“No somos iguales, Julio”, dijo el presidente López Obrador -desde su atril en la conferencia matutina del pasado 28 de julio de 2021- al periodista Hernández López, “Astillero”. Y este le contestó de rebote y áspero, “tampoco de este lado somos iguales”.
En su derecho de réplica, el periodista asistió para desmentir 3 acusaciones de mentiroso que le endilgara Ana García Vilchis, la responsable (¿o irresponsable?) de la reciente sección de la conferencia matutina presidencial, “Quién es quién en las mentiras de la semana”. El asunto, la disputa de 1805 hectáreas de tierras ejidales en la sierra de San Miguelito, San Luis Potosí. Ambicionadas por el sector empresarial para realizar un proyecto inmobiliario, defendidas por activistas que argumentan daño ambiental y dispuestas a la venta por parte de los aproximadamente 300 propietarios de esas tierras que, de acuerdo a la reforma de 1992, tienen derecho a disponer de ellas como les parezca.
Pero este desencuentro entre el político y el periodista no es nuevo. El pasado 01 de junio de 2014, López Obrador escribió un sorprendente tuit: “Julio Hernández López siempre ha sido opositor a nosotros y partidario del ‘todos son iguales’, promovido por los conservadores de ahora”.
La intolerante recriminación provenía de la crítica del periodista al método poco claro de selección de candidatos en Morena. Por entonces, escribí una defensa bastante fuerte de Hernández López no obstante simpatizar con el movimiento lopezobradorista desde siempre, “La estupidez de @lopezobrador_ contra @JulioAstillero” (02-06-14; SDPnoticias) Me había parecido intolerante la descalificación del político así como ignorante del contenido de la mayoría de las columnas de “Astillero”, en La Jornada, donde no sólo era favorable al movimiento de su causa, también había sido un enérgico crítico y aun activista contra el fraude de 2006 y la compra del voto en 2012; lo había “defendido” incluso de los opositores del PRIAN. Sin duda, cualquier lector de la columna de Hernández López sabía esto y por ello se vio sorprendido por el tuit de López Obrador.
Siendo de la misma generación (Julio poco más joven), viniendo ambos del PRI pero con afanes de cambio democrático desde el interior (algo impensable para mí), uno desde Tabasco el otro desde San Luis Potosí en la militancia colosista, probablemente se conocieron en algún momento de los años 90 del XX, acaso en las luchas de Salvador Nava Martínez.
Anteriormente a ese escandaloso tuit en su momento, hacia 2011 o 2012, el político había ofrecido al periodista una candidatura a diputado federal por parte de su movimiento. Este lo rechazó. ¿Vino allí el distanciamiento? Lo rechazó argumentando que había decidido consolidarse como verdadero periodista crítico e independiente.
En marzo de 2017, Hernández obtendría la presea “John Reed” 2016 a la trayectoria periodística. En julio de 2018, López Obrador ganaría la presidencia de la república. El perfil de ambos se definía a cabalidad.
He establecido en columnas pasadas que distingo tres perspectivas periodísticas en el presente en relación al actual gobierno.
1. El periodismo opositor que critica, ataca y ofende todos los días (anteriormente beneficiario del presupuesto público para comunicación).
2. Los que son pro 4T de manera honesta, aunque se dé cabida en este grupo a los obsequiosos, aduladores y aun acríticos (ver youtuberos, por ejemplo).
3. Los que procuran ser críticos, independientes, veraces, objetivos, y lo cierto es que la “objetividad” no existe, sino la veracidad; el problema con este grupo es que muchos de sus miembros realizan un ejercicio frecuente de especulación frente a los hechos.
Considero que el periodismo que ejerce Julio Hernández pertenece al grupo tres.
Busca la veracidad pero en un afán a veces excesivo de criticismo, de sentirse independiente, suele caer (él y/o sus colaboradores) en la especulación. Quizá por ello, ante los válidos argumentos a su favor para demostrar que no ha mentido -aunque no sin algo de especulación o futurismo basado en experiencia de gobiernos corruptos del pasado-, el presidente le haya contestado: “No te adelantes”.
“No coincidimos contigo y no se puede comparar a nuestro gobierno con lo que hizo Vicente Fox, destruir el cerro de San Pedro por la minería… es un despropósito. No te adelantes, no hay un decreto que tiene que firmar el presidente”. Y repitió lo que había escrito en el tuit de 2016: “El apostar a que todos son iguales, que es uno de los propósitos que tienen nuestros opositores… no se ajusta a la realidad… Los hechos son los que van a hablar”.
Hernández López no ha mentido, pero acaso haya especulado sobre lo que pudiera pasar si no se hace tal o se hace cual… El periodista debió de haber demandado algo más que la respuesta del presidente, la de la secretaria de la Semarnat, María Luisa Albores, para que fuera un careo más detallado. Y quien en definitiva no tiene el profesionalismo para estar como responsable de una sección sobre las noticias tan importante y necesaria, es García Vilchis, esto lo he establecido ya desde un inicio: “Mentiras y verdades en la conferencia de prensa matutina de López Obrador “(Video)
Por los comentarios posteriores a su réplica, el periodista ve como un triunfo momentáneo lo que el presidente ve como una convicción de toda la vida: no autorizar nada que comprometa y dañe al medio ambiente.
Por mi parte, francamente creo que los propietarios tienen derecho a vender.
No se les puede quitar ese derecho como pretenden los que se presentan como defensores de la causa de San Miguelito. La solución ya la he propuesto: Un acuerdo para que esas 1805 hectáreas, si son en realidad vitales para el bien común, se protejan, pero que los propietarios consuman su inviolable derecho a vender. En este caso, es el gobierno quien tiene que comprar esas tierras, no solamente expropiar sin pago alguno o por debajo de lo justo. Así, todos contentos; menos los empresarios, que deberán buscar otro sitio adecuado a sus proyectos.
Aunque se diga que hubo diálogo y tolerancia entre el político y el periodista, las diferencias, como ya hemos visto, persistirán; esperemos que para bien. Por mi parte, sostengo una vez más mi perspectiva de ejercicio periodístico, una cuarta opción sin fanatismo ni especulación: Apoyo crítico, crítico apoyo.
Por Héctor Palacio @NietzscheAristo