Como una respuesta a la constante propagación de información falsa, calumnias, tergiversaciones y rumores en las redes sociales pero sobre todo en los medios convencionales de comunicación y sus comunicadores, el presidente López Obrador decidió abrir una sección dentro de la conferencia de prensa matutina para exhibir esta fuente de mentiras, confrontarla y combatirla con la información verdadera y/o veraz y ofrecer a la ciudadanía elementos de razonamiento y juicio.

“Quién es quién en las mentiras de la semana” ha sido una idea magnífica y un acto necesario, pero su realización ha sido pésima. Y no porque la persona nombrada para esta responsabilidad, Ana Elizabeth García Vilchis, se haya mostrado nerviosa en las dos primeras ediciones (la primera, el miércoles 30 de junio) y en la segunda haya comenzado por el final afectando el programa de su exposición; esto se entiende y lo normal es que vaya mejorando. El problema es que se confunda y tome un espacio y un momento institucional como uno personal.

Naturalmente, periodistas, medios convencionales y las redes sociales proclives a la manipulación y la mentira reaccionaron negativamente a este nuevo espacio de la conferencia presidencial.

Acusaron a López Obrador de lo mismo de siempre –incluso periodistas que han sido cordiales con él en el pasado como Ricardo Rocha o Carmen Aristegui-: hostigamiento a la prensa y a los periodistas, amenaza a la libertad de expresión, monopolio de la verdad, etcétera; esto es entendible, porque no quisieran la ocasión de ser exhibidos en esa plataforma de información.

Lo curioso es que incluso gente simpatizante del actual gobierno y del movimiento del presidente han visto con ojos críticos más que el evento en sí, que ha sido aplaudido, a la manera en que García Vilchis ha desempeñado su encargo. Pues al asumir ese momento como si fuera propio, expresa su opinión personal, enjuicia e ironiza cuando su labor profesional debiera de quedar únicamente en ofrecer la información objetiva, los “datos duros”, los desmentidos: confrontar la mentira con la verdad.

Pero de allí pasar al terreno subjetivo de lo personal es absolutamente criticable. No puede o no debiera decir (¿y lo consiente el presidente?) que tales o cuales medios o periodistas son los beneficiarios del neoliberalismo, que tales otros son los voceros de ciertos intereses, que fulano de tal es “el Pinocho de la semana”, que va a inscribir a estos a las olimpiadas en el nado sincronizado y que de seguro obtienen la medalla de oro; eso ya escapa del terreno profesional e institucional.

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Una iniciativa peor que las anteriores ha sido acusar de machista a López Dóriga (a quien naturalmente no defiendo pero establezco una perspectiva objetiva), por el solo hecho de haber solicitado un derecho de réplica a Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la presidencia, en vez de hacerlo a ella. García insiste en personalizar su labor cuando el periodista López Dóriga pudo haber solicitado ese derecho incluso al propio presidente. Y además de evitar la personalización, hay que tener coherencia y ser consecuente, García Vilchis no ha proporcionado un correo electrónico, un número telefónico y ni siquiera tiene una cuenta de Twitter para ser contactada; no hay que ahondar en el patetismo.

Está bien exhibir a quienes mienten o manipulan.

Que si la Guardia Nacional no había entrado a la Universidad de las Américas, que si el hombre armado presente en un video durante una gira del presidente no es un sicario sino un guardia comunitario, que la presidencia no espía a periodistas, etcétera. Eso está muy bien y de allí el público y los medios establecerán el debate y discernirán.

Desde mi perspectiva de apoyo crítico y crítico apoyo al presente gobierno y al movimiento de López Obrador, considero necesario señalar la falta de García Vilchis y demandar que sea institucional y profesional. No nos interesa su opinión personal ni sus ironías; que por otro lado, se ha dicho ya que la opinión es el más bajo nivel del conocimiento. Si lo que desea es manifestarse en lo personal bien puede abrir un canal de YouTube, una cuenta en Facebook o un blog; cuando menos que acuda al Twitter. Pero estamos hablando de la conferencia de prensa matutina presidencial, donde se informa a los mexicanos y donde es importante la claridad y veracidad de la información. Por tanto, ese escenario no debe de ser una plataforma per se para su lucimiento personal. Este cariz demerita el loable acto informativo, al gobierno federal y al presidente de la república.

@NietzscheAristo

P.d. Mi videocolumna sobre el tema: