No, la intención de este texto no es ni remotamente la defensa del gobierno de Vicente Fox, y menos aún, del Fox de hoy que apenas está facultado para expresar opiniones coherentes. Yo no voté por él en el año 2000 (no tenía yo aún 18 años) y creo firmemente que su gobierno estuvo plagado de errores y omisiones, sumado al boicoteo perpetrado por el régimen priista.
Lo que sí que conviene recordar es a aquel Vicente Fox de 2000, ese que emocionó a a millones de mexicanos con su carisma, su talento comunicativo y ese aspecto de hombre de rancho guanajuatense que rompía con los anquilosados esquemas de los políticos priistas.
El lector seguramente recodará aquel célebre debate cuando el candidato del PAN espetó a Labastida que “él podría ser majadero, pero que lo corruptos y malos para gobernar no se les quitaría nunca”.
¿Cómo olvidarse también de aquella reunión en la casa de campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, cuando Fox, que aparentemente se había excedido en copas tras su reunión con Porfirio Muñoz Ledo, insistió pertinazmente en el famoso “hoy, hoy, hoy “?
Sí, a pesar de sus deficiencias cognitivas y de sus limitaciones, Vicente Fox pasó a la historia como el gran personaje que, tras setenta años de gobierno del partido hegemónico, movilizó exitosamente a los votantes mexicanos para desterrar al PRI de los Pinos.
El año 2000 representa, si se quiere, un momento clave para entender la historia de transición democrática en México. La victoria de Fox en 2000, si bien fue menor a las AMLO y Sheinbaum en términos de porcentajes, significó un periodo de enorme optimismo; una oportunidad que, a la postre, se traduciría en una realidad lejana a las promesas de campaña.
Como resultado de los comicios del domingo pasado, Morena y el populismo parecen haberse consolidado firmemente en la cultura política mexicana. Con todo a su favor, y con el lopezobradorismo presente en lo más profundo de la sociedad mexicana, el régimen del antiguo PRI ha reencarnado en la misma clase política con distintas siglas partidistas.
El PRI de antaño, bajo la supuesta legitimidad de apoyar a los más desfavorecidos, también empleó los programas sociales como arma de manipulación de voluntades. ¿O creerá el lector que el discurso populista es creación de Morena?
En suma, con miras a los próximos años, la oposición al lopezobradorismo tendrá como misión principal buscar entre millones de mexicanos valiosos a un hombre o mujer que resucite la esperanza que un día engendró Vicente Fox, y que sea capaz de enfrentarse exitosamente a un régimen autoritario que echará mano de todos los recursos del Estado para perpetrarse en el poder.