Hace unos días leí el resumen de un libro que se publicará en marzo sobre la gestión de crisis internacionales. “The Making of a C.R.I.S.I.S. Leader”, del profesor Sattar Bawany, podrá servir como guía práctica para los líderes que navegan por la complejidad del impredecible entorno actual.
Una crisis es una situación caracterizada por incertidumbre, dificultad o inestabilidad significativas que plantea una amenaza grave a los valores, estructuras o normas fundamentales de un sistema. Requiere una acción urgente para evitar o minimizar las consecuencias potencialmente graves. La esencia de una crisis radica en su imprevisibilidad y en la necesidad de tomar decisiones rápidas para afrontar los desafíos que presenta.
A partir del 20 de enero, el gobierno mexicano tendrá que encarar las consecuencias de las órdenes ejecutivas de un nuevo presidente de los Estados Unidos. Todavía no sabemos el contenido de las decisiones. Deportaciones masivas, cierre temporal de puntos fronterizos, definición de los cárteles como terroristas, operaciones encubiertas para destruir activos de las organizaciones criminales, aranceles a las exportaciones, todo ello detonará una serie de crisis en la relación bilateral.
Para avanzar en la relación con un socio tan importante como Estados Unidos, se requiere planificación estratégica, comunicación eficaz y un marco sólido de gestión de crisis. Aquí algunas reflexiones que podrían ser útiles para el gobierno mexicano:
1. Desarrollar un plan
Es esencial contar con un plan de gestión de crisis bien estructurado. Debe describir las funciones y responsabilidades de los distintos organismos gubernamentales y establecer protocolos claros para la toma de decisiones y la comunicación durante la crisis. También debe incluir planes de contingencia para los distintos escenarios que podrían surgir en la relación bilateral, garantizando que el gobierno esté preparado tanto para los acontecimientos esperados como para los inesperados.
2. Formar un equipo
La creación de un equipo central de gestión de crisis puede facilitar la rápida toma de decisiones. Este equipo, ágil y pequeño, debe estar integrado por funcionarios clave de las secretarías pertinentes que puedan evaluar rápidamente la situación, determinar el nivel de crisis y coordinar las respuestas. También debe colaborar con las partes interesadas externas, incluido el sector empresarial, para garantizar un enfoque unificado.
3. Priorizar la comunicación transparente
La comunicación eficaz es fundamental durante una crisis. Los líderes gubernamentales deben comunicarse con frecuencia, claridad y honestidad tanto con el público nacional como con los socios internacionales. Esto incluye proporcionar actualizaciones periódicas sobre la situación y las decisiones que se están tomando, lo que ayuda a generar confianza y mitigar la desinformación.
4. Utilizar las redes sociales de manera eficaz
En la era digital, las redes sociales sirven como una herramienta vital para la comunicación en situaciones de crisis. Los gobiernos deben desarrollar estrategias para la comunicación bidireccional, lo que les permite interactuar con los ciudadanos directamente y abordar las inquietudes en tiempo real. Este enfoque puede mejorar la confianza pública y facilitar una mejor comprensión de las acciones del gobierno durante una crisis.
5. Participar en el diálogo diplomático
Durante las crisis bilaterales, es crucial mantener abiertas todas las líneas de comunicación con los funcionarios estadounidenses. Los líderes deben participar de manera proactiva en las discusiones diplomáticas para aclarar posiciones, expresar inquietudes y negociar soluciones. Este diálogo puede ayudar a prevenir malentendidos que podrían intensificar aún más las tensiones.
6. Construir alianzas con otras naciones
En crisis internacionales complejas, la formación de coaliciones con otras naciones puede brindar apoyo y recursos diplomáticos adicionales. Los esfuerzos de colaboración pueden mejorar la influencia y crear un marco de respuesta más sólido para abordar desafíos compartidos.
7. Realizar ejercicios de capacitación
La capacitación permanente de los equipos de gestión de crisis es esencial para garantizar la preparación cuando se produzcan crisis. Los ejercicios simulados pueden ayudar a identificar posibles debilidades en las estrategias de respuesta y mejorar la coordinación entre los diversos organismos involucrados en la gestión de crisis.
8. Aprender de crisis pasadas
El análisis de crisis anteriores proporciona lecciones valiosas que pueden informar respuestas futuras. Los gobiernos deben realizar evaluaciones posteriores a las crisis para evaluar qué funcionó bien y qué no, integrando estos conocimientos en sus planes futuros de gestión de crisis.
