El caso de Delfina Gómez, secretaria de Educación Pública, es escandaloso. Según ha trascendido, y a la luz de la investigación realizada por Animal Político, la ex presidenta municipal de Texcoco recuperó el 10 por ciento de las percepciones de los trabajadores del ayuntamiento para realizar aportaciones al naciente Movimiento de Regeneración Nacional. Según el dictamen del propio Tribunal Electoral, las aportaciones eran obligatorias mediante la amenaza expresa de perder el empleo. En otras palabras, la mujer responsable de coordinar estas “aportaciones” ilegales ocupa hoy el cargo que algún día tuvo José Vasconcelos.
En este contexto, hago una breve alusión a dos escándalos que han sacudido recientemente a Francia y el Reino Unido; ello con la intención de realizar un ejercicio comparativo con el propósito de poner en perspectiva la disparidad del nivel de corrupción y traición que existe en países como los citados, y, desafortunadamente, en México.
- Boris Johnson, primer ministro británico, ha sido públicamente vapuleado por haber estado presente en un par de fiestas en su residencia londinense de Downing Street durante el periodo de confinamiento del 2020. Este “agravio” ha sido reproducido alrededor del mundo y hoy el mandatario adolece de niveles de aceptación sorprendentemente bajos. La oposición laborista, desde luego, ha exigido su renuncia al cargo pues arguyen que Johnson ha traicionado la confianza del pueblo británico.
- En Francia, Jean- Michel Blanquer, ministro de la Educación Nacional (homólogo de Delfina) ha sido exhibido tras haberse comprobado que la decisión sobre el cierre de escuelas tuvo lugar durante la estancia del funcionario en Ibiza, España. La opinión pública le recrimina el haber disfrutado de unas breves vacaciones en el Mediterráneo mientras la población francesa era obligada al confinamiento y los niños enviados a casa.
Los escándalos francés y británico resultarían pequeñeces ante el acto de autoritarismo cometido por Delfina Gómez y miembros de su administración en Texcoco. Estos sucesos han puesto nuevamente en evidencia el nivel de debate público en nuestro país y cómo los mexicanos nos hemos habituado a tolerar reprobables actos de corrupción política y electoral.
Y hablamos de la misma funcionaria quien confunde estados de la República y quien algún día expresó en Palacio Nacional que “cientos de miles de millones de familias habían comprobado que las aulas son un centro formativo” ¡Cientos de miles de millones de familias! ¡Ah caray! ¡Bien quisiéramos quejarnos de lo que los franceses y británicos califican como traición a la confianza de sus pueblos! ¡Hasta en la corrupción hay niveles!
José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4