Hoy en Excélsior Jorge Fernández Menéndez dijo: “García Luna pudo haber cometido muchos errores, sobre todo políticos, puede haber hecho negocios luego de su cargo público, pero que sea acusado de relación con el narcotráfico por los mismos delincuentes que él detuvo y envió a Estados Unidos suena, por lo menos, poco lógico”.

Carlos Marín sugería ayer en Milenio que en el juicio a Genaro García Luna no estará en duda la honorabilidad del acusado de haber trabajado para el narco en el sexenio de Felipe Calderón, sino que será el gobierno de Estados Unidos el que irá “al banquillo en NY”.

Aunque todo el mundo sabe que García Luna trabajó con Felipe Calderón y Vicente Fox y que el acusado en Nueva York jamás ha tenido relación de ningún tipo con AMLO, en El Financiero el columnista Raymundo Riva Palacio dice que el juicio “podría destapar varias cloacas, aunque, según el lado que se vea, afectaría al gobierno de Calderón o al del presidente Andrés Manuel López Obrador, de sus tiempos como jefe de gobierno de la Ciudad de México”. Vaya manera tan perversa de tratar de ayudar a quien fiscales estadounidenses consideran trabajó para el cártel de Sinaloa cuando era funcionario público.

No es raro amar a un delincuente. Se le llama hibristofilia a esa perversión sexual. Cito a Wikipedia:

√ “La hibristofilia es una parafilia (desviación sexual) en la cual la excitación sexual y la obtención del orgasmo se producen como respuesta a mantener una relación con una persona que ha cometido una fatalidad, engaño, mentira, infidelidades conocidas o crímenes como violaciones, asesinatos o robo a mano armada. El término deriva de la palabra griega, ὑβρίζειν hubrizein, que significa ‘atentar contra alguien’ (que a su vez deriva de ὕβρις hibris ‘hýbris’), y filo, lo cual significa ‘tener una afinidad/preferencia por’.1 En la cultura popular, este fenómeno es conocido como síndrome de Bonnie y Clyde”.

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√ “Muchos criminales conocidos, particularmente aquellos que han cometido crímenes atroces, reciben correo por parte de admiradores en prisión con sentido amoroso o sexual, probablemente como resultado de este fenómeno. En algunos casos, los admiradores de estos criminales se han casado con ellos en prisión”.

Quiero pensar que Fernández Menéndez, Marín y Riva Palacio no han llegado al extremo de enviar tiernas cartas de amor a la cárcel de NY en la que García Luna ha estado detenido durante tres años, pero ni hablar, no lo descarto: así de apasionada ha sido la defensa que durante bastante tiempo han hecho del policía de Calderón.