El domingo, así lo pudimos atestiguar todos, se vivió una auténtica fiesta popular en la que reinó la unidad y la efervescencia de un pueblo de México que se volcó a cobijar a la presidenta constitucional de México, Claudia Sheinbaum. Esa misma sociedad, que le ha tocado vivir también el desdén del conservadurismo, salió a manifestar su respaldo incondicional lanzando consignas de “no estás sola”. Esas mismas voces, que abarrotaron la plancha del Zócalo, son la manifestación más clara del momento memorable que vive Morena y el movimiento lopezobradorista, pues está claro, más allá de las circunstancias que surgieron en el instante y tiempo, no podemos hablar que hay crispaciones.

El trabajo que se ha hecho a la par de las acciones que ha puesto la presidenta de México, es la mejor prueba de la unidad. Se hizo un clima de dimes y diretes por la postal que circuló por todos los medios nacionales. Eso, a nuestro juicio, no fue un desaire a la presidenta por más de que intenten echarle leña al fuego. En política, como en la vida, las circunstancias sí existen. Lo que pasó, entonces, es que quisieron aprovechar un descuido y distracción al momento de que ambos coordinadores de la fracción parlamentaria de Morena, al igual que Manuel Velasco y la misma Luisa María Alcalde, se tomaban una fotografía justo en el tránsito de Claudia Sheinbaum al templete. Eso bastó para que se propagara una narrativa perniciosa de parte de la oposición y de aquellos que buscan ver al movimiento dividido. Inclusive, fue demasiada la intriga que intentaron meter lo que, repito, fue una situación que pasó tan rápido sin que nadie se diera cuenta.

Sería un error político que podría traer costos muy elevados realizar un hecho de esa naturaleza de forma intencional. Nadie en su sano juicio, al menos por lo que significa la investidura presidencial, se atrevería a darle la espalda a la Jefa de Estado. Fueron las circunstancias, el momento y el tiempo los que se conjugaron. No hubo mala fe ni mucho menos conspiraciones que comienzan a circular por las redes sociales. Si, esa imagen acaparó la atención de todos, al grado de que cada uno de los actores que estuvieron presentes se disculpó con la presidenta de México. Solo se puede entender como un instante que pasó rápido en medio de un imponente marco como el de Palacio Nacional, y el ruido ensordecedor que genera las enormes dimensiones del espacio.

Sabemos que la oposición, carente de una brújula que los meta en los temas de la agenda pública, ha comenzado a especular que hay fracturas internas y teorías conspiratorias en contra de la presidenta. Discutir ese tema, hasta cierto punto, resulta un aspecto lógico. La presidenta de México, con ese poder político y la aprobación que tiene en sus manos, es la mujer más poderosa del territorio nacional. Imagínense el error que significa ignorar sus decisiones y su propia presencia en un acto en pleno Zócalo capitalino en el que los ojos del mundo están puestos en ellos. No es para tanto lo que pasó. Fue un solo descuido que, de manera clara, supo entender la jefa de Estado seguramente. Tampoco se van a desgarrar las vestiduras por un hecho que se presta para las malas interpretaciones pero que, en el fondo, fueron las mismas circunstancias.

Es absurdo pensar que hay una división cuando Morena, en medio de este clima que vive, tiene para ganar las 16 gubernaturas que estarán en juego. Además de ello, no tengo duda, los coordinadores de la fracción parlamentaria de ambas cámaras legislativas, de principio a fin, han cumplido al pie de la letra los proyectos que ha enviado Sheinbaum. Es verdad, muchos dirán que el tema del nepotismo y la no reelección fue una señal de desobediencia; sin embargo, ese tipo de determinaciones, por los intereses legítimos de quienes integran la coalición, deben ser respetados por la emancipación que hay. Desde luego, sabemos que hay una alianza que, de no ser así, no estaríamos hablando de la proporción numérica para alcanzar la mayoría calificada.

En lo político, siendo así, no creemos que la presidente pierda el tiempo ni mucho menos le de mucha importancia a un hecho que pasó tan rápido. No fue un desaire, sino una distracción que no tiene culpables. Hay, por así decirlo, mucha madurez para encarar este tipo de momentos. Desde luego, el temple y la inteligencia, por encima de cualquier guerra propagandística, deben superar ese clima que se formó, especialmente cuando todos los que estuvieron inmersos en una fotografía, lo han demostrado, son partidarios y partícipes de este proyecto de transformación. Algo muy diferente a lo que pasa en la oposición, donde sí existe una división y un desorden que los ha llevado al desastre institucional y, de paso, al preludio inminente de que perderán puntos importantes como Chihuahua y Querétaro. Es muy probable que Morena, que apostará con sus mejores cartas en una y otra entidad, se lleve la victoria con amplio margen. Lo mismo pasará en Nuevo León, en el que el lopezobradorismo empuja fuerte.