IRREVERENTE
Les platico: mayormente son salvadoreños y hondureños, aunque los hay de otros países centroamericanos.
Llegaron a Monterrey en caravanas y pagaron hasta $1,000 dólares cada uno a la nueva versión de los otrora “polleros”: los narcos.
Otros lo hicieron pagando sus pasajes de autobús para no arriesgarse a ser esquilmados, secuestrados o asesinados en el camino.
Es que apenas cruzan la frontera de Guatemala a México se dan cuenta de quiénes son los que realmente mandan en este País: los narcos, que se han diversificado para convertirse ahora en amos y señores del “piso y la vuelta”.
No es cierto que hayan sido devueltos de la frontera hacia Monterrey.
Los “polleros” se comprometieron a traerlos a estas bárbaras, sedientas y violentas comarcas del norte porque les dijeron que desde aquí sería fácil que consiguieran pasajes de autobuses hacia la frontera.
Pero los de las caravanas y los que llegaron aquí por otros medios se toparon con una cruda realidad: ninguna de las líneas de autobuses que corren hacia la frontera con Estados Unidos quiere venderles boletos.
Los empleados de los mostradores se hacen los que no saben la razón, pero algunos de sus jefes no aguantaron la presión de las preguntas:
El INM dio la orden
Por órdenes del Instituto Nacional de Migración, ninguna línea de autobuses foráneos puede vender boletos a los centroamericanos que buscan llegar a la frontera desde Monterrey.
En las oficinas locales del INM, los empleados se hicieron güeyes, diciendo que eso no es verdad.
Incluso uno de ellos me soltó a quemarropa: “¿qué tiene qué ver el INM con esa situación?”.
Pues eso mismo me pregunto: ¿qué diablos tiene qué ver esa dependencia con la instrucción dada a todos los empleados de los mostradores de la Central de Autobuses de NO venderle ni un solo boleto a los centroamericanos que quieren llegar a la frontera para cruzarla en busca del sueño americano?
Duermen en la calle
Adentro de la Central de Autobuses, el aire acondicionado mantiene la temperatura en 22-24 grados centígrados.
Afuera, el calor brama frisando los 35-37 grados centígrados o más.
Los encargados no dejan que los centroamericanos duerman dentro de la Central.
Los primeros días sí los dejaban, pero ya no, salvo algunos muy contados casos de madres que viajan con sus hijos pequeños.
Lo más que consiguen los sufridos migrantes es dormir afuera, pegados a los frescos cristales del edificio.
Hoteles y moteles amplían su giro
Tampoco los dejan usar los baños, lo cual es ya un gravísimo problema sanitario. ¿Bañarse? Ni se diga, aunque han aprovechado la ampliación de giro de los moteles y hoteles alrededor de la Central, que por módicos $120 les dejan echarse un regaderazo, por persona.
Llevan “estacionados” en Monterrey casi dos semanas y el dinero que traían para el viaje se les está acabando.
Supieron que a un kilómetro y medio de la Central, en la Iglesia Santa María Goretti, hay una comunidad de haitianos que han encontrado ahí el cobijo de los regiomontanos.
Muchos de los centroamericanos se han ido para allá.
Otros buscan trabajo para comprarse comida y a duras penas… agua.
Vienen del hambre a la sed
Una madre de familia de Santa Ana, El Salvador, me dijo que salieron de su país debido a la miseria.
También por la violencia de los Mara Salvatrucha, a pesar de que el presidente Bukele ha metido a la cárcel a 8,000 de ellos.
“Pero siempre hay y sí, son muy malos”, me dijo, mientras comía de un plato desechable.
Le huyeron al hambre pero se encontraron aquí con la sed, pues es bien difícil conseguir agua, si no es por la ayuda de los buenos samaritanos que se dan la vuelta por la Central para echarles la mano.
Gracias a Dios, Honduras
Moni viajó con su marido y sus dos hijas pequeñas desde Gracias a Dios, Honduras.
Al momento en que platiqué con ella, su esposo andaba haciendo mandados para conseguir dinero y comprarse comida… y agua.
Ellos quieren llegar a Piedras Negras para intentar por ahí pasar a Eagle Pass, Texas.
Pero no traen papeles.
Lo mismo le sucede a Xiomara, de Santa Ana, El Salvador, que dejó allá a su marido y también a sus dos hijos.
No viajaron con ella porque solo les alcanzó dinero para el pasaje de uno y por eso viaja sola.
Quiere llegar a Ensenada para buscar cómo cruzar hacia San Ysidro, California.
Tampoco trae papeles porque su mamá, que la abandonó a los tres meses para irse a Estados Unidos, no quiere “pedirla”.
¿Será un favor que el gobierno mexicano le hace al de EU?
No tengo forma de comprobarlo, por ahora, pero que el INM bloquee toda salida de los migrantes centroamericanos hacia la frontera con EU, pareciera ser un favor que el gobierno mexicano le está haciendo al de EU.
A mediados de 2019, la Border Patrol prácticamente tuvo una “sucursal” en la frontera mexicana con Guatemala, al ser asignados allá cientos de elementos de la Guardia Nacional para impedir la salida de las caravanas hacia el norte.
El número de migrantes rebasó a los del INM y de la Guardia Nacional, y las caravanas viajaron hasta la frontera, con el consabido enojo de Trump.
Los desaires y desencuentros que don Andrés Manuel ha tenido con su colega Joe Biden parecieran tener una distensión diplomática con esto de prohibir a las líneas de autobuses que vendan boletos a los migrantes hacia la frontera.
Los “buitres”
En otro artículo les platicaré del “negocio” que ciertos “buitres” del giro de la construcción están haciendo a costa del hambre… y la sed de los migrantes estacionados en la Central de Autobuses.
Este lugar se ha vuelto “centro de reclutamiento” de albañiles, plomeros, electricistas y otros oficios, además del ya existente en la Alameda Mariano Escobedo, del cual les conté hace varios meses.
Los cabrones contratistas se aprovechan de la necesidad de esta gente y se los llevan a sus obras, pagándoles la mitad y hasta un tercio de lo que normalmente ganan quienes desempeñan esos oficios.
Tengo nombres, domicilios y fotos de estos tipos, ya los verán…
CAJÓN DE SASTRE
“No hay muro que detenga a la necesidad. Si cayó el de Berlín ¿cómo no va a caer éste otro, erigido por el INM?”, remata la irreverente de mi Gaby.