La oposición lleva años encontrando motivos para poder desestabilizar la gobernabilidad y el buen momento que reina en el país, especialmente por el proceso de transformación que, hace más de seis años, sentó las bases a través de un modelo humanista como uno de los principios generales. Morena, desde sus causas hasta su esencia, ha dejado claro que, hoy por hoy, los sectores sociales son el elemento principal para atender sus necesidades. Eso lo tenemos muy presente aquellos que, por congruencia, ratificamos el voto de confianza a la coalición Seguimos Haciendo Historia. Para fortuna de México, recordemos, Claudia Sheinbaum será la jefa de Estado, algo que, desde luego, estaba contemplado en el Plan C que diseñó Andrés Manuel López Obrador.

En lo político y social, hay una conexión muy especial de la población con la presidenta constitucional de México. Las mismas encuestas, por ejemplo, han constatado el enorme cariño, pero sobre todo la confianza depositada en las urnas. Son muestras, además del respaldo, que generan un clima propicio para avanzar con las políticas públicas que se trazó Sheinbaum para la continuidad. Uno de ellos, en retrospectiva, el proyecto de la reforma al poder judicial. Los ministros, sin argumentos apropiados, desecharon todo tipo de mecanismo para invalidar el decreto. Gracias a esa decisión, ganó la democracia y, en el mejor de los casos, se evidenció que la división de poderes debe de respetarse sobre cualquier interés colectivo o unilateral. Por eso la oposición vive en penumbras. Se les nota, incluso, cabizbajos y derrotados por el poder de la soberanía del pueblo de México.

La oposición, que tenía sus esperanzas depositadas en la Corte, perdió la última oportunidad para ver sometida la resolución del poder constituyente. Si ese hubiese sido el caso, evidentemente, hubiera sido un golpe flagrante a la autonomía del legislativo. Por ello, en completa libertad, los ministros más conscientes votaron en contra de cualquier instrumento punitivo. Ganó la democracia y, al mismo tiempo, quedó más desdibujado el conservadurismo que, ante la desesperación, amaga con acudir a los órganos internacionales. Desde luego, no es nada de lo que los mexicanos podamos inquietarnos; es decir, el decreto, ya publicado en el Diario Oficial de la Federación, se cumplirá al pie de la letra y, con ello, habrá elección de jueces y magistrados. A su vez, la justicia social, que muchas veces es selectiva para los más potentados del país, tendrá un mayor equilibrio en su impartición. Y, por si eso fuese poco, se terminará con el techo exorbitante de recursos que gozaban a mansalva los ministros de la Corte.

La reforma al poder judicial, sabemos, fue pionera en el diseño del Plan C. Es, para ser más precisos, el primer tramo de un andamiaje extenso de proyectos que, a la postre, irán aterrizando. El mismo Ricardo Monreal, pieza fundamental, adelantó que la próxima semana, de acuerdo con la agenda de prioridades, se tiene previsto analizar y discutir el futuro de los órganos como el INAI. Desde luego que el tema se abordará en la naturaleza del orden, sin embargo, podemos adelantar que el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, tiene los días contados. De hecho, esta institución, que se supone tiene como objetivo salvaguardar la protección de datos personales y algunas situaciones de corrupción, no ha actuado en consecuencia; es decir, el INAI se ha convertido, como muchos otros órganos “autónomos”, en vehículos para solapar malas prácticas y conductas del conservadurismo.

Con el Plan C, en efecto, no solamente se está garantizando la continuidad del proyecto de transformación, sino el acceso a la solidez de la democracia, además de la pluralidad. Si a eso le sumamos el abrumador respaldo al trabajo de Claudia Sheinbaum, lo que vivimos, por tanto, es un movimiento social en su máximo apogeo. Algo crucial que, sobra decir, está sentando un precedente en la vida pública de México. Y con ese momento inmejorable que vive la expresión guinda, todo pinta, de acuerdo con la propia perspectiva, que Morena se llevará, sin exagerar, las 15 gubernaturas que disputará en las elecciones intermedias del 2027. Todo ello, por supuesto, es parte del Plan C, especialmente con el clima de las encuestas que, en presencia territorial, anticipan el preludio de lo que se avecina en unos meses más.

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Es evidente que Morena, con ese fenómeno social que se está dando en Ciudad Juárez, arrasará con la senadora Andrea Chávez. Lo mismo pasará en Zacatecas, donde Saúl Monreal, por mucho, encabeza las preferencias que han comenzado a medir el pulso de la población civil. Él, en efecto, es la mejor carta que tiene el partido guinda para refrendar el abrumador triunfo que se obtuvo en las elecciones intermedias del 2021. En esa lógica, el propio David, hermano del legislador, le estaría entregando la estafeta para continuar con el legado que comenzó en 1988. Esto se asume, desde luego, por méritos propios de Saúl al consagrarse como una figura protagonista a nivel nacional. Ese es el mismo caso de Ana Lilia Rivera, representante de la cámara alta por Tlaxcala. Ella, a propósito, se encamina para ser la abanderada del lopezobradorismo en aquel punto de la geografía nacional.

Otra situación muy parecida, pero desde otra trinchera, puede ser el posicionamiento de la titular de Bucareli para la gubernatura de San Luis Potosí. Rosa Icela Rodríguez, de pies a cabeza, domina algunos estudios que se han divulgado en las redes sociales. En esa misma popularidad, no cabe duda, se sitúa Félix Salgado Macedonio en Guerrero. Y como no hablar de Baja California. Por supuesto, ese es, para efectos políticos, otro de los bastiones del partido guinda. El asunto, es que para darle alternancia, perfila a un hombre para la candidatura. Aunque será una batalla intensa en la carrera por la coordinación de la defensa del voto, a nivel estatal, el liderazgo con mayor recorrido territorial y experiencia, por mucho, es el diputado Fernando Castro Trenti. Él, dicen los que saben, es el favorito de Morena por una razón muy poderosa: es un cuadro que sabe encauzar la unidad y, de paso, goza de la simpatía de todos los sectores sociales.

Eso, entre muchos aspectos más, es parte del Plan C que diseñó Andrés Manuel López Obrador. Ese conjunto de ideas, por cierto, luce imparable.

Notas finales

Llegó ese instante tan anhelado de la transición política en algunas entidades de la república. En Chiapas, por ejemplo, Eduardo Ramírez, gobernador electo, anunció el segundo tramo de su gabinete legal. Al igual que el primero, todos son perfiles altamente calificados para atender las tareas en cada una de las dependencias que, al final de cuentas, abonará para profundizar las políticas públicas de la 4T. De hecho, aún no comienza ese momento crucial y, en el mejor de los casos, existe un andamiaje de acciones que vienen nutriendo la plataforma del “Jaguar Negro”. A la vista de todo ello, el rubro de la educación, como una de las prioridades de Ramírez, tiene un esquema estructurado que vendrá a darle un giro sustancial al proceso de enseñanza y aprendizaje. Además de que se construirá la primera Universidad Rosario Castellanos, además de que el ganador de las elecciones, a través de sus redes sociales, anunció un mecanismo de conectividad a internet para miles de estudiantes, especialmente aquellos que, por su condición de vulnerabilidad, tienen dificultades para adentrarse al mundo del conocimiento. Es, como dijimos, una de las administraciones más prometedoras. O sea, hay muchas razones para que el sur del país, en ese ánimo de cambio, tenga en sus manos más progreso y prosperidad.