Sabemos que la carta que envió Mario Delgado vino a revolucionar el plano político nacional porque habrá un reacomodo de fuerzas en aras del proceso interno de Morena. Sin embargo, todavía hay aspectos que siguen siendo un factor que pone en desequilibrio la competencia interna dado que -cada vez- es más evidente la publicidad que circula en prácticamente toda la geografía del país a través de bardas, espectaculares y varios tipos de mecanismos de propaganda que además de costosa, es ventajosa y está fuera de los tiempos de campaña.
Hay que decir que, esa publicidad, aparece con mayor frecuencia en la imagen de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Dentro de ese esquema el propio partido y el presidente Obrador, tienen que poner un alto y asegurarse de llevar el proceso interno a un terreno de equidad. De hecho, la carta que envió Mario Delgado a los gobernadores muestra voluntad; hubo destellos, pero falta aterrizar la narrativa implícita en la misiva tomando en cuenta que, hoy en día, las condiciones continúan en desigualdad.
Un ejemplo de pluralidad y democracia fueron las plenarias que se llevaron a cabo hace una semana. Tenemos que reconocer la voluntad de Ignacio Mier que armó un esquema de participación y un desarrollo de ideas con la presencia de las cuatro corcholatas oficiales de Morena para acercarlos a los reflectores de la opinión pública. Ese gesto lo regresó el senador Ricardo Monreal que también consideró a los aspirantes por la silla presidencial a sentirse cómodos en la vieja Casona de Xicoténcatl, incluso la tribuna que brindó fue de alto nivel político.
Lo que pasó en esta semana tiene que ser la tónica de aquí a qué se realice el mecanismo de selección del candidato. Eso favorecerá y abonará a la democracia siempre y cuando se instale un piso parejo sin exclusiones. Hasta ahora, el único que ha cumplido con ese gesto de ecuanimidad es Ricardo Monreal pues abrió un espacio de participación sin prejuicios ni condiciones. Él, en ese sentido, fue pionero para promover este tipo de acciones, sobre todo para establecer criterios y fijar reglas transparentes.
Ese es el fin: que Morena y el propio presidente encabecen el proceso en igualdad de condiciones para que la sociedad sea quien tome la determinación. Esa ruta será posible sí, desde este momento, se empareja el trato, respeto e impulso sin olvidar que, los gobernadores y gobernadoras, jugarán un papel preponderante. Ellos, en ese sentido, deben ser agentes para promover una actuación plural sin cargadas y bajo el principio democrático de la instrucción presidencial de brindar apertura en los encuentros que se sostengan.
A donde acuda Claudia Sheinbaum, tendrán que asistir Marcelo Ebrard, Adán Augusto y Ricardo Monreal. Es indispensable que eso suceda porque de eso dependerá llegar en unidad al proceso interno. Esto no significa que los aspirantes avalen las propuestas del partido; ese rubro se cuece aparte, sobre todo en el tema de la encuesta dado que es inminente buscar un instrumento que se aplique bajo un escrutinio sumamente transparente.
Es evidente que, en este momento, la dirigencia de Morena está muy lejos de garantizar esa democracia. Hay una sospecha mayúscula porque hemos aprendido de las injusticias y los atropellos cometidos por la Comisión Nacional de Encuestas. Quienes aspiran, seguramente propondrán ejercicios transparentes con órganos colegiados externos y ajenos a la dirección de Morena para contribuir a legitimar al abanderado del lopezobradorismo en 2024.
Eso seguramente se propondrá sobre la marcha. En este momento lo que necesita el proceso es pluralidad; piso parejo y terminar, de una vez por todas, con las manifestaciones de exclusión, lo mismo que con la publicidad que aún envuelve este proceso sucesorio anticipado.
La decisión debe recaer en la voluntad del pueblo. Sería importante que, dadas esas exigencias, sea la sociedad la que tome la determinación con base a las propuestas.
En ese sentido, han surgido propuestas de debates y foros de participación donde los aspirantes presidenciales sean los portavoces del mensaje a la ciudadanía, especialmente de la visión y el proyecto de nación que tienen considerado para seguir profundizando las políticas públicas del país.
Con esos ajustes habrá una comunicación colectiva con la población civil. De ahí, incluso, nacen propuestas que han nutrido el andamiaje político-social. De hecho, algo similar está construyendo el senador Ricardo Monreal con el proyecto de Reconciliación por México que él encabeza.
Además de ser un proyecto integral, es una carta de presentación que ha encontrado coincidencias con la población civil, sobre todo porque hay temas fundamentales que se tienen que fortalecer dado que siguen preocupando como el tema de la seguridad, desarrollo, salud, ciencia, educación y oportunidades de empleo.
A propósito de ello, los foros de participación que han propuesto serían un punto coyuntural para poner sobre la mesa esa necesidad colectiva. Qué sea la ciudadanía la que alimente precisamente a través de la interacción. Eso será posible sí desde las entidades se promueve una participación plural y equitativa de los aspirantes. El problema de ello es que, hasta ahora, sólo han existido destellos; falta llevar a la práctica la instrucción presidencial de apertura al ejercicio para Claudia, Marcelo Ebrard, Adán Augusto y Ricardo Monreal que, por cierto, es el único que tiene un proyecto de nación.