Un estimado lector me comentó sobre el texto y los videos de la semana pasada dedicados a Avelina Landín: “linda voz, no recuerdo haberla escuchado”. Y en verdad se trata de un conocedor de la música popular mexicana del siglo XX. Le respondí que ello obedecía al hecho del retiro obligado de Avelina al casarse, cuando iniciaba el triunfo a dueto con su hermana María Luisa, y que al regresar al público no logró reconocimiento similar a pesar de su grata voz y su canto puesto en el sentido de las palabras. Y qué bien que decidí escribir sobre ella, pues originalmente pensé que bastaba hacerlo de su hermana y el dueto. Pero la rectificación ha cumplido su cometido: dar a conocer, no sólo recordar o disfrutar, el canto popular mexicano entre los años 30’s y 60’s del siglo XX influido en la mayoría de los casos por el canto clásico.
Canto popular y cantantes inscritos en un contexto histórico, social y estético, ¿también político? En el concepto que hemos compartido, la primera intención por cumplir ha sido el conocimiento y reconocimiento de esos artistas; eso se ha hecho a cabalidad y aún faltan algunos de ellos. En segunda instancia, resulta importante percibir el valor estético de su canto y de la música y compositores que interpretaron; también se ha cumplido. Un tercer propósito es conocer su desempeño y trayectoria. Y en fin, también saber de anécdotas cuando las haya y, sobre todo, dentro del concepto general, encontrar las particularidades de cada uno a partir de su voz, su canto, su presencia, su biografía, etcétera. Un pendiente mayor también es la revisión y análisis de las canciones pero sobre todo de sus letras de la época, ahí hay dos vetas ricas para el estudioso.
Lo ideal sería, de nuevo, dentro del contexto artístico y estético general, ubicar el sentido histórico e historiográfico: Se trata de un tiempo que abarca 40 años aproximadamente. ¿Qué ocurrió en ese tiempo como fondo o acompañamiento del desempeño artístico? En México recién ha concluido la revolución, los gobiernos van de Lázaro Cárdenas a Gustavo Díaz Ordaz. Se pasa, pues, de un gobierno de carácter popular a uno autoritario aunque hayan pertenecido a una línea política con raíz semejante. Internacionalmente transcurre la segunda guerra mundial, le sucede la guerra fría y se impone la hegemonía de Estados Unidos.
Las artes en general tienen un gran impulso oficial en México, la pintura, la música clásica, la literatura, la danza, el teatro. Explota casi literalmente la presencia del radio, el cine y después la televisión; la industria del disco es impresionante. Los artistas escénicos pasan de la carpa al teatro, a la revista musical, al cine y la televisión, incluso a los llamados centros nocturnos.
Conforme crece el país, de los treinta a los sesenta se vive al parecer en una efervescencia, en particular en la Ciudad de México, pero también a nivel nacional a través de los medios de comunicación y difusión de ese tiempo. En ese contexto surgen y se desempeñan todos los cantantes que hemos visto y veremos. En general, artistas que no tuvieron participación política, a menos que se considere esa pasividad como legitimadora de los gobiernos; como han hecho y hacen la mayoría de los artistas de todos los géneros. No obstante, hay que reconocer que en ese tiempo hubo mucha participación de la iniciativa privada en la industria de los medios: disco, radio, cine y televisión, lo que otorgaba cierta independencia a los artistas.
La posición del artista frente a la política siempre es difícil: si participa, queda bien con unos y mal con otros. Y cuando llegan al poder los primeros, lo ignoran a menos que milite, que al parecer es la manera más óptima de hacer carrera artística en México: ser protegido, tener influencias, relaciones públicas. Lo que mejor han hecho la mayoría de ellos es tratar de estar bien con todos, así sean de las antípodas ideológicas o éticas. Aunque hoy día los artistas se han vuelto también burócratas y lo mejor para ellos es que invitan a sus allegados y amigos. Y todavía “lo más mejor”, es que se programan a sí mismos, con le excusa de que “no hay dinero” para pagar externos, a menos que tengan intercambio entre ellos. En fin, asomar la nariz tantito fuera del contexto histórico y estético nos lleva a una riqueza de posibilidades que escapan a este espacio al menos por este momento.
Así que vayamos con las Hermanas Landín. Ya he hablado de las Hermanas Águila, el dueto más destacado del tiempo y estilo que venimos abordando, al grado de tener influencia en la creación de otros duetos que se convirtieron en su competencia, en sus rivales, de ahí el título de esta columna. También hemos hablado de tres de las cuatro cantantes en su rol de solistas: Gaby Daltas, Avelina y María Luisa Landín, esta última la más destacada de las tres y una de las principales boleristas de su momento.
|Como ya hemos escuchado a las Águila, sólo compartiré una pieza como referencia a las que siguen de las Landín; de Agustín Lara, “Escarcha”|:
Hemos visto cómo, a pesar de tener afición por la música, el padre de las Landín se resistía a tener hijas artistas. Su oposición fue vencida y las pequeñas hermanas comenzaron pronto a prepararse y cantar, a partir de 1935, en eventos privados hasta alcanzar los primeros programas de radio en XEYZ y XEFO en 1936. Todas las referencias señalan que se llamaron “Pirita y Jade” (y un breve periodo como “Mari-Lina”), un nombre bastante soso que pronto cambiaron por su apellido. Sobre todo para competir con las Águila a partir de 1938-39 en la XEQ y con un contrato para grabar con la RCA Víctor.
|Para establecer cierta condición de equidad, aquí las Landín también con Lara, “Pobre de mí”|:
Una nota de La Jornada que reporta la muerte de María Luisa en 2014, describe ciertas características y cualidades del dueto que había nacido en Tepito, Ciudad de México:
“Se decía que las chicas eran dueñas de una exquisita elegancia en el cantar, así como una gran acoplamiento. El par de cantantes se presentaba en fiestas y reuniones familiares, hasta que… se presentaron en la radio.
“En 1938, la recién inaugurada estación radiodifusora XEQ conocida en el ámbito radial como Radio Panamericana, contrató a las Hermanas Landín como elementos esenciales de su programación musical, promoviendo una convencional rivalidad artística con las Hermanas Águila, de María Esperanza y María de la Paz Águila Villalobos.
“A partir de 1939, ya bajo el nombre de Hermanas Landín, pasan a formar parte del elenco de la RCA y su fama y popularidad alcanzan grandes dimensiones, según escribió Omar Martínez Benavides, en la página web de la cantante.
“Para entonces, refiere el encargado de la biografía de María Luisa, hay una efervescencia por los duetos femeninos como las Hermanas Escoto, Hermanas Ruiz Armegol, Hermanas Padilla, Cuatitas Herrera, con las que las Landín entraron en franca competencia. El dueto se mantiene firme en las preferencias del público hasta 1942, en que el dueto se disuelve, ya que Avelina contrae nupcias” (La Jornada; Redacción, 22 de junio de 2014).
|”Yo no sé qué me pasa”, de Fernando Mulens|:
Emergieron otros duetos más, algunos, intérpretes de canciones rancheras, como las Hernández, Huerta, Núñez; se trata de un subcapítulo interesante este de los duetos femeninos, un fenómeno ya desaparecido pero que fue una presencia muy marcada en la música popular y/o comercial a partir del surgimiento de las Hermanas Águila.
Las Águila alcanzaron un gran acoplamiento vocal y raramente cantaron líneas como solistas, sus registros de soprano y mezzosoprano (la morena y la rubia) son muy distinguibles y tuvieron una larga trayectoria que les permitió madurar sus voces, su interpretación, acumular un amplio repertorio; los maridos no interfirieron en su profesión, o ellas se impusieron a ellos.
|”Déjame soñarte”, de autor no identificado; el recitado introductorio prefigura ya a la María Luisa solista de los años por venir|:
Por su parte, las Landín, bajo la influencia de las Águila, en efecto lograron un acoplamiento armónico, agradable, claramente definidas sus voces por la mezzosoprano Avelina y la soprano María Luisa. Desafortunadamente, el matrimonio de la primera impidió lo que las otras hermanas tuvieron: una prolongada carrera, madurez y repertorio amplio. Dentro de sus grabaciones, que son homogéneas en estilo e interpretación, se intercalaron algunos solos de María Luisa que la afirmaron en su deseo de proseguir como solista; hasta que dio el trancazo aquel de “Amor perdido”, que hemos ya revisado.
Las Landín no superaron como dueto a las Águila, no hubo la posibilidad, sólo cantaron juntas 6 o 7 años, pero de las cuatro y sin ser la mejor voz de ellas (considero de mejor calidad y cualidad la de Avelina), destacó María Luisa para competir con otras colegas de su tiempo. Pero el modelo de los duetos femeninos inaugurado por las Águila, seguido con calidad por las Landín y emulado por no pocos dúos más, dejó huella importante en el canto en el México del siglo XX.
Para concluir, “¿A dónde irán las almas?”, de Rodolfo Mendiolea|:
Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo