“Sólo un ser verdaderamente taimado, sólo el hombre es capaz de habitar el engaño de manera total.”

LEONID ANDRÉIEV

“El mal que quiere engañar con máscara de bien entra.”

JUAN RUIZ DE ALARCÓN

A cuatro años de su triunfo electoral y a los mismos de hacer del país un desastre, como buen populista, para celebrar este hecho, al presidente se le antojó —por qué no— inaugurar la refinería de Dos Bocas. Lo de menos es que esta comenzará a operar hasta el 2023 (y, si bien nos va, a toda su capacidad en el 2026).

Lo que hoy atestiguaremos será la apertura de unas oficinas, el recorrido de unas jardineras y ya. Otro engaño.

Le escucharemos —por la vía de dilapidar todavía más recursos del erario en propaganda— cómo se ufana de que cumplió su promesa… una que, para variar, no funciona. Todo sea porque desde su primera campaña a la Presidencia prometió construir una refinadora en su terruño.

Dirá que Dos Bocas es una proeza en el tiempo realizada, si bien —ya lo sabemos de sobra— cuando nos recetan un “logramos la autosuficiencia en la producción de combustibles”, habría que contestar: “eso es absolutamente falso”.

¿Alguien de su entorno osará aceptar que solo está inaugurando un cascarón? ¿Hay quien se atreva a decirle que sigue drenando recursos que urgen para atender necesidades reales como país? ¿O optarán por hacerlo ver como lo que es: un necio (en el mejor de los casos); un tonto al que Rocío Nahle vio la cara?

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La historia del Aeropuerto de Santa Lucía (AIFA) se repite. Un elefante blanco del que ni siquiera se ha concluido la edificación de su parte operativa. Que, como el aeropuerto ese, tampoco cuenta con adecuadas rutas de comunicación. Sean vías férreas, canales para suministro o ductos para poder trasladar el petróleo a la refinadora y después sacar sus derivados. ¿Las carreteras? En pésimo estado; no sirven para cuando se produzcan los refinados. Y el que en una refinería no se pueda refinar crudo es tema baladí.

Se vende humo y muy caro. ¿De cuánto estamos hablando? Algo así como 18 MIL MILLONES DE DÓLARES, si “bien” nos va.

Claro, en un principio —por el puro afán de contradecir a expertos, organismos y empresas, así como manipular licitaciones— se dijo que costaría 8,000 millones de USD. Obvio, Pemex PTI Infraestructura de Desarrollo es el que terminó realizando la obra.

Ya para este enero pasado, el gasto ascendía a 12,500 millones de dólares y se sabe que hay cuentas por cobrar por casi 5 mil millones de dólares adicionales que serán devengadas (eso dicen) los próximos dos años (¿al final será eso o hay más?).

Con estos costos, se hubiera podido cumplir con el Acuerdo de París, esto es, la instalación en México de 14,000 MW de capacidad eólica-solar. Ello habría disminuido la contaminación y los costos para las familias más necesitadas de nuestro país (ayudando así a la economía nacional, pues tampoco se requerirían los subsidios a la energía que hoy existen). Lo que es mejor, si esa instalación la hubiera hecho la iniciativa privada, el gobierno no hubiera tirado a la basura tanto dinero y se hubieran podido comprar medicinas, tratamientos para cáncer, mejorar el presupuesto de la SEP, entre otras urgencias.

Pero ya sabemos que el primer mandatario le tiene tirria a las energías limpias y una acérrima antipatía a la iniciativa privada.

Como muestra del teatro tragicómico que presenciaremos hoy, la Comisión Reguladora de Energía otorgó, a tan solo horas de su inauguración, el permiso de generación para la central eléctrica que se utilizará para el funcionamiento de la refinería. En otras palabras, haber comenzado la construcción de la central fue ilegal, sello inequívoco de esta administración…

Dos Bocas se ha ido construyendo al chilazo (o al chingadazo, aprovechando la cercanía con el rancho de López Obrador) y, además, generó un pleito entre el ingeniero Octavio Romero, director de Pemex, y Rocío Nahle, secretaria de Energía.

Al final, la obra, el sobrecosto y los múltiples desfases han recaído en esta última. Mas Nahle utilizará la refinería como plataforma, podrá ser la candidata al gobierno de Veracruz en el 2024. Eso es lo que le interesa; le tiene sin cuidado que Dos Bocas funcione.

Resultado de la ocurrencia presidencial, sin estudios ni conocimiento de las necesidades, nadie tomó en cuenta que el sistema ferroviario de la zona hasta el 2026 podrá transportar los 340 mil barriles de crudo para los que está diseñado el complejo. Por la peligrosidad de los materiales, estos NO pueden ser transportados en el Tren Maya y los oleoductos de distribución, requisito fundamental, pues tampoco están hechos. Ello sin olvidar no existe la infraestructura ferroviaria que conecte la refinería con la red ferroviaria.

Con todo esto, quien sabe si algún día Dos Bocas pueda cumplir con el objetivo de suministrar derivados petrolíferos al resto del país con eficiencia, seguridad y a precios competitivos. Tal vez también olvidaron (o desconocen) que las refinerías se hacen cerca de las grandes ciudades donde la demanda por los derivados del petróleo es alta y no se tiene que pagar una alta cantidad por su transporte.

El país se desangra, tiene una deuda mayor que hace tres años, el desabasto de medicinas continúa, los problemas desbordan, pero hoy, en Dos Bocas, asistiremos al país de los otros datos, a uno donde vive López Obrador, donde dejará de legado político una refinería nueva obsoleta y que aún no opera (¿servirá en algún momento?). Una obra sin rentabilidad y que no garantiza el abasto de gasolina. Un engaño más.