En repetidas ocasiones, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mencionado que Estados Unidos debe atacar las causas que provocan el consumo de drogas en sus habitantes; por otro lado, el vecino del norte, no se cansa de responsabilizar a México por esta situación.
Estados Unidos vive su peor epidemia y no es gracias a algún virus, es gracias al fentanilo, una droga sintética 100 veces más fuerte que la morfina y 50 veces más potente que la heroína. Por su intensidad, ha asesinado a más gabachos que la Guerra de Vietnam.
En septiembre de 2022, el gobernador de Texas -Greg Abott- mencionó que, en 2021, hubo más muertos por el fentanilo, que todos los ataques terroristas en todo el mundo en los últimos 100 años.
El problema es tan grande que el fentanilo ha sido catalogado por autoridades de EEUU como una “bomba de destrucción masiva”. Ha recibido este nombre, no solo por las muertes que ha provocado, sino por todos los otros daños sociales y económicos que ha generado; los cuales se han focalizado desde New Hampshire hasta California. La gente consumidora parece “zombie”; parecen muertos vivientes que no pueden trabajar, otros dejan los estudios, no producen nada y no pueden hacer otra cosa más que drogarse. Por lo anterior, es obvio que los políticos de EEUU, están desesperados, y los más radicales, hayan sugerido que su Ejército se encargue de combatir a los cárteles mexicanos. Para el gobierno de México, estas declaraciones han sido interpretadas como injerencistas o una amenaza para invadir o intervenir el territorio.
La crisis de esta droga inició cuando los médicos comenzaron a recetar analgésicos -con permiso de las autoridades sanitarias de los Estados Unidos- de forma indiscriminada. A inicios de los 2000, las prescripciones médicas fueron la entrada para que miles de personas que sufrían diversas enfermedades o padecimientos crónicos, se volvieran consumidores habituales de oxicodona; volviéndose adictos. Diez años después, se dejaron de dar las prescripciones médicas y se disparó el consumo de heroína. Después, los narcotraficantes se dieron cuenta que podían hacer un gran negocio.
Lamentablemente, EEUU pedía a gritos los opiáceos y los narcotraficantes cubrieron esa necesidad, con esta droga sintética. Lo peor es que esta sustancia revolucionó al narcotráfico, ya que es adherido en otras drogas para magnificar sus efectos y crear una mayor dependencia en los consumidores; y no solo eso, las ganancias se multiplican hasta un 1500%. Diversos especialistas mencionan que el fentanilo es más difícil de detectar y el transporte de dicha sustancia es mucho más sencillo que el de otras drogas. Muchas de las dosis son pedidas por medio de las redes sociales y llegan a las casas o locaciones por paquetería, sin ser detectadas.
Definitivamente, las autoridades mexicanas y estadounidenses se enfrentan a uno de los retos más complicados de los años recientes. Para el Covid ya hay vacuna, pero para el fentanilo, parece que no.