Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, le va eso de ‘el que las hace no las consiente’. Peleonero, mecha corta y agresor. Pero que alguien no le levante la voz y/o la mano porque entonces pone todo el poder del Estado para perseguirlo.
Como buen abusador, miente y juega a ser la víctima. Y como magnífico cuatroteísta, consigue que todos los morenistas repitan su lamento.
Demanda un ‘castigo ejemplar’ contra el ciudadano que le increpó en un lounge del AICM Terminal 2. La incongruencia ha estado de moda estos seis años, pues jamás ha aceptado que él ha actuado de esa misma forma ¡y hasta peor!, faltándole el respeto a distintas personas en diversos momentos de su vida (incluyendo a viejitos y a personal de seguridad del aeropuerto capitalino).
Si todos pensábamos que el rey de los llorones habita —todavía— Palacio Nacional, estamos equivocados. La realidad es que tenemos a Noroña, solo que él no había tenido la oportunidad de desplegar esta veta con toda soltura.
Usó los gritos de un usuario en la sala VIP de Amex para decir que este lo golpeó; como excusa para utilizar a la cámara alta del Legislativo y hacer que la representatividad presentará para una denuncia ante el MP por “una agresión contra el presidente de la Mesa Directiva del Senado”. Eso, damas y caballeros, es abuso de poder. Luego de que el legislador, en zona federal, grabara a un ciudadano sin su consentimiento, usó al Estado para intimidarlo por un acto de corte particular.
Quien grita, señala y no se cansa de faltarle al respeto a sus compañeros legislativos resultó muy delicado ante un airado reclamo. ¿No era Fernández Noroña quien, hace no muchos años, increpaba a los políticos encumbrados por no cumplir su palabra? Ahora que él representa a la autoridad, no soporta que le hablen fuerte.
Ya con la palestra y las luces, Noroña reitera su victimización; extrapolándola y acusando discriminación, siendo él el primero que discrimina y que —desde siempre— lo ha hecho. Abuso de poder el que el Senado lo represente y lo defienda; nulo respeto hacia los ciudadanos de a pie.
Su actuar nos muestra dos facetas a tomar en cuenta: (1) la autoridad no soportará la crítica y el reclamo, por nimios que estos sean y (2) antesala de un Estado cada vez más autoritario, donde no se pueda mostrar el disenso en contra de ninguna figura morenista.
Además de victimizarse por el “clasismo”… Valdría la pena recordar que Noroña preside el Senado y ordenar a un poder fustigar a un ciudadano e inventarle historias, además de clasista, no es ni ético ni legal.
Si bien es cierto que ‘el hábito no hace al monje’, repetir que se respete la investidura presidencial (federal o senatorial) no es algo que se logre gritando y mintiendo. Se debe poner ejemplo, lo cual incluye no pelearse, alzar la voz o amenazar con golpear en la vía pública a su propia hermana —sí, a Rosa Luz Fernández Noroña—…
Gerardo Fernández ha logrado no solo opacar a Claudia Sheinbaum, azuzando odios hacia un particular, también distraer la atención de asuntos verdaderamente preocupantes como es que una niña de tres años haya sido asesinada en su casa en Chiapas o que la ciudad de Culiacán siga ardiendo y teniendo una verdadera guerra en sus calles o no escuchar (ya la bloqueó en X) a Ceci Flores y a las madres buscadoras, quienes solicitan se investigue un nuevo crematorio recientemente localizado.
A Noroña no le molesta que le aplaudan, que le digan que lo quieren. O ir a comer a los restaurantes más caros del país, de Nueva York o del mundo; asistir a las zonas VIP del aeropuerto; comportarse como todo un aspiracionista. Pero que no se llame sorprendido si los ciudadanos que frecuentan estos sitios le señalan su incongruencia y su falsa austeridad. Eso no es ir contra la reforma al Poder Judicial. Es, en cambio, mostrar la hipocresía que rige al senador. Es hacer evidente que este señor lo que busca es provocar para, acto seguido, llamar a la represión.
Aprovechemos, entonces, el tiempo que aún queda para criticar a la autoridad por sus errores. Seguro pronto habrá una ley donde eso sea delito.
Giro de la Perinola
(1) Lilly Téllez pide que se le avise cuando Denise Maerker salga otra vez a defender a Fernández Noroña. Ojalá la ex conductora de Televisa y Grupo Fórmula se dé cuenta que quien denuesta, increpa y no aguanta que le respondan es el hoy senador.
(2) En su gira por Veracruz este fin de semana, muchas personas abuchearon a López Obrador. Pero quien lanzó una botella con agua, fue un integrante de Morena en la entidad, Jorge Cedillo Guevara. Él estaba agrediendo a manifestantes que protestaban contra el primer mandatario (“Compañeras y compañeros, sé que fue un error el responder de manera violenta a la violencia”).
De verdad ya basta con la victimización, de pintarse como mártires y continuar dividiendo. Y de mentir, mentir, siempre mentir.
(3) De acuerdo con World Press Freedom Index 2024, México ocupa la deshonrosa 121 posición en libertad de prensa. O sea, cada día menos y menos libertad…