Pilita Clark, del Financial Times, se ha quejado en un artículo del greenlash, que según Wikipedia es “un término político utilizado para describir una reacción violenta contra el movimiento ambientalista y la política verde”
Según Clark, “el ascenso aparentemente implacable del populismo ha provocado un retroceso en los objetivos ambientales”. Ha ocurrido así porque han triunfado en todas partes los partidos que denuncian a “las políticas verdes como un costoso complot elitista contra los trabajadores”.
La palabra greenlash, según la citada Wikipedia, la popularizó la politóloga italiana Nathalie Tocci. El año pasado esta mujer publicó un artículo en The Guardian en el que explica lo que está pasando.
En la implementación de políticas verdes hay gente que gana y gente que pierde. Veamos el lado de las personas derrotadas, como lo presenta Tocci. En toda Europa habían ya surgido hace más de un año “signos preocupantes de un greenlash”. Ello en función de la manera en que la ciudadanía y las empresas comenzaban “a sentir los costos de la transición energética”. La politóloga italiana presentó varios ejemplos:
1.- Agricultores holandeses: “En armas por los estrictos límites de las emisiones de nitrógeno, argumentando que harán que la agricultura europea sea económicamente inviable”.
2.- El público alemán: “Preocupado por la eliminación gradual de las calderas de gas”.
3.- La industria del automóvil: Había “apretado con éxito una laguna para que los combustibles sintéticos alarguen la vida útil de los motores de combustión convencionales, destinados a ser eliminados en toda la Unión Europea para 2035″.
Del Club de Roma al movimiento greenlash
Probablemente el ambientalismo político nació en 1972 después de la publicación del libro Los límites del crecimiento, editado por el Club de Roma. La conclusión de ese estudio, encargado al MIT, Instituto de Tecnología de Massachusetts, fue que si se mantenía el ritmo de crecimiento registrado en ese tiempo —poblacional, industrial, de contaminación, de explotación de los recursos naturales— nuestro planeta llegaría a sus límites en 100 años. Ha habido actualizaciones al informe y el dictamen es el mismo.
De ahí la necesidad de las políticas verdes, pero desgraciadamente —algo que me parece una verdad irrefutable— el costo de las mismas lo paga más la parte pobre de la sociedad que el sector de las personas ricas. Esto último explica el movimiento greenlash.
Encontré una página de internet, greenlash.com, cuyos realizadores aseguran proponer “un enfoque imparcial del aprendizaje y la educación, evitando los sesgos para evitar nociones preconcebidas que a menudo conducen a respuestas políticas contradictorias e hipócritas”. Definen el concepto greenlash como “una reacción violenta contra la transición a la energía limpia” y se consideran integrantes de “una comunidad que defiende perspectivas imparciales, abogando por una transición sensata y mesurada a la energía limpia”.
No sé si sea gente fanática de algún credo populista la que ha desarrollado esa página de internet, pero no lo parece. Sus argumentos deben ser analizados con seriedad. Los menciono:
Navegando por las realidades de la transición de energía limpia:
“El aumento de los costos de la energía está afectando a los consumidores y a las industrias por igual. En greenlash.com afirmamos que la transición energética actual es defectuosa, irresponsable y afecta negativamente a miles de millones de vidas. Creemos en un futuro verde que no comprometa la estabilidad financiera, enfatizando la importancia de una transición bien diseñada y sostenible”.
Creencias básicas:
“Status Quo. Nuestro compromiso radica en desafiar los paradigmas existentes para garantizar una transición equilibrada y sostenible hacia fuentes de energía más limpias”.
“Cambio climático. Es una realidad innegable moldeada por cambios naturales durante millones de años”.
“Comprender la contribución artificial. El papel de las actividades humanas en el cambio climático representa menos del 10% de los factores de influencia generales”.
“Preocupaciones sobre los planes actuales. Los planes actuales de transición energética son poco prácticos y poco sostenibles con impactos adversos en los costos de vida y la economía futura”.
“Nuestras limitaciones. Reconocemos nuestro papel como estudiantes en lugar de expertos, abordando problemas complejos con curiosidad y compromiso”.
Una transición energética sensata:
“Nuestra visión: un futuro más verde sin comprometer su billetera. Greenlash.com prevé un mundo impulsado por fuentes de energía limpias y sostenibles, sin embargo, reconocemos la necesidad de gestionar la transición de una manera que proteja el bienestar financiero. Nuestra misión es fomentar un enfoque equilibrado y responsable de la energía limpia que minimice los impactos negativos en el costo de la energía y el costo de vida”.
“Acto de equilibrio: sostenibilidad y asequibilidad. Creemos firmemente en una transición energética limpia sensata y sostenible sin cargar en exceso el costo en los hogares y las empresas. A través de la inversión en tecnologías innovadoras, el apoyo a las iniciativas de eficiencia energética y la defensa de políticas responsables, nos esforzamos por lograr el equilibrio adecuado entre la conciencia ambiental y la viabilidad económica”.
Estado actual del juego:
“Nociones preconcebidas y enfoques equilibrados. En greenlash.com nos esforzamos por una perspectiva imparcial no contaminada por las influencias políticas. Las ideas actuales parecen estar fuertemente influidas por nociones preexistentes sobre política, economía, cambio climático y energía, lo que resulta en respuestas políticas contradictorias e hipócritas. Es esencial avanzar hacia un enfoque más equilibrado y medido, considerando una postura imparcial en las decisiones políticas”.
“Hipocresía y transición equilibrada de la energía limpia. La hipocresía de promover prácticas sostenibles mientras se involucra en un comportamiento insostenible es desconcertante. Reconociendo la naturaleza finita de los recursos, es imperativo considerar un plan de transición de energía limpia que se encuentra en algún lugar entre las perspectivas de la izquierda y la derecha. Un enfoque imparcial y medido de las decisiones políticas podría producir resultados más efectivos y duraderos”.
“Diseño de la política de transición energética. Diseñar una transición energética es una empresa compleja, que implica la integración de la ciencia, las consideraciones ambientales, los impactos sociales, los factores políticos y las consideraciones económicas. La transición actual parece poco práctica e insostenible, con efectos adversos en el costo de vida y las perspectivas económicas futuras, a menudo influenciadas por puntos de vista preexistentes”.
“Los países en desarrollo. Pueden tener dificultades para permitirse la descarbonización, y Occidente depende en gran medida de estas naciones para el crecimiento industrial”.
Tendrá que haber soluciones baratas para toda la gente. Porque, si no las hay, todo estará perdido: la mayoría de la sociedad no permitirá nada que la perjudique en el corto plazo.