Morena, el presidente AMLO y la candidata presidencial de izquierda Claudia Sheinbaum necesitan ganar la jefatura de gobierno de la Ciudad de México en las elecciones del próximo año.
Para la 4T sería una victoria pírrica retener la presidencia, pero en el mismo proceso electoral perder la capital del país.
Uno de los dos factores que explican el éxito de Morena —desde 2018 lo ha ganado casi todo en nuestra nación— está relacionado con la popularidad, la capacidad de organización y el terco trabajo sin descanso de Andrés Manuel López Obrador. Otro factor explicativo tiene que ver con la ciudad de derechos que la izquierda ha gobernado desde 1997.
En efecto, ciudad de derechos. Esto es más que un eslogan. Lo realizado en la CDMX por las administraciones públicas izquierdistas es visto con admiración —y por lo tanto como un modelo a seguir— en todo el país.
Cambio y permanencia
Claro está, después de más 30 años del dominio de una sola corriente política resulta absolutamente lógico suponer que habrá crecido el número de ciudadanos y ciudadanas que aspiren a un cambio.
El cambio está en la esencia de la democracia, no hay la menor duda. Pero la permanencia de lo que funciona y da resultados también es democrático.
Hay gente en Morena, bastante analítica, que ha hecho el diagnóstico correcto: solo la candidatura de Omar García Harfuch garantiza el triunfo en la CDMX.
¿Por qué Harfuch? Porque —sin considerar a AMLO y a Sheinbaum— nadie es más popular que él en la Ciudad de México y en muchos otros lugares de la nación.
¿Por qué el señor Harfuch es popular? Porque realizó un extraordinario trabajo como jefe de la policía capitalina. En un país aterrorizado por la violencia generada por la absurda guerra contra el narco de Felipe Calderón, no fue poca cosa lo que él logró durante el gobierno de Sheinbaum:
- Reducción del 58 por ciento de la incidencia delictiva en la capital.
- Baja del 51 por ciento del homicidio doloso.
- Disminución en el robo de vehículo sin violencia de 54 por ciento.
- De 69 por ciento la caída en las cifras de robo de vehículo con violencia.
- Y así otros indicadores, como el robo a conductor/pasajero de vehículo (76 por ciento de disminución); el robo a negocio con violencia (71.4 por ciento); las lesiones dolosas por disparo de arma de fuego (68 por ciento); robo a transeúnte en vía pública (48 por ciento).
Conozco gobernadores de oposición que estarían dispuestos a operar a favor de Sheinbaum en las presidenciales de 2024 solo como un reconocimiento a lo que ella y García Harfuch pudieron hacer en la CDMX.
Encuestas tremebundas
¿Habrá una candidatura fuerte de oposición en la Ciudad de México? Xóchitl Gálvez parecía la mejor opción opositora para buscar la jefatura de gobierno capitalina, pero, como Ulises, se dejó hechizar por el canto de las sirenas de la derecha empresarial que la vieron como la candidata más competitiva frente a Sheinbaum.
Tuvo un arranque brioso como aspirante presidencial..., pero muy pronto Xóchitl exhibió todas sus debilidades, sobre todo en los diálogos que sostuvo con una mujer intelectualmente muy superior, la priista Beatriz Paredes.
Se queja en Milenio Héctor Aguilar Camín de que hay una campaña contra Xóchitl de encuestas tremebundas que le dan a Claudia una ventaja enorme, algo que, según el citado escritor, se hace con el único propósito de convencer a la gente de que el arroz presidencial ya se coció.
Cocido el arroz o no, los datos de las encuestas son contundentes: Xóchitl no ha crecido y Claudia ha incrementado su ventaja.
Si Xóchitl Gálvez es lista, y creo que lo es, renunciará a sus aspiraciones presidenciales y volverá a su objetivo original: buscar la jefatura de gobierno de la CDMX, donde evidentemente tiene mejores números de preferencias electorales.
¿Hay más gente de oposición con posibilidades en la Ciudad de México? Si la ley se lo permite —y, al parecer, no tendrá ningún impedimento para ello—, Lilly Téllez podría ser una fuerte contendiente.
Sé que Lilly es senadora por Sonora, pero ha residido en la capital mexicana durante 30 años. Supongo sea el caso del actual gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, quien también se ha anotado como aspirante a la jefatura de gobierno.
Lilly Téllez podría cohesionar a la derecha capitalina y retar a Morena con alguna posibilidad de victoria. Sería verdaderamente muy lamentable que tal cosa ocurriera, ya que ella —de ideología conservadora— trataría de eliminar no pocos de los derechos que la gente ha conquistado en la Ciudad de México. Hay otros aspirantes panistas, menos conocidos. Ninguno destaca por haber luchado a favor de los derechos de la gente.
Harfuch
Un retroceso en la CDMX —aunque Morena ganara la presidencia— complicaría la consolidación de la 4T en el largo plazo. Por eso la gente más realista en el partido de izquierda insiste en la candidatura de Omar García Harfuch: este hombre tendría el voto inclusive del sector más conservador en el que sobran personas que aprueban su trabajo al frente de la policía.
Claro está, hay resistencias en Morena. Quienes se oponen a la candidatura de Harfuch argumentan que la izquierda ya le dio la jefatura de gobierno a un policía, Miguel Ángel Mancera, y este traicionó el proyecto.
Es verdad que Mancera se alejó de la izquierda y, sobre todo, que dio la espalda y aun combatió a AMLO cuando este se preparaba para su tercera candidatura presidencial. Pero, vistas las cosas con objetividad, no hay ninguna razón para que Harfuch imite a Mancera. Más bien, creo que hay argumentos para pensar que jamás traicionaría a la 4T.
Quienes conocen a Harfuch lo consideran un hombre leal. Pero, sin duda, quien mejor puede evaluar la personalidad del exjefe de policía es Claudia Sheinbaum, ya que lo trató diariamente durante años en la difícil tarea de combatir la inseguridad en la capital mexicana.
La clave del debate es la lealtad. ¿Qué significa esta palabra?
Antonio Argandoña, profesor de economía y ética en una prestigiada escuela de negocios, publicó un artículo en el que se pregunta si la lealtad es una virtud o un vicio.
Argandoña reflexionó acerca de un comentario que leyó en Forbes, revista en la que un analista había dicho que la lealtad “no es una virtud, es el enemigo de la ética en el puesto de trabajo”.
El analista de Forbes dio argumentos: la lealtad no es un vicio ni una virtud, es una compulsión que lleva a pesar por alto los errores de los jefes y a aplaudirles sin límite lo que hagan bien; compulsión “que lleva a los miembros de los consejos de administración a racionalizar las malas conductas de sus directivos, que lleva a los miembros de una organización a contemplar la metástasis de sus tumores sin hacer nada por detenerlos”.
El mencionado profesor de economía y ética, para aclarar las cosas, recuerda alguna tesis de los escolásticos: “Donde no hay distinción hay confusión”.
Para él, la lealtad “es un término medio entre el servilismo y deslealtad”. La lealtad, añade, “supone algún vínculo o lazo: lealtad a la familia, a la patria…”. La lealtad requiere instituciones: la familia, la patria. “Por eso es opuesta al individualismo”.
El español citado se pregunta: “¿Por qué debo ser leal a algo o a alguien?”. Y responde: “Porque tengo unos lazos, unos compromisos, implícitos o explícitos”.
Pero la lealtad no debe ser hacia la persona, es decir, no es sincero quien es leal a su jefe solo porque le conviene. El reto “es mover a las organizaciones, no hacia la lealtad a las personas, sino hacia la lealtad a los primeros principios”.
Creo que, con otras palabras, es lo que ha dicho AMLO sobre la lealtad: se debe ser leal al proyecto, al pueblo, a la patria, no a las personas. Porque, expresó el presidente, la lealtad personal es muy relativa en política: “Los amigos son de mentiras y los enemigos de verdad”.
Omar García Harfuch tiene todas las motivaciones para ser leal a lo que construyó con Claudia Sheinbaum, que esta mujer diseñó por lealtad al proyecto de izquierda encabezado por AMLO.
Miguel Mancera, quien no hizo nada importante antes de ser jefe de gobierno —llegó al cargo porque las otras opciones eran malas o impopulares—, dada su falta de resultados, no estaba motivado a serle leal a ningún proyecto.
Harfuch será un buen jefe de gobierno, serio y leal. Si las cosas se dan, seguirá trabajando y construyendo con la presidenta Sheinbaum.