Navegaba en Twitter, y me topé con un hilo de Manuel López San Martin, denunciando un hecho ocurrido en el aeropuerto de Ixtapa-Zihuatanejo, y en el que estuvo involucrada la línea aérea Aeroméxico.
El periodista, Premio Nacional de periodismo en la categoría de “innovación editorial y de contenidos 2014″, egresado de la Universidad Iberoamericana, narra que un pasajero de la tercera edad se sintió mal y el capitán decidió abortar el despegue para que recibiera atención médica. Y cuestiona lo siguiente:
“Han pasado 15 minutos de que el avión detuvo su carrera de despegue y el avión volvió a posición vuelo 2455 @Aeromexico
No hay ambulancia. Tampoco camilla
¿Quién no cumple con protocolos mínimos de seguridad? ¿La aerolínea? ¿El aeropuerto Zihuatanejo @OMAeropuertos?”
Hilo de Manuel López San Martin
Ignoro si de verdad buscaba que la respuesta llegara por esa vía, o solamente era una forma de expresión, pero los twitteros empezaron a mandarles una cantidad enorme de respuestas, desafortunadamente todas inexactas.
Los internautas dieron su opinión respecto a “lo que debió hacerse” ante este hecho. Yo quiero aprovechar el interés de Usted, amable lector, que tiene sus ojos en esta columna, para comentarle lo que debió realizarse en este caso, cuyo nombre correcto es “emergencia médica a bordo”.
Y debo comenzar diciendo que la aerolínea hizo lo correcto; lo más seguro es que durante la demostración de los anuncios de seguridad fue cuando la tripulación se percató de que un pasajero estaba mal. Y debe ser así porque estos anuncios se hacen durante el carreteo, y por lo narrado en el hilo del tuit, las sobrecargos corrieron a avisar a los pilotos.
Eso indica que el avión todavía estaba en la calle de rodaje, rumbo a la cabecera para el despegue. Quiero ser muy puntual en esto: cuando el avión toma la cabecera de la pista, los sobrecargos necesariamente ya están perfectamente sentados y con el cinturón de seguridad abrochado, pues ya ha comenzado lo que se conoce como “la cabina estéril”. Por eso infiero que todo sucedió durante el carreteo.
Dice el hilo de tuit que el avión regresó a la plataforma, y ahí tuvo que esperar los primeros 5 minutos a que llegase personal de tráfico de la aerolínea. Sí, entiendo que para el pasajero común le parezca lógico que si el avión “ya se regresó”, pues de inmediato se abre y la puerta, pero no, no funciona así.
Aunque la aeronave haya regresado a la plataforma, los pilotos y la tripulación deben realizar una serie de procedimientos de carácter técnico y mecánico antes de que puedan abrir la puerta nuevamente. Imaginen ustedes que se abre la puerta antes de que las turbinas del avión se hayan detenido totalmente. Los motores no se apagan como los de un automóvil.
Continúa el hilo de tuit:
“Sin pericia y de manera atropellada, personal de tierra de @Aeromexico y @OMAeropuertos bajan (25 min. después) al adulto mayor.
Va inconsciente
Sí había ambulancia. Pero de adorno. No es funcional Un pasajero pide una unidad médica para que se traslade al hombre al hospital”
Hilo de Manuel López San Martin
Veamos punto por punto. El autor del tuit considera que no fue correcta la asistencia del personal de tierra de Aeroméxico, ni la del aeropuerto, pues demoraron en bajar al pasajero, que para ese momento se encontraba inconsciente. En este caso, de acuerdo con el protocolo correspondiente, la responsabilidad es totalmente del aeropuerto. Si buscamos la información veremos que el Aeropuerto Internacional de Zihuatanejo es gestionado por OMA “Grupo Aeroportuario Centro Norte”, cuyo director es Ricardo Dueñas Espriú, un empresario y economista egresado del ITAM, de 41 años de edad.
Este grupo aeroportuario maneja 13 aeropuertos en el Centro y Norte del país, siendo su sede central el Aeropuerto de Monterrey. Precisamente, son las terminales aéreas (todas) las que deben contar con personal médico para cualquier emergencia que se presente, así como contar con una ambulancia como mínimo.
En el caso que nos ocupa está muy bien delimitada hasta dónde es responsabilidad de la línea aérea. Los trabajadores de Aeroméxico llevaron a cabo todos y cada uno de los protocolos que tienen establecidos, pero no se les puede exigir que ellos cuenten con asistencia médica en el aeropuerto, porque esa ya no es su responsabilidad.
Por supuesto que toda emergencia médica a bordo es importante, y estamos hablando de vidas humanas. Justamente por eso debemos voltear a ver el grave problema que tenemos con las concesiones. Mucha gente -y con justa razón- se queja de la mala atención, o de las también conocidas como “malas prácticas” de las aerolíneas. En días recientes tuvimos un lamentable caso con la aerolínea VivaAerobus y la destrucción de la silla de ruedas del Director del Instituto Guanajuatense para las Personas con Discapacidad.
Antes de abordar el vuelo VB2044 que sale de Cancún y tiene como destino final la Ciudad de León, Guanajuato, el funcionario les advirtió que su silla de ruedas (especialmente diseñada para él) no puede ir a bordo de la aeronave, sino en la carga, ya que no es (era) plegable, y solo le quitó el cojín donde se sienta.
Lamentablemente, la cadena de información entre los trabajadores se interrumpió en algún momento, y pese a las instrucciones precisas para guardarla, trataron de doblar la silla, y la rompieron, dejándola en un estado lamentable y totalmente inservible.
Ambos casos son atroces: la pésima atención médica al pasajero del Aeropuerto de Zihuatanejo, cuya terminal aérea no cuenta con médico, y su ambulancia no funciona; y lo sucedido en Cancún con la silla del señor José Grimaldo Colmenero.
El punto en común es que tanto el aeropuerto como la línea aérea son concesiones de un servicio público que el Estado deja en manos de un particular. Muchas veces, desde hace muchos sexenios, he oído -y leído- que el Estado es un pésimo administrador y que solo está ahí para robarse el dinero; de la mano con esa idea, viene otro mito genial: “las empresas privadas sí saben administrar, gestionar y resolver porque a diferencia del Gobierno, ellos no van a robar”.
Pero en estos casos, no es el Estado, se trata de particulares que a través de esa concesión otorgada por el gobierno, brindan un servicio deficiente.
¿Y que me pueden decir de que el aeropuerto de Ixtapa-Zihuatanejo carezca de médico y ambulancia? ¿eso es saber administrar?, es responsabilidad de ellos, ya solo por cumplir lo mínimo de Protección Civil y ni eso pueden hacer, porque se lo están “ahorrando”, aunque están cobrando al usuario por ese trabajo: en el caso de una terminal aérea, despachar los vuelos y recibir pasajeros. Por ello debe cumplir mínimamente con:
Edificio terminal para pasajeros
Estacionamiento para pasajeros
Instalaciones de Carga Aérea
Aduanas
Estacionamiento de apoyo a la zona de carga
Oficinas para representaciones de carga
Calles de rodaje y plataformas para aviones
Almacenes
Bomberos
Médico en la terminal aérea
Ambulancia
En el caso del aeropuerto de Ixtapa-Zihuatanejo, bajo la gestión de OMA, ahora sabemos que la ambulancia está solo de adorno. Y lo sucedido con la silla de ruedas, demostró que el personal no está capacitado correctamente, y no escuchó las indicaciones específicas del pasajero.
¿Quién debe regular a los aeropuertos y a las aerolíneas? Tanto la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes (SICT) como la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC). Sin embargo, desde hace décadas, el Estado ha permitido que tanto aeropuertos concesionados como las aerolíneas se autorregulen y ya vemos cuáles son las consecuencias.
El Estado -y no me refiero únicamente a la actual administración- ha dejado ese vacío pernicioso; no sé si por desidia o miedo a que sean señalados como gobiernos autoritarios, pero ha limitado su papel a la mínima expresión, dejando a la industria todo ese trabajo, que dicho sea de paso, no le corresponde. Es el gobierno quien debe velar que los concesionarios cumplan en todo momento con lo estipulado, porque repito, lo que brindan es un servicio público.
Llevamos décadas así, desde que se concesionaron aeropuertos y cuando las líneas aéreas pasaron a manos de particulares. Yo sé que les da escozor y prurito que el Estado tome las riendas en la industria aérea; hay muchas quejas en redes sociales sobre esto: que si el aeropuerto del Bienestar, la aerolínea del Bienestar…, pero se deja a un lado lo principal.
Estamos hablando de servicios públicos que son entregados a particulares para su explotación, y el servicio que dan es deprimente, deficiente y no satisface a los usuarios de la industria aérea.
Un ejemplo más de lo urgente que es tener una política seria en materia aeronáutica, donde el Estado tome su papel rector y no deje “a la buena de Dios” tanto a los aeropuertos concesionados como a las aerolíneas. No pueden hacer su santa voluntad, y menos afectando a sus clientes, pues al final con este tipo de acciones, la mala experiencia vivida, lo que único que logra es mermar a la industria aérea.