Una de las principales quejas de las aerolíneas durante la pandemia de Sars- Cov2, fue el poco apoyo por parte del gobierno. Algunos sindicatos, así como los voceros de las líneas aéreas mexicanas, alzaron la voz solicitando apoyos para la industria aérea.
Y la argumentación se basó principalmente en hacer hincapié que en países como Estados Unidos, y los países miembros de la Unión Europea -en general países de primer mundo-, estaban apoyando de distintas maneras a su aviación pero que nuestro país estaba ignorándolos olímpicamente.
Y es que es un hecho, la actividad aeronáutica cayó drásticamente al inicio de la pandemia, pues la incertidumbre de no saber cuáles serían los alcances de la enfermedad, llevó casi a la quiebra a muchas aerolíneas en el mundo.
Hay que decirlo, la gran mayoría pudo afrontar la crisis económica que generó la pandemia, pero algunas otras aerolíneas vieron el final de sus días, y repito, este fenómeno se dio en todo el mundo.
Así pues, las líneas aéreas mexicanas cimbraron sus argumentos en las experiencias que tenían las líneas extranjeras en sus propios países. Sin duda alguna, este y todos los gobiernos que hemos tenido a lo largo de la historia del México independiente, tienen una deuda con el sector aéreo, pues no existen en realidad apoyos gubernamentales ante este tipo de pandemias globales.
Quiero ser clara, no estoy diciendo que debe apoyarse directamente a los directivos de las aerolíneas, a través de dinero, subsidios o condonaciones de impuestos, a lo que me refiero es que en un momento dado el gobierno debe tener clara una política aeronáutica, ya que la industria aérea deja una derrama económica importante en el país; tan solo el año pasado contribuyó con mil novecientos noventa y cinco millones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB).
Y es que resulta poco agradable darse cuenta de que a veces solemos idealizar todo lo de fuera; es como el ejemplo del césped, que el del vecino siempre va a ser más verde.
Resulta que en la próspera Australia, el CEO de la línea aérea Qantas se ha quejado amargamente del poco apoyo por parte de su gobierno, así como lo lee. Yo igual que ustedes quedé sorprendida al leer la entrevista que la CNBC le hizo a Alan Joyce, CEO de Qantas, en la que dijo:
“…la aerolínea no pudo volver a obtener ganancias tan rápido como otras aerolíneas como las de Singapur porque no recibió tanto apoyo del gobierno y enfrentó una “ola masiva de covid…”
Alan Joyce
La declaración es reciente, pues fue realizada el 25 de agosto de este año, ¿Alguien podría imaginar que una aerolínea australiana le reclame a su país por el poco apoyo durante la pandemia por Covid? Por lo menos yo no, en mi propio imaginario las cosas en Australia funcionan y bien.
Por lo que me deja sin palabras la declaración del CEO de Qantas. A pesar de que en todo el mundo la aviación se ha ido recuperando, la aerolínea australiana lleva tres años consecutivos de pérdidas por más de 800 millones de dólares norteamericanos.
La queja se da en el marco de una huelga impulsada por los trabajadores de Qantas, por la inacción que hay en las negociaciones salariales entre el Sindicato de Trabajadores del Transporte de Australia y el CEO de la compañía aérea.
El encono es a tal grado por esos lares, que el sindicato ha pedido la renuncia del CEO; de acuerdo con la declaración hecha a la agencia Reuters, afirmaron: “por promesas vacías a pasajeros frustrados” así como por “anunciar más tácticas para silenciar a los trabajadores y reducir los salarios”.
En su defensa, el CEO de Qantas explica a los medios lo complicado que ha sido la operación, ya que las ausencias de los trabajadores les han generado problemas, en particular en lo que se refiere a la operación de vuelos nacionales. Porque a un avión le asignan ocho tramos a cubrir en un día, pero si alguien no se presenta, ya afectó los ocho tramos. En buen español, cada tramo significa un vuelo.
Lo que más me dejó descolocada, fue que Qantas se compara con una línea aérea como Singapore Airlines, quien sí ha tenido ganancias a pesar de que sus vuelos primordialmente son internacionales, y sin olvidar que Singapur fue uno de los países que cerraron operaciones durante la pandemia. Y claro, el razonamiento es que esta recuperación se debe al apoyo que tiene dicha aerolínea por parte del gobierno.
Singapore Airlines es un claro ejemplo de una aerolínea del Estado, que además está rankeada dentro de las mejores del mundo. Es por eso que la uso de ejemplo, y que me permite usarla de parangón con lo que sucede en México.
Nuestra aviación comercial es muy pequeña, con poco más de 300 aeronaves según cifras oficiales de la propia Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC). Y no olvidemos que seguimos degradados a Categoría 2, sin poder crecer rutas desde y hacia los Estados Unidos, que es nuestro principal cliente.
Es momento de que las autoridades se planteen seriamente el rumbo de la aviación mexicana. Ya lo decía al comienzo del texto, no es poca cosa lo que aporta la industria aeronáutica al crecimiento de esta nación, y ante el Cuarto Informe de gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, urge que se tome en serio.
La aviación no solo es la construcción de nuevos aeropuertos, se requieren de líneas aéreas que operen en ellos y que sean las que generen importante derrama económica. Por eso la importancia de tener una aviación sólida, pero hoy donde estamos parados, eso no se ve.
Aeroméxico es una compañía aérea con una participación preponderante de la norteamericana Delta. Y siendo claros, debido al proceso judicial norteamericano llamado “Capítulo 11″ por el que pasó Aeroméxico, la participación de la línea aérea norteamericana se “diluyó”, quedando al frente mexicanos. Sin embargo, Apollo Global Management, empresa también norteamericana, se convirtió en su mayor accionista con el 22.38% de las acciones, seguido de Delta, que disminuyó su participación a un 20%.
Las aerolíneas VivaAerobus y Volaris son líneas de bajo costo, que a diferencia de Aeroméxico no cubren los requisitos para ser una aerolínea bandera de México; hasta hoy la única línea “mexicana” que vuela a tres continentes es la del Caballero Águila.
Entonces estamos hablando de la necesidad de tener más opciones para los usuarios. Lo mejor sería tener otra aerolínea con capital cien por ciento mexicano, que no sea de bajo costo y que compita directamente con Aeroméxico.
Y es que claramente, al día de hoy no hay ni quien le haga sombra, a pesar del gran crecimiento y recuperación que las bajo costeras han tenido, en especial Volaris, quien supera en número de equipos a la troncal de Grupo Aeroméxico.
Ya para concluir, estamos ante el Cuarto Informe de Gobierno, momento ideal para hacer un balance serio. Ya no se puede decir que no ha habido tiempo, y tampoco argumentar que ya no da tiempo de nada.
El gobierno federal debe apoyar a las líneas aéreas, y a la industria aeronáutica en general, no con rescates financieros o dádivas a las que estaban acostumbrados, sino trazando un plan a seguir, que quede firme e inamovible para que no dependa del partido que gane las elecciones en 2024. Un plan que siga en marcha y funcionando sexenio tras sexenio, porque se trata de fortalecer la aviación nacional, que a todos nos beneficia.