¿Qué recomiendan algunos expertos después de estudiar algunas crisis del pasado?
He leído muchos libros de política exterior a lo largo de mi carrera. Manejar una crisis en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos requiere una gran perspicacia política, pensamiento estratégico y la capacidad de movilizar recursos de manera eficaz. Los precedentes históricos, las opiniones de expertos y los trabajos académicos ofrecen valiosas perspectivas sobre las estrategias para navegar con éxito en aguas turbulentas.
1. Priorizar un diálogo claro y abierto
Steven Fink, en su libro “Gestión de crisis: planificación para lo inevitable”, enfatiza la necesidad de una comunicación coherente y precisa para generar confianza. Durante la “Crisis de los misiles” de Cuba, el presidente John F. Kennedy mantuvo un delicado equilibrio entre la asertividad y la diplomacia, comunicándose eficazmente con el primer ministro soviético Nikita Khrushchev para evitar una guerra nuclear.
2. Aprovechar la diplomacia y la participación multilateral
Henry Kissinger, en su libro “Diplomacia”, destaca la importancia de crear y mantener alianzas para afrontar desafíos globales complejos. Por ejemplo, Estados Unidos trabajó a través de la OTAN durante la Guerra Fría para coordinar una respuesta colectiva a las acciones soviéticas, lo que demuestra el valor del multilateralismo en la gestión de las crisis.
3. Utilizar el pensamiento estratégico y la planificación de escenarios
En “Pensar en el tiempo: los usos de la historia para los tomadores de decisiones”, Richard Neustadt y Ernest May destacan la importancia de aprender de la historia para predecir los desafíos futuros. Los líderes deben convocar a asesores expertos y utilizar herramientas de planificación de escenarios para sopesar sus opciones. Por ejemplo, durante la Guerra del Golfo, el presidente George H.W. Bush buscó el consejo de expertos militares y diplomáticos para entender todos los aspectos de la invasión iraquí de Kuwait.
4. Mantener la calma y la inteligencia emocional
La inteligencia emocional, como lo describe Daniel Goleman en su libro “Inteligencia emocional: por qué puede importar más que el coeficiente intelectual”, desempeña un papel fundamental en la gestión de las relaciones y la reducción de las tensiones. Un ejemplo convincente es la respuesta de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, a los tiroteos en la mezquita de Christchurch en 2019. Su liderazgo empático y su rápida acción se ganaron elogios internacionales, lo que subraya el poder de un gobierno sereno y compasivo en una crisis.
5. Involucrar a las partes interesadas nacionales y mantener el apoyo público
En “La neblina de la paz: cómo los líderes internacionales pueden poner fin a los conflictos violentos”, Jean-Marie Guéhenno sostiene que el consenso nacional es esencial para una acción internacional creíble. Por ejemplo, Franklin D. Roosevelt convocó hábilmente a la opinión pública estadounidense para que apoyara la Ley de Préstamo y Arriendo, ayudando a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y reforzando el liderazgo global de Estados Unidos.
6. Equilibrar la asertividad con la flexibilidad
“La estrategia del conflicto” de Thomas Schelling subraya la importancia de la negociación y de encontrar soluciones mutuamente aceptables en las crisis. El acuerdo nuclear con Irán de 2015, negociado por múltiples naciones, ejemplifica cómo un compromiso puede lograr un delicado equilibrio entre intereses opuestos.
7. Fomentar la confianza y la credibilidad en el escenario global
En “Poder blando: los medios para el éxito en la política mundial”, Joseph Nye explica que la capacidad de un líder para atraer y persuadir es a menudo más eficaz que la coerción. El liderazgo firme de Angela Merkel durante la crisis de la eurozona ilustra cómo la credibilidad puede mejorar la influencia de una nación en las negociaciones internacionales.
8. Aprender de los errores y las crisis del pasado
El libro de Barbara Tuchman “Los cañones de Agosto: Treinta y un días que cambiaron la faz del mundo” ofrece una advertencia sobre cómo los errores de cálculo llevaron a la Primera Guerra Mundial. Al comprender los peligros históricos de los errores de juicio, los líderes pueden navegar mejor en las crisis contemporáneas.
Para gestionar eficazmente una crisis internacional, un jefe de Estado debe seguir un enfoque estructurado que abarque la preparación, la respuesta y la recuperación. En última instancia, como afirmó acertadamente John F. Kennedy: “Nunca negociemos por miedo. Pero que nunca nos dé miedo a negociar”.