Bienvenidos amantes de la gastronomía. Con el pasar de los años, ciertos productos y alimentos han sido dejados de lado; salen de nuestra dieta, al mismo tiempo que otros se incorporan. Con la llegada del libre comercio y la globalización, la oferta de frutas y verduras se ha incrementado considerablemente.
Hemos agregado a nuestra dieta diaria el kiwi, por poner un ejemplo. A nadie le resulta extraño ver esta pequeña fruta, por fuera parecida a un pequeño coco ovalado y café, pero de color verde por dentro, con pequeñas semillas. Muy utilizado en tartaletas, gelatinas, pasteles, cocteles de frutas e incluso en ensaladas.
Y así como el ejemplo anterior, hemos introducido en nuestros hábitos alimenticios diferentes especies no endémicas del país; hoy hablaremos de ellos y de su importancia, dejando para más adelante un texto dedicado a los frutos “olvidados”.
¿En qué se parecen la guanábana y la chirimoya?
A primera vista la guanábana y la chirimoya parecen exactamente lo mismo: frutos verdes y con piel en forma de bordes irregulares a modo de “chipotes”; ambas por dentro tienen pulpa blanca, suave y grandes semillas.
Provienen de la misma familia, la gran diferencia entre estos dos frutos es que la chirimoya tiene un sabor más dulce que ácido, difícil de definir; mientras que la guanábana es más ácida, pero puede llegar a ser muy dulce también. Además la chirimoya tiene una pulpa carnosa, entre blanca y ligeramente crema, con semillas negras; las mejores tienen muy pocas. La guanábana tiene una pulpa más fibrosa, de color crema y con más semillas que su prima.
Pertenecen a la familia de anonáceas; la chirimoya (Annona cherimolia) o chirimuya, significa semilla fría en quechua, y la guanábana (Annona muricata). Ambas son especies originarias de los valles interandinos de Perú y Ecuador. Las primeras evidencias de su cultivo y consumo datan de hace 2700 años en la zona que hoy es Ecuador, y en la costa central peruana hacia el 1000 a.C.
El Inca Garcilaso de la Vega la describe en sus Comentarios Reales: “También se da en los Andes otra fruta que los españoles llaman manjar blanco; porque partida por el medio parecen dos escudillas de manjar blanco en el color y en el sabor”. Tal fue su fama, que pronto se empezó a cultivar en España y Francia además del resto de Latinoamérica; México no fue la excepción. En inglés se conoce como “custard apple”: manzana de crema.
En nuestro país la producción de guanábana se da en los estados de Nayarit, Colima y Michoacán. A la guanábana, se le llama “delicioso milagro tropical” gracias a su sabor único y sus propiedades nutricionales, favorables para la salud.
Sin importar cual de las dos prefiera, ambas frutas son dignas de regresar a nuestra mesa, pues los aportes tanto nutritivos como de sabor son inigualables, pueden usarse en la elaboración de aguas frescas, nieves, postres diversos como gelatinas, compotas, etc.
Estimado lector, no deje fuera de su dieta estos dos frutos; si bien ahora son catalogados como exóticos, merecen una oportunidad de degustarlos en la presentación que más prefiera. Es para no creerse, pero estos alimentos son mayormente producidos ahora en España. Tienen el 80% de la producción mundial de este alimento de origen andino.
¿Guanábana o chirimoya? La que usted prefiera. ¿Por qué no las dos?, no se limite, ampliemos nuestro paladar a nuevos sabores e integremos estos a nuestro día a día.
¡Bon appétit!
Cat Soumeillera en Twitter: @CSoumeillera