Es muy vivo y todavía más perverso el actual gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme. Cuando entendió que el principio de paridad en las candidaturas podía complicarle sus planes sucesorios, maniobró para cambiar la constitución local.

Tal principio exige a los partidos políticos —en las elecciones de gobernador o gobernadora de un periodo determinado— nominar igual número de candidatos que de candidatas. Así las cosas, este año habrá seis elecciones estatales y los partidos han tenido que postular tres hombres y tres mujeres.

Al gobernador Riquelme eso no le convenía porque ha decidido que sea hombre el candidato de su partido, el PRI, y por consiguiente también del PAN, con el que irá en alianza. Por consecuencia, Riquelme se sacó de la manda su propia paridad de género.

El priismo coahuilense, porque se le pegó la gana al gobernador, reformó la constitución de la entidad para interpretar de otra manera la paridad en las candidaturas.

Gracias a tal reforma, los partidos políticos podrán postular en 2023, sin ninguna restricción, candidatos o candidatos a las gubernatura de Coahuila. Y si, por ejemplo, un hombre ganara la elección, el siguiente sexenio todos los partidos deberán postular mujeres. Esta vacilada —lo es sin duda— no aplica a las candidaturas independientes.

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El gobernador Riquelme, entonces, no enfrenta ningún obstáculo legal para nominar a su favorito, Manolo Jiménez, independientemente de lo que haga el PRI en el Estado de México.

Es importante señalar que en 2023 solo habrá dos elecciones de gobernador o gobernadora: la de Coahuila y la de Edomex.

Si el PRI coahuilense postulara a una mujer, entonces ese partido podría en el Estado de México nominar como candidato a un hombre, pero…

Si el PRI —como efectivamente sucederá— postula en Coahuila a un hombre, lo que es el deseo del gobernador Riquelme, entonces en Edomex tendrá que nombrar a una candidata. El resto de los partidos están en las mismas.

El hecho es que el PRI –en alianza con el PAN– tiene definido a su candidato a gobernador de Coahuila para competir en el proceso electoral de 2023. Será Manolo Jiménez Salinas, exalcalde de Saltillo.

También Morena y sus partidos aliados ya decidieron su candidatura. La entregarán a Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario de Seguridad del gobierno federal.

Dos hombres se enfrentarán en Coahuila. Entonces, para garantizar la postulación paritaria en las candidaturas a las gubernaturas, en el otro proceso electoral de 2023, el de Estado de México, tanto Morena como el PRI y el PAN tendrán que recurrir a mujeres como candidatas.

Eso, en mi opinión, complica las cosas a Morena, que deberá seleccionar como su candidata en el Edomex a la profesora Delfina Gómez, una mujer con enormes negativos, en primer lugar por su pésimo trabajo como secretaria de Educación, pero también debido a que fue condenada por haber cometido un delito electoral: haber retenido salarios de los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco para usarlos con fines políticos.

El desprestigio de Delfina aumenta muchísimo las posibilidades de victoria de la candidata de la alianza entre el PRI y el PAN —Alejandra del Moral o Ana Lilia Herrera—.

¿No tiene Morena alguien con mejor reputación que la titular de la SEP? Existe, pero es hombre: Horacio Duarte, director de la Agencia Nacional de Aduanas de México. Ser varón lo inhabilita.

Hay otra mujer conocida en Morena, Yeidckol Polevnsky, pero postularla en lugar de Delfina Gómez sería para el partido de izquierda salir de Guatemala para entrar en Guatepeor.