“El poder de la infección de la corrupción, es más letal que el de las pestes.”
Augusto Roa Bastos. Periodista, Premio Cervantes
LO CLAROSCURO. ¿Sabe cuál es un enemigo feroz de las plagas que dañan los cultivos del campo? El clima gélido; los cambios bruscos en la temperatura arrasan con los bichos que se deleitan con los inermes plantíos.
En una ‘mala comparación’, la presencia del COVID hizo estragos en las mediciones buenas y malas que mantenía el mundo en su movilidad.
Expliquémonos.
Percepción es la capacidad de recibir a través de los sentidos, imágenes, impresiones o sensaciones externas y conocimiento en general.
Quienes se dieron a la tarea de establecer criterios cuantificables respecto de la corrupción, encasillaron este concepto únicamente en actos de orden público. Definen el concepto (corrupción) como “el uso indebido del poder público para beneficio privado”.
Aunque existen miles de ejemplos “privados” que contradicen este término, donde la piratería, el ‘dumping’ (vender productos por debajo de su precio normal para apoderare del mercado) son actos privados que dominan el espectro y que no entran en esos parámetros medibles.
Tampoco el catalogar productos con otros nombres, lo que en el vulgo conocemos como “gato por liebre’”
En fin; la percepción y la apreciación de los actos que riñen con la moral y buenas costumbres a la que llaman corrupción, hoy tiene nuevas medidas.
La percepción en corrupción en México, hoy se encuentra en franca mejoría.
Razones que ahora la vuelven casi imperceptible, hay muchas. Donde la plaga de salud hizo lo suyo para paralizar economía, desarrollo y hasta los moches.
El Índice de Percepción de Corrupción IPC según Transparencia Mexicana y Transparencia Internacional, disminuye su escalatoria y posiciona a México seis lugares debajo de su anterior puesto. De 180 países observados, ya ocupamos el deshonroso 124° lugar –éramos el 130-.
Pero no es que la percepción cambiase respecto a mejoría para avanzar en el combate al flagelo. Que las buenas prácticas y los castigos ejemplares hubieran logrado lo impensable, abatir la impunidad.
Que los tribunales estuviesen integrando sendas carpetas en contra de todos los que han hecho fortunas del erario público o que el vómito negro (lenguaje que significa que devuelvan lo que se robaron) fuera ya una práctica común.
Nada de lo anterior.
Destacaron dos acciones por las que la percepción hizo menos visible los actos contrarios a lo legal.
La primera –no se ría-, estaba cerrado.
Las prácticas salubristas respecto al “home office” y las aleatorias operaciones en general –que inclusive tienen en colapso al intercambio logístico en el mundo- impidieron en primera instancia que hubiese continuidad a trámites como licencias y otros permisos que ‘agilizaban’ los mediadores a los que con un empujón de muchas sorjuanas facilitaban su pronta respuesta.
No hay ventanillas y no hay usuarios como antes.
La medición de indicadores que reflejan avances y retrocesos sobre cómo va nuestro país, infiere que la corrupción destacaba como el principal factor en 2017 que lastimaba a la sociedad. Que habría rebasado a la inseguridad que aquejaba en aquél entonces la movilidad y la paz social.
Hoy ese flagelo desciende y se dispersa gracias al COVID.
Temas de mayor impacto mantienen la atención, como la economía que afecta a los bolsillos de los mexicanos debido a la baja en la productividad mundial y al desabasto, producto de la escasez.
La pérdida de 1,3 millones de empleos formales en el país, la desestabilización de la planta que sostenía la economía pública PEMEX que pierde su grado de inversión. Y la inminente inflación que ya trastorna a los mercados como el de la construcción y el acero, hacen que la corrupción desaparezca en el radar.
La salud y la disponibilidad de recursos médicos y medicinas ante la presencia constante de la muerte por el virus, es mayor incentivo que el soborno o el abuso de poder.
Medimos en base a la percepción. Y la percepción hoy tiene en el hambre, el miedo y el desconcierto, su mayor interés.
COLOFÓN: Cada mexicano y cada terrícola, deseamos; anhelamos que termine el letal virus que al final, habrá dado cuenta del 0.5 al 1% de la población mundial fallecida, según datos de los organismos de salud mundial. (Fuente, Anthony Faucy, epidemiólogo en entrevista para CNN)
Pero tememos que retornen las viejas prácticas que aminoraron su presencia y que seguro estarán hambrientas por recuperar sus escenarios de dominio, fomentando “con una corta” la desigualdad que envilece al ser humano…
¿Cuándo habrá una vacuna contra la corrupción?
La inversión privada –motor primario de la economía, extranjera y nacional- asegura que no existen referentes de castigos contra la impunidad aún en la práctica en este país. Un verdadero desmotivador para apostarle al desarrollo.
@deandaalejandro