El disparo de salida lo dio Reforma el sábado: “Ataca AMLO a la prensa, aún después del atentado”. Es decir, según los editores de ese periódico, la agresión a Ciro Gómez Leyva tiene que ver con las críticas de Andrés Manuel a quienes lo critican. Es irresponsable decirlo porque es falso, pero no les importa: lo afirman y generan rumores.

Repito lo que publiqué el pasado 17 de diciembre: “Ese sería el caso si a Ciro le hubiera gritado y hasta retado a golpes un exaltado simpatizante de Morena. Ha ocurrido, por ejemplo con Carlos Marín, a quien hace años algunas personas de izquierda le mentaron la madre cuando el columnista de Milenio salía de un restaurante del centro de la Ciudad de México. Si no me equivoco en el sexenio de Calderón le pasó a Jorge Fernández Menéndez, de Excélsior, cierta vez que presentó un libro que al obradorismo le parecía calumnioso”.

Fanáticos obradoristas, que los hay, no irían más lejos. Como no van más allá los fanáticos antiobradoristas, que son muchísimos, cuando en lugares públicos insultan a personas identificadas con la 4T, algo que ocurre con frecuencia sobre todo en restaurantes fifís como el de Arturo en Polanco, donde los clientes, supuestamente personas de empresa respetables, ofendieron a gritos a Manuel Bartlett.

Un atentado como el que sufrió Ciro, tan bien planeado —y afortunadamente fallido gracias al blindaje de una camioneta— nada tiene que ver con ese debate político. Si lo orquestó algún personaje del crimen organizado molesto con el periodista, estamos hablando de un hecho relacionado con la violencia que aqueja a México desde 2006 y que, como la bola de nieve que se convierte en destructiva avalancha, tanto ha crecido desde entonces.

Pero si, en cambio, el atentado hubiese sido diseñado para generar un daño político al presidente de México, entonces estaríamos hablando de un proceso de desestabilización puesto en marcha por enemigos de AMLO, lo que tampoco tendría nada que ver con la forma —absolutamente verbal y pacífica— en que él refuta o intenta refutar a quienes le cuestionan en la prensa.

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¿Qué AMLO dijo que ver los programas de Ciro Gómez Leyva, Sergio Sarmiento y Carlos Loret de Mola provoca tumores cerebrales? Es un pésimo chiste de Andrés Manuel, no un ataque al periodismo. Una broma tan lamentable que debería llevar al presidente a disculparse con las personas que sí sufren por causas naturales tales tumores. Pero nada más. ¿Cuál ataque a la prensa?

Reforma dio el disparo de salida y hoy lunes el columnismo mexicano se lanza contra Andrés Manuel

El 6 de febrero pasado Raymundo Riva Palacio advirtió al presidente López Obrador que podrían presentarse ataques contra periodistas. No estaba claro el tono del columnista de El Financiero, es decir, ¿era de genuina preocupación o temor ante una posibilidad terrible o de plano se trató de una amenaza contra el titular del poder ejecutivo?

Este lunes 19 de diciembre, después del brutal atentado contra Ciro Gómez Leyva, en el que afortunadamente sobrevivió el conductor de noticieros de Imagen TV y Radio Fórmula, Riva Palacio repite lo que planteó en febrero y añade dos frases que realmente resultan preocupantes:

  • Si el presidente tiene suerte, no habrá otro atentado contra el periodista”.
  • “Presidente, no juegue con un destino que está claro no puede controlar”.

Analicemos lo que Raymundo ha dicho:

  • Que si a Ciro se le deja en paz y no se le vuelve a atacar, la buena suerte no será del periodista, sino del presidente AMLO. ¿Es en serio?
  • Que si a Ciro se le ataca de nuevo, la mala suerte no será del periodista agredido, sino de Andrés Manuel. Absurdo.

En la columna de Riva Palacio que estoy comentando este hombre critica al diario La Jornada por haber hecho una pregunta: “¿Y a quién beneficia un atentado contra el periodista?”. Le pareció a Raymundo que con tal cuestionamiento se politizaba excesivamente el atentado contra Gómez Leyva. Entonces, si se trataba de algo tan indebido dado que la sola pregunta enrarece el ambiente político, ¿por qué el propio Riva Palacio dio respuesta a la duda de La Jornada? Veamos.

La Jornada preguntó: “¿Y a quién beneficia un atentado contra el periodista?”.

Respuesta de Riva Palacio: “A quien no beneficia en absoluto lo que sucedió el jueves por la noche es al presidente”. Entonces, beneficia a los enemigos de AMLO porque, según el columnista, un nuevo atentado ocurrirá por la mala suerte del titular del ejecutivo.

No puede decirse que el artículo de Raymundo contenga galimatías alguno. Es clarísimo lo que afirma: si atentan contra otro periodista, peor para el presidente López Obrador. ¿Por qué Andrés Manuel tendría la culpa? Porque, sostiene Raymundo, que AMLO debata con la prensa —que la refute y la cuestione en las mañaneras— “crea condiciones de alto riesgo para la integridad de los periodistas”. Es decir, el columnista cree que detrás del ataque a Gómez Leyva hay grupos políticos interesados en desestabilizar a la 4T. Si fuera el caso, no sería culpa del presidente, quien tiene derecho a debatir con la comentocracia, sino perversidad de quienes no han sido exitosos en las urnas de votación y buscan volver al poder por vías poco democráticas o de plano violentas.

No ignora Raymundo otra posibilidad acerca del origen del atentado, la más probable: que haya sido planeado y ejecutado por el crimen organizado molesto por algún reportaje de Ciro en la radio o la televisión. En este caso el columnista de El Financiero tiene razón al decir que “siguiendo en esa hipótesis, si una banda criminal se dispuso a asesinar a un periodista tan reconocido, es porque debe sentir que puede salir impune, que refleja el entorno de impunidad de criminales…”.

Es cierto, los criminales en México actúan con impunidad. Raymundo culpa de ello a la estrategia de AMLO contra la inseguridad, pero creo que está equivocado. Tal entorno de impunidad se generó a partir de un fraude electoral, el de 2006, que se intentó ocultar con un acto de propaganda absurdo —declarar la guerra contra el narco— que es el que nos tiene en la terrible situación actual. Insisto, si la violencia parece ahora mayor que hace 16 años se debe a algo parecido al efecto bola de nieve: el crecimiento acelerado de un problema que en el arranque del sexenio de Calderón era controlable y que, por su estrategia fallida, empezó a aumentar en forma tan acelerada que Peña Nieto simple y sencillamente decidió ignorarlo, lo que complicó las cosas y es la razón de la actual situación que no ha sido sencillo corregir. Lo que sea, si esto fue lo que ocurrió —y parece lo más probable—, no se trató de violencia política sino de una acción del crimen organizado enojado por algún comentario de Ciro Gómez Leyva. Y esto es algo que no tiene nada que ver con las críticas de AMLO a los y las periodistas que lo critican. ¿Es tan difícil de entender?

A la comentocracia el análisis objetivo no le interesa cuando se refiere a AMLO.

El caso Gómez Leyva es clarísimo. Raymundo Riva Palacio pudo empezar su artículo con una expresión de pública solidaridad respecto del periodista agredido, pero no lo hizo: se lanzó directamente a culpar a Andrés Manuel: “Los climas matan, presidente”.

Lo mismo hicieron Pablo Hiriart y Salvador Camarena, también en El Financiero. El primero comenzó su artículo así: “El intento de asesinato a Ciro Gómez Leyva tiene culpables intelectuales, materiales, y un responsable político que trabaja como presidente de la república”. El segundo ha afirmado que a AMLO el atentado le tiene sin cuidado, lo que evidentemente es falso.

En Excélsior, Jorge Fernández Menéndez se suma al coro de periodistas decididos a culpar a AMLO: “A Ciro literalmente le salvó la vida que su vehículo, que recibió nueve disparos, estuviera blindado. El atentado contra Ciro deviene, imposible engañarse al respecto, de su labor periodística, pero se produce porque existe un clima de confrontación, de agresiones e insultos contra los periodistas y los medios que impregna todo, pero que nace de las más altas instancias del poder”. Jorge sabe que es falso, por lo tanto, miente a sabiendas, lo que es un serio defecto analítico. ¿Por qué lo hace?

Agustín Basave, casi siempre muy serio, dijo hoy en Milenio prácticamente lo mismo que Riva Palacio, Hiriart, Camarena y Fernández Menéndez. Invito a Agustín a pensar con objetividad en lo que ocurrió.

Más sensato fue Carlos Marín en Milenio. Este columnista se mostró solidario con Ciro y descalificó a quienes en redes sociales han tratado de politizar lo que ocurrió, por ejemplo con la tontería del autoatentado. Marín elogió a Gómez Leyva por haber dado a conocer el ataque que sufrió “con envidiable templanza y sobriedad, sin histeria y con prudencia”. Para ser consistente, Carlos Marín debería burlarse de la histeria y la imprudencia de analistas como Riva Palacio, Hiriart, Fernández, Basave y Camarena —y como todo el diario Reforma— que con absoluta irresponsabilidad intentan responsabilizar a AMLO de la agresión del pasado jueves en la noche.

En fin, la forma en que la comentocracia está tratando de culpar a AMLO de un atentado que nada tiene que ver con sus críticas a la prensa, lo único que demuestra es que quizá no sea tan exagerado hablar de intenciones de la derecha mexicana de dar un golpe blando para recuperar el poder dada su incapacidad de ganar elecciones.