Voy a comentar dos artículos interesantes sobre Andrés Manuel: “El huevo de la serpiente y “Obradorismo sin López Obrador”.
El primero, de Agustín Gutiérrez Canet, publicado en Milenio. El segundo, de Jorge Zepeda Paterson, también difundido en Milenio y en la edición mexicana de El País. Por cierto, no puedo leer el diario español porque exige suscripción. Seguí hace tiempo todos los pasos que se necesitaban para acceder a la misma, pero olvidé mi contraseña y ya no logro usarla. No la recuperaré, me da flojera la burocracia digital a la que someten algunos medios de comunicación a sus lectores. Así que el respetado periódico español se quedará sin mi dinero, que pensaba entregarles a cambio de todos sus contenidos.
Zepeda se pregunta, después de una larga reflexión que no me parece del todo justa acerca del trabajo del presidente López Obrador, quién consolidará el obradorismo cuando Andrés Manuel deje el poder. Gutiérrez Canet, sin haber leído a su compañero de página, da la respuesta: la siguiente fase de la 4T —la del lopezobradorismo sin AMLO— la encabezará la persona que demuestre más lealtad al presidente y a su proyecto. Así de sencillo.
Zepeda Paterson, seguramente para vestir su texto con la ropa de la objetividad intelectual, no dio nombres en su especulación acerca de los ingenieros que terminarán, después de 2024, el edificio lopezobradorista. El embajador Gutiérrez Canet no se anda con exquisiteces y dice que solo hay tres posibilidades para llegar a la presidencia cuando Andrés Manuel se retire: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal. Ella y ellos, dice el articulista, “dependen de la voluntad de AMLO, ninguno tiene la popularidad del presidente, pero todos enfrentan el reto de demostrar quién es el más leal a su jefe”.
¿Quién es más leal? ¿Sheinbaum? ¿Ebrard? ¿Monreal? Creo que Andrés Manuel no tiene ninguna duda. Como bien dice Gutiérrez Canet, al presidente López Obrador “hay que entenderlo más por lo que hace que por lo que dice”. Y lo que hace es clarísimo. Será trabajo de Morena operar un proceso de sucesión que no deje demasiadas divisiones en un partido que tiene a sus principales enemigos dentro de su militancia, y no en la oposición.
Creo que, pese a los conflictos internos, Morena sabrá imponer el orden, con o sin el cuestionado Mario Delgado en la dirigencia formal. Así que estoy absolutamente seguro de que hay obradorismo para rato, inclusive con Andrés Manuel totalmente en el retiro, como ha prometido; cumplirá esta promesa, sin duda, porque no se ha equivocado en el diagnóstico que ya hizo acerca de quién es más leal a sus principios entre Claudia, Marcelo y Ricardo.