Cuando en la adolescencia temprana vi La mujer del carnicero (Luis Alcoriza; 1968), me impactó. Así conocí a Ignacio López Tarso (1925-2023). Después vi un sinfín de películas y algo en televisión. No lo vi en teatro, me habría gustado. Con el tiempo, como acaso sea lógico, me fastidió su actuación, me pareció acartonada, me aburrió. Con las décadas, volví a valorarlo. Sin duda, es un tipo de los que se conoce como “una institución” del cine, el teatro y la televisión mexicanos.
No obstante, el artista también es hombre o mujer y tiene responsabilidad cívica. No quiero en este momento del fallecimiento de López Tarso, el 11 de marzo de 2023, a los 98 años (larga vida), hacer una descalificación de su actividad cívica, es decir política. Pero él jamás ocultó –como muchos padres y abuelos de muchos de nosotros, su priismo; otros tendrán panistas en sus antecedentes políticos-. Es más, lo abrazó hasta con pasión, como cuando se pronunció con fervor en favor de Peña Nieto; a pesar de todo lo que ello representa y significa.
Todos, figuras, estrellas, famosos o no, tenemos una responsabilidad política dentro de un contexto histórico. Como diría Cristina Pacheco: el que nos tocó vivir. O citando en términos individuales a Alfred Weber: donde nos ha tomado la corriente de la historia. Así, abuelos como López Tarso fueros atrapados por el priismo o el panismo y nunca salieron de allí; más por pasión o conveniencia que por razón.
No pocos jóvenes o maduros se sorprendieron con Roberto Gómez “Chespirito” declarándose un panista descarado. Desilusionó al propio Maradona que lo entrevistó en su programa de TV en Argentina. Siendo su ídolo, porque representaba a “El chavo del 8″, un niño pobre de vecindad, pensó que honraría a sus supuestos ídolos políticos como El Che y Fidel Castro: no, elogió a Vicente Fox. Después hizo campaña abierta por los candidatos del PAN. Como Carmen Salinas, López Tarso fue priista toda su vida –y lo que ello significa y ya sabemos- y asimismo ambos fueron diputados por dicha organización.
Hay de todo en la política mexicana hoy. Así “El Cochiloco” Joaquín Cosío, que se ha convertido en un rabioso crítico de la llamada 4T. También un supuesto izquierdista como Óscar Chávez –simpatizante del encapuchado Marcos-, fue crítico de López Obrador, lo mismo que Héctor Suárez, supuesto militante de las causas de izquierda. Muchos artistas e intérpretes han sido simpatizantes del PRI o del PAN, pero también algunos como, Héctor Bonilla, Juan Arvizu “El Tata”, Héctor Ortega (fallecidos ya), los hermanos Bichir o Damián Alcázar, se han declarado obradoristas.
No deja de ser interesante observar el comportamiento cívico de los artistas, actores, intérpretes y gente del espectáculo en general. Y lo es porque todos, sin importar la naturaleza de nuestra actividad, tenemos una actitud, un compromiso personal. Sobre todo, durante los días conscientes de la existencia; si es que esta conciencia llega alguna vez.
Es muy probable que López Tarso se agregue a la lista de los velados en Bellas Artes, que en gran parte en eso se ha convertido -tanto el escenario como el lobby del Teatro del Palacio de Bellas Artes-, en una funeraria. Un artista priista más, digamos. Pero recientemente estuvo ahí un obradorista, Héctor Bonilla. No sé si esto sea “bueno o malo”, positivo o negativo. Pero se habla más de Bellas Artes como funeraria que como espacio de arte.
Como escribiera el sociólogo Gabriel Careaga en Sociedad y Teatro Moderno en México (Joaquín Mortiz, 1994). A los actores, a los cantantes, a las “estrellas” quiero verlas en los escenarios, en las pantallas, no convivir con ellos; admirar su talento sin necesariamente mirar sus miserias (aunque no deja de ser muy interesante, digo; de ahí el éxito de las biografías). Y así, siempre será mejor ver las películas de Ignacio López Tarso, que hizo muchas y algunas muy buenas: Macario, El hombre de papel, El gallo de oro, La vida inútil de Pito Pérez, Pedro Páramo, La mujer del carnicero, La generala, La sombra del caudillo, etcétera.
Y llega siempre al fin la paz de la piedra, de la tierra.