Que quede claro, estoy seguro de que José Ángel Gurría utiliza mexicanismos, inclusive en sus conversaciones en inglés, alemán, francés, etcétera:
- Conoce a la perfección lo que es un vaquetón porque en el sector público ha vivido rodeado de gente así: güevona, pues. Ha sido jefe de innumerables vivillos improductivos y ha sido leal seguidor de gandallas con poder —en México y el extranjero— que nunca han trabajado en ocupaciones de verdadero provecho para la sociedad.
- El chinga tu madre seguramente lo dice cada vez que alguien lo hace enojar. Y no le importa si está hablando español, francés, inglés, portugués, italiano o alemán: si anda de malas se van a la chingada quienes lo escuchan.
- Se toma chelas.
- Gurría se sintió muy chipocludo cuando lo hicieron el mero mero de la OCDE, donde mandan los riquillos del mundo.
- En las cumbres globales en las que participó —con gastos pagados, obviamente— llamaba güey a cualquier cabrón por chingón que fuera.
- No se achicopala cuando nadie pela sus autodestapes para ser el candidato presidencial de la alianza opositora: bien machín ignora a esos culeros y sigue adelante con su campaña.
- Frente a quienes piensan lo mismo que él —y solo frente a ellos—, Gurría explica a la perfección su proyecto de nación, ¡¡¡y lo hace en seis idiomas distintos!!!, pero de plano cantinflea gacho cuando trata de hacer comprensibles sus ideas a la gente común y corriente.
En resumidas cuentas, a don José Ángel Gurría le sobra mundo pero le falta pueblo. Y así no se puede. Quiere ser presidente y exhibe una biografía de tecnócrata que más bien delata su inutilidad electoral. Y es que el señor Gurría ha sido todo en el sector público, pero sus biógrafos no registran ninguna vivencia electoral. Habrá estado en campañas —del PRI, desde luego—, pero no como candidato.
Gurría ha volado alto, sin duda, pero se quedó allá, a 20 mil metros de altura; ahora intenta aterrizar en la pista electoral de 2024, pero en mi opinión seguramente se va a estrellar. ¿Lo dejará pasar Santiago Creel? ¿Lilly Téllez se hará a un lado? ¿Beatriz Paredes le cederá su lugar en la fila? ¿Le cae bien a Alito Moreno? ¿Marko Cortés lo apoya?
La trayectoria de Gurría es interesante, pero no popular (cito a Wikipedia):
- Licenciado en economía (UNAM).
- Posgrados en las universidades de Leeds (Reino Unido), Harvard y Sur de California (Estados Unidos).
- Ideólogo del PRI.
- Director general de Crédito y subsecretario de Hacienda.
- Director general de Nacional Financiera.
- Director general del Banco Nacional de Comercio Exterior.
- Secretario de Relaciones Exteriores.
- Secretario de Hacienda y Crédito Público.
- Miembro del Consejo Externo de Asesores del Banco Interamericano de Desarrollo.
- Miembro permanente del Consejo Mexicano para el Desarrollo Económico y Social.
- Secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Nunca ha ganado una elección y no creo que gane la interna para la candidatura presidencial de la alianza opositora, menos aún la constitucional de 2024.
Corrijo, José Ángel Gurría sí ha ganado votaciones: las de la OCDE, donde triunfó en una elección y en dos reelecciones.
¿Esa experiencia electoral le serviría para ser competitivo en las presidenciales mexicanas del próximo año? No mucho, me parece. Porque en la OCDE se hace lo que ordenan los países ricos. Así que Gurría, para llegar a la secretaría general, solo tuvo que agradar a unos cuantos gobiernos poderosísimos, sobre todo al de Estados Unidos.
Una elección presidencial en México es otra cosa: hay que agradar a muchos millones de personas, la mayoría todavía muy molestas con lo que Gurría representa: una política económica que generó multimillonarios para incluirlos en las listas de los más ricos del mundo —y que bueno que así haya sido—, pero que nada hizo por las clases medias y que ignoró a la gente pobre. El éxito de Morena prueba que la sociedad mexicana no ha olvidado ni perdonado los agravios de los gobiernos en los que participó el señor Gurría.
Pienso que AMLO pide a su dios que Gurría vaya por la oposición. Para que su corcholata arrase